Verónica Castro: “Van a ver a una loca desquiciada e incorrecta”

Así definió la actriz mexicana su papel en “La casa de las flores”, que la trae de nuevo a la televisión, esta vez por Netflix.

Verónica Castro: “Van a ver a una loca desquiciada e incorrecta”
Verónica Castro: “Van a ver a una loca desquiciada e incorrecta”

Luis Miguel resucitó por obra y gracia de Netflix, y ahora otro ícono mexicano está probando los poderes "espiritistas" del gigante del streaming: después de un silencio prolongado, a los 65 años Verónica Castro reaparece como protagonista de "La casa de las flores", una comedia negra de trece capítulos.

Su último trabajo en televisión databa de 2010, en "Los exitosos Pérez", la versión mexicana de "Los exitosos Pells".

Después de la ruidosa finalización de su contrato de exclusividad con Televisa, la reina de los culebrones se tomó una pausa. "Me metí en las redes sociales y dije 'esto es otro mundo, esto es lo mío'.

Platicar en Twitter, postear en Facebook, meterte a Instagram…   Te cuentas los chismes, las broncas, me encanta y lo disfruto horrores. Y luego me encuentran Manolo y Netflix y se abre una puertota muy importante para mí. Estoy feliz, excitada, emocionada, agradecida a la vida y sobre todo a Manolo", contó en una entrevista con medios latinoamericanos.

–¿Cómo es regresar a la televisión en una plataforma digital como Netflix?

–Comparado con lo que yo hice en televisión, esto de televisión no tiene nada. Es como otro mundo: es cine hecho de diferente manera. No tiene nada, nada, nada que ver con la televisión.

Estoy descubriendo un mundo que no existía para mí. Nunca había trabajado de esta manera, jamás. Es algo totalmente nuevo. Es otra forma de actuar, de moverse, de entregarse. Es bien diferente, nada que ver con la televisión de antes. Es como el cielo y la tierra. Después de tantos años, era justo un cambio radical como éste.

–¿Es un segundo aire profesional?

–Fue una inyección de energía que me dio Manolo (Caro, el director). No voy a acabar nunca de darle las gracias. Me dio un personaje que jamás pensé que haría en mi vida. Cuando teníamos que empezar a filmar, pues ahí sí me vino un infarto y dije “creo que no voy a poder”. Porque es muy diferente a todo lo que he hecho y a cómo soy yo.

–¿Y cómo es?

–Es una mujer a la que le pasa de todo. Y no durante la serie, sino ya desde el primer capítulo. Se da cuenta de que sus hijos son un desastre, su marido es un desastre, su trabajo es un desastre, y ella en sí es un desastre. Es como si a mi edad, casi 70 años, voltearas y vieras que todo te salió mal en la vida y que nada te funciona. Y empiezas a querer tapar los hoyos hasta con florecitas. Cada vez que aparece algo malo, ponemos un florero para que se vea todo divino. Esta mujer siempre tiene que vivir con la sonrisa y la apariencia para que se vea todo bien, pero está todo mal.

–¿La telenovela como género tiene los días contados?

–Todavía tiene su público. No me atrevería a decir “ya desapareció, que se muera”. Porque hay señoras en casa a las que sí les gusta, quieren esa continuidad diaria, que les platiquen su historietita diaria, que les digan sus tres chácharas y que las dejen en su suspenso. Pero hay gente que ya está en la modernidad: los chavos nuevos ya no se conforman con seguir el capitulito de la abuela de diario. Quieren que ya en los trece capítulos pase toda la novela. La juventud de ahora viene así: dame sustancia, carne, me la quiero comer rápido y bien. Así está esto.

–¿Para usted sí se terminó la telenovela profesionalmente?

–No sé. Si pudiera darse más adelante, por qué no. Pero después de haber tocado esto me va a saber diferente. Ya después de haber trabajado en Netflix va a ser difícil que quiera uno regresar a la pantalla chica.
Nuevo formato

–¿El público que la seguía puede sentirse atraído a este nuevo formato?

–Ojalá que sí. Para mí es una oportunidad porque estoy haciendo un personaje bien diferente a todo lo que hice. Van a ver a una loca desquiciada. Acá soy totalmente incorrecta.

–¿Cómo cree que reciben este regreso sus admiradores?

