Son días emotivos para Verónica Cangemi: además de estrenar una nueva producción del Opera Studio que dirige en la Universidad Nacional de Cuyo, pone su corazón en un aniversario muy especial.
Es así: esta noche se abre el telón del Teatro Colón para una nueva producción de "Pelléas et Mélisande" de Claude Debussy (compositor impresionista del que se cumple este año un siglo de su muerte).
Y Cangemi, quien lleva una carrera internacional en los mejores teatros de ópera del mundo y que, sin embargo, no se despega de sus raíces cuyanas, tiene a su cargo el protagónico.
Celebra así los 25 años que la separan de esa noche de 1993, cuando se encandiló por primera vez desde el escenario del coliseo porteño: "Después de 25 años de experiencia, cantar un rol tan grande en el Teatro Colón es un premio para mí. Más en mi país... más no se puede pedir", nos confiesa por teléfono, haciéndose así un paréntesis en su apretada agenda de ensayos.
Fue hace 25 años cuando con el rol de Zerlina, de "Don Giovanni" de Mozart, mostró a los argentinos esa voz cálida y versátil que le daría tantos aplausos y premios en el mundo.
Una voz que -en aquel 1993- ya había empezado su carrera internacional: antes, había estudiado canto en la UNCuyo con su mamá, la soprano Fenicia Cangemi, se había perfeccionado en Londres y Karlsruhe (Alemania), había ganado los primeros premios de los concursos de Festivales Musicales (Buenos Aires) y “Francisco Viñas” (Barcelona). Luego, en los siguientes años, seguiría un gran itinerario: París, Florencia, Munich, Berlín, Madrid, Salzburgo, Viena, Amsterdam, Montpellier, San Francisco y Lisboa, entre otras ciudades.
Y si bien el festejo más inmediato es esta noche, no termina todo aquí: Cangemi cantará en el CCK el 15 de setiembre (ya lo hizo el año pasado dos veces: con Armando Manzanero y con la Camerata Bariloche). Este recital será grabado y transmitido luego por algunos medios públicos y estará disponible en Cont.ar, nos anticipó.
-¿Cuál es el teatro en el que están tus mejores recuerdos?
-Mis mejores recuerdos están en el Teatro Colón, por supuesto. Desde pequeña, cuando ya sentía ser artista, pasaba en el auto con mis padres por la calle del teatro y veía esas caras: la de la tragedia y la comedia, plasmadas en la arquitectura. Son dos máscaras dramáticas y me emocionaban. Luego, cuando era chica, me llevaron a ver “Macbeth”. Ya me imaginaba ser cantante.
-¿Y cuándo lo pisaste?
-Fue un sueño realizado. Cada vez que lo piso, miro a ese punto, cuando era muy chica. Vuelven las viejas sensaciones, esa acústica maravillosa. Es uno de los teatros que más llenan mi parte emocional. Tengo mis sentimientos, mis raíces. He pasado por los teatros más importantes del mundo, y sin embargo el Colón es el Colón.
-Hay algo entrañable ahí...
-Hay mucha historia. Hay mucha Argentina ahí adentro.
-¿Cuál es el papel más difícil que te ha tocado interpretar?
-Justamente, Mélisande.
-¿Un deseo que te quede por realizar en tu carrera?
-Antes de que ella termine, me gustaría poder compartir un escenario con mi hijo (N.del.R: Joaquín Echave, su hijo, es tenor y se está formando en la UNCuyo y entró al Conservatorio Nacional de París).
-¿Qué es lo que no se puede enseñar a un cantante?
-Eso depende de cada uno. Como maestra, mentora y gestora estoy siempre abierta a transmitir toda mi experiencia. No es fácil, porque el conocimiento lo tengo en concreto. Uno de los grandes desafíos es lograr que un cantante mío de Mendoza, o de cualquier parte del país, haga una carrera como la que he hecho yo afuera. Eso significa: una carrera discográfica importante, una carrera donde pueda pasar por todos los teatros del mundo y responder al alto nivel de algunos directores. No es una cuestión de fama, sino poder realizarse con un gran nivel artístico.
-¿Qué es lo más importante que te enseñó tu mamá?
-El amor. El amor a la música, a las personas, a la vida. Mi mamá me enseñó a amar todo lo que tengo y todo lo que soy.
-¿Tres palabras que te definan?
-Simple. Auténtica. Luchadora.
Sobre el Opera Studio
A la par del aniversario y de su agenda internacional, la soprano mantiene activo su trabajo como gestora y docente en el Opera Studio que fundó en 2015 y que es un organismo de extensión de la UNCuyo.
Es en este marco que anoche estrenó en la Nave Universitaria (y mañana repetirá) el “Così fan tutte” de Mozart. Se la presentará, sin embargo, como “work an progress”: es decir, de forma “semiescenificada”, para mostrar cómo vienen trabajando la obra antes del estreno definitivo en noviembre, según nos adelantó la soprano.
La obra es un retrato de la sociedad del siglo XVIII; una comedia con enredos, protagonizada por personajes con dobles identidades y dobles intenciones.
-¿Por qué se eligió esta ópera y no otra?
-Es importante en el repertorio de los cantantes jóvenes que haya un Mozart. Cuando elijo una ópera, primero la elijo por los registros vocales que tengo. Después, porque el argumento es fácil para el público: es divertido, es un desafío, es una ópera llevadera y no un drama. Cuando en un lugar no tenemos cultura operística hay que buscar títulos que al público le hagan querer acercarse a la ópera y que además a los cantantes no les comprometa la voz.
Pensábamos hacerlo con una puesta en escena completa, pero en la Universidad Nacional de Cuyo (por las elecciones) hubo algunos cambios.
Entonces, para no tener que complicarnos y atrasar la ópera decidimos hacer este “semi-stage”, presentar la ópera también con orquesta, pero sin la puesta en escena completa. Eso lo haremos en los meses de noviembre o diciembre.
-¿Qué evaluación hacés de este espacio desde su surgimiento hasta hoy?
-Muy positivo. Ha crecido muchísimo. El primer año empecé con audiciones de pocos alumnos, pero este se presentó mucha gente. Otra cosa que logramos es que la UNCuyo lo tenga como organismo y así los chicos reciben un salario mensual, un estímulo para estudiar. Así pueden dedicarse a estudiar y tener un estímulo económico, porque sabemos que a veces es difícil dedicarse solamente a la música.
