Versión maniquea de las ganancias

Versión maniquea de las ganancias
Versión maniquea de las ganancias

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

La presidenta Cristina Fernández tuvo una nueva definición acerca de sus concepciones para la cual suele inventar argumentos contrarios para justificarlos.

En ocasión de inaugurar una nueva línea de producción de la automotriz Honda, llamó a los empresarios a invertir, pero el estilo de Cristina es muy particular. La presidenta cree que dando órdenes va a conseguir que las empresas tomen la decisión de invertir y para ello usa giros tratando de ridiculizar a quienes no lo hacen para exaltar su propio discurso, buscando el aplauso de la propia tropa.

Al referirse al tema, Cristina dijo: “Algunos dicen que hay que bajar los sueldos y bajar la demanda para que se puedan hacer inversiones”.

Honestamente, nunca escuché a nadie ni leí de nadie semejante burrada. Todos los empresarios quieren aumentar la demanda y no achicarla y el problema actual en Argentina es que los salarios son consumidos por la inflación (que genera el propio Estado) y eso resiente la demanda.

La Presidenta reconoce en público que hace falta aumentar la inversión pero no corrige las políticas que llevaron a que las empresas dejaran de invertir sino que les da consejos acerca de qué hacer con las ganancias. Es aquí donde Cristina muestra una particular interpretación acerca de las ganancias, ya que sostuvo: “Hay que ganar menos para poder invertir más”.

El primer error parte de no reconocer una parte importante y es que quien invierte lo hace con la intención de ganar. Si no existe posibilidad de ganar nadie va a invertir. Pero para que alguien tome esa decisión deben existir reglas de juego confiables, para que el riesgo a asumir sea el del mercado y la competencia. Cuando el riesgo está representado por un Estado que viola las reglas, el inversor se retrae o se va del mercado.

Un viejo refrán reza que “el capital y, por ende, el capitalista, son esencialmente cobardes”. Esto significa que todo aquél que hace una inversión trata de minimizar los riesgos.

Además, hay una regla que reconoce que, a mayor riesgo, mayor ganancia y viceversa. El problema, entonces, es al revés de la visión de Cristina. Para poder invertir, primero, el Estado debe recrear condiciones de confianza para que los inversores se animen a invertir, pero no se les debe asegurar mercados ni ganancias. Deben conseguirlas.

Por otra parte, se debe cambiar el tratamiento impositivo de las ganancias empresarias. Hoy se gravan todas y no hay ninguna consideración por las ganancias reinvertidas. Mientras tanto, las inversiones financieras, sin riesgo, no pagan impuesto a las ganancias.

Para estimular la reinversión de las mismas, además de asegurar condiciones de credibilidad, se deberían desgravar las ganancias efectivamente reinvertidas. De esta manera se evita que las empresas se endeuden y se estimula que usen su propio capital en momentos en que la disponibilidad de crédito es exigua y muy cara.

En cuanto a las ganancias distribuidas, deberían gravarse en forma muy fuerte pero en cabeza del accionista y no sobre el capital de las empresas. En este momento se hace al revés y se posibilita que siga habiendo accionistas ricos de empresas cada vez más pobres. Esto, todo estimulado por una equivocada política impositiva.

Ganar no es malo sino que es la razón de ser de una inversión. El volumen de las ganancias no sólo está dado por la eficiencia de las inversiones sino por las condiciones del mercado. Las reinversiones deben estimularse pero no pueden ordenarse.

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