Después de casi dos horas de ruta nos detenemos frente a una casa en Rawson. Escudero nos abre la puerta y nos invita a pasar, en su escritorio hay una Olivetti roja, estacionada como si fuera un Corvette de colección (con la diferencia que la máquina de Escudero sigue corriendo), el poeta sanjuanino acaba de publicar "Sobrevenir", su último libro (hasta el momento).
Nos esperaba con la mesa servida: "Sírvanse un bocadillo" nos dice mientras se sienta. Tomamos café, él trae algunos libros y los acomoda cerca suyo, luego descubriremos que va a responder con poemas a nuestras preguntas. Aunque es él quien empieza a preguntar y en una libreta anota nuestros nombres:
-Es que llevo un registro de quienes pasan a visitarme.
-¿Vienen muchos?
-No se crea.
-Lo habían anunciado por Mendoza para la Feria del Libro.
- Sí, sabía, pero el tiempo hace que uno pierda la armonía de la salud, ya casi no salgo a esas cosas.
-Hace bien…
-Cuéntenos cómo surgen sus libros y por qué llega "Sobrevenir".
-Sobrevenir es lo que viene luego. Son algunos poemas que tenía escritos y otros que junté para armar este libro. Es lo que viene después de todo este tiempo. El libro empieza con un poema a mi amigo Alfredo Varas, se lo escribí en la pared de su casa, con carbón. Es un recuerdo de nuestra adolescencia que incluí en el libro.
-Todo gran poeta ha tenido un principio, una iniciación, que nadie conocía.
-Yo he publicado recién a los 50 años mi primer libro.
-¿Cambia la poesía con el tiempo?
-Va cambiando siempre que realmente se tenga una intencionalidad que manifestar, de las experiencias de su vida a través de la poesía. En ese caso, la mayoría de los que lo intentan algo consiguen, porque el intento muchas veces vale. Hay que hacerlo hasta llegar a viejo, yo he cumplido los 93 años, y me parece bastante.
-¿Había dicho que no iba a publicar más?
-Sí, pero algo más quería decir. Se dio la oportunidad con el editor, me dijo que me iba a publicar este último libro. Entonces junté unos poemas que tenía, que quería publicar, se los mandé y bueno ahí está.
-¿Considera que hay grandes diferencias entre la poesía del interior con la de la capital o las grandes ciudades?
-No, no considero que haya una diferencia notable, la diferencia la hacen ciertos poetas que por ahí aparecen y se manifiestan de un modo realmente poético que llama la atención del mundo que está realmente atento de ver dónde aparece la poesía, aparece en San Juan, aparece en Mendoza, aparece en La Rioja, aparece en diversos lugares. Me he alcanzado comunicar con algunos de ellos y he visto cuál es su intencionalidad frente al mundo de la poesía. De todas maneras decir lo que interiormente sienten, sobre lugares comunes de todos nosotros: el amor, la desconfianza, la muerte, el indagar; bueno todas esas cosas que se van manifestando en la poesía.
-Usted manifiesta estas cosas usando los modos cotidianos del habla... ¿Por qué utiliza este estilo?
-En cuestiones tan íntimas como las de la poesía, cada uno de nosotros tenemos un modo particular de expresarnos que proviene de nuestro pasado, de las experiencias que quedan en nosotros como maneras de expresión, de ahí se desarrollan y quedan como poesía. Muchas veces el poeta queda reducido a su autenticidad última, que es decir lo más íntimo que siente, y lo va a decir con el idioma que es común para él. De esa forma habrá algunos que lo entiendan y otros que no, pero así se manifiesta.
-Pareciera que no se puede escapar de sí mismo...
-Es esa una gran verdad, uno lo intenta muchas veces, pero la naturaleza que existe en el fondo de uno le dicta ciertos procederes, entonces uno está encerrado dentro de sus límites.
Descarte
Es muy lindo este andar
de aquí para no sé dónde,
como abreboca será, cuando no tengo ideas
que me ayuden a pensar.
Cuando salí de mi casa
creí que iba a solamente caminar,
ver si se me pasaba agobio
de mucho estar encerrao. Iba
cuando en la tercera esquina de pronto
se me apareció doña Ermelinda
y me dijo que el panadero
le había subido el precio del pan hasta donde
ella no llegaba. Y adiós.
Mi caminata siguió hasta la plaza
del barrio donde me
en un banco senté a pensar
en "Pienso luego existo"
a ver si me ayudaba esa frase
para encontrarme a mí mismo.
Y hablando ahí con Descartes él me descartó
de su filosofía, pero me sentí feliz
en mi seguir andando como hasta hoy,
a lo tonto si se quiere, pero buenamente
ocupado sólo en vivir.
-¿Cree que se filtran cosas de la vida de cada uno en la escritura?
-En el 53 yo me casé acá en San Juan y tuve dos hijas. Me enganché en la búsqueda del oro ¿Por qué? Tuve amistades, iba a lugares, a Calingasta, ahí tenía amigos que vivían permanentemente con esa inquietud y salían al campo, me prestaban caballos y montura, me guiaron por la montaña. Conseguí minas pero no de oro, eran de bentonita, un material de la familia de las gredas que se utiliza en muchas cosas. Me hice una mina de bentonita y vendía bentonita. Después ocurrió un accidente en la mina y la abandoné.
-¿Cómo llega del oficio de minero al de escritor?
-Aparece de verla a mi madre, doña Margarita Mugnos de Escudero, hija de inmigrantes españoles, era una mujer intelectual que incursionó en educación, escribía poemas y otras cosas. Yo la veía escribir e intentaba hacer algo así, con los años esa idea empezó a cuajar en mí.
-Encontrar oro o hacer un libro? ¿Qué es más difícil?
-Lo digo en un poema por ahí: "Broceo", este poema lo escribí respecto al enlazamiento entre la poesía y el trabajo en la búsqueda del oro. Broceo quiere decir que la veta de mineral escapa a la búsqueda porque de repente se corta, y se acabó, pero a lo mejor aparece más allá en otro lugar, nada más que ha sido cortada por la misma naturaleza que ha metido otras rocas ahí y sigue por otro lado, entonces el broceo viene a ser esa desaparición, motivada o no, por la naturaleza.
Broceo
Aquí estoy en los cerros del Tontal,
antiguo mineral abandonado
en la precordillera sanjuanina.
Pero no vine en mula como antes
sino en auto. ¿Y a ver qué?: sólo a recordar.
Es que en un lejano ayer aquí
estuve con tres amigos. Buscábamos
hacernos ricos pero nos agarró
brutal desilusión. ¿Cómo?
Es que la veta de oro que encontramos
se broceó a la nada. Fue como si el cerro
nos hiciera un chiste burlesco.
Hoy vine solo y ante el socavón
que ayer hicimos en la búsqueda inútil
me puse a meditar, cosa rara:
ver si me visitaba la poesía.
Pero apenas pude escribir esto cuando chau,
se me broceó la veta de la inspiración.