–Muero de ganas de ver esa reacción. Y muero del miedo. Porque ellos conocieron a la otra Verónica Castro, y ésta es nada que ver.

–Además del personaje y el formato, ¿el trabajo cotidiano en una serie también es diferente a lo que acostumbraba?

–Hay más juego. Es un ambiente bien diferente al de la televisión. Allí era todo tenso. Salías ya tensa y terminabas destruida. Y a veces el resultado no era tan bueno. Aquí todo tiene que ser perfecto. Manolo se divierte y hace que nos divirtamos.

–¿Le dio libertad para proponer?

-Sí, es amoroso. “Esta palabra se me atora, ¿la puedo cambiar?”, preguntaba. Y me respondía: “Sí, mientras tenga el mismo significado”. Aquí no existen las restricciones absurdas que teníamos antes. A veces no podías ni tomar agua en cámara porque la gente iba a pensar que era tequila o vodka. Ni fumar. Aquí espérense cualquier cosa.

–¿Se inspiró en alguien para el personaje?

–Me tengo que inspirar en mí misma. Yo tengo mis defectos y problemas, de los que no quiero que nadie se entere. Es eso: tener que guardar las apariencias de todo lo que pasa en la familia. Porque en todas las familias hay mugre. Ponemos florecitas para que no se vea, pero al fin de cuentas, la porquería tarde o temprano sale a flote.

–¿Lo conversó con su hijo Cristian cuando le llegó la propuesta?

–Sí, he conversado con él y sobre todo con Michel, mi otro hijo, porque se dedica al cine y es muy amigo de Manolo. “¿Cómo me ves haciendo esto?”, dije. “Me encanta, mamá. Finalmente te veré en algo normal”, me respondió. La que sí se infartó fue mamá: “¡Tú no puede hacer esto, no puedes dar ese ejemplo!” Ella piensa como las mamás de antaño: todo era no, no, no, no. No puedes decir, no puedes hacer: así vivimos todas muy reprimidas. Y ahora me quiero soltar el pelo: tarde o temprano me tenía que pasar.

–¿Qué opina de llevar la vida de famosos a las series, como el caso de Luis Miguel?

–El que quiera hacerlo, que lo haga. Pero yo no. La verdad, está demasiado ventilada ya mi vida para mostrar lo poco que me quedó guardado. Que sí, es lo más importante.

–Las telenovelas siempre fueron vistas como un género menor. ¿Se dudó de su capacidad como actriz?

–No, no, no. Fíjate que yo la tenía muy clara. Yo sí estudié, sí me preparé. Pero hacía una telenovela y recién después de siete, ocho o diez años funcionaba afuera. Entonces se tardaba todo eso para que de repente llegara a Rusia diez años después y me dijeran “¡Mariana!” La diferencia con esto es que sales al aire y ese día te conocen aquí y en China. Estoy emocionada también por eso: la gente que se quedó con mis novelas y venga a ver qué estoy haciendo ahora va a tener un shock. Porque van a decir “esta fue la que vimos haciendo de buena, pero ¿qué le pasó”.

Comedia negra sobre una familia disfuncional

“La casa de las flores” es una comedia negra que cuenta la historia de la familia De la Mora. En apariencia esta familia es perfecta, pero oculta secretos que salen a la luz al morir la amante del padre.

Los integrantes del clan descubren que el negocio familiar, la florería “La casa de las flores”, comparte su nombre con un cabaret del que también es dueño el padre. Esta revelación, sumada a la decisión del patriarca de llevar a los hijos que tenía con su amante a vivir con su familia legal desencadenan un cataclismo doméstico.

Son trece episodios de media hora. Completan el elenco Aislinn Derbez, Cecilia Suárez, Dario Yazbek Bernal y Sheryl Rubio en los principales papeles.

El director es Manolo Caro, también guionista y productor, que a los 33 años ya tiene una reputación ganada en su país por películas taquilleras como “No sé si cortarme las venas o dejármelas largas” (2013); “Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando” (2014); o “La vida inmoral de la pareja ideal” (2016), ninguna de ellas estrenadas en la Argentina.

Caro también dirigió y escribió o adaptó exitosas obras de teatro, como “I love Romeo y Julieta” (2012), Cama para dos (2013) y “Nunca es tarde para aprender francés” (2015).

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