Veredas relucientes a fuerza de lampazo

En las barriadas, los vecinos conservan la costumbre de dejar impecable su vereda. Junto a las acequias y los árboles, éstas forman parte del patrimonio local.

Veredas relucientes a fuerza de lampazo
Veredas relucientes a fuerza de lampazo

Son las siete y media de la mañana. Como todos los días, luego del café, Ana Núñez despide a su esposo, se abriga con una campera de medio tiempo y comienza el ritual. Una barrida por aquí, algo de brillapiso por allá y poco a poco, la vereda que hasta hacía unos instantes estaba llena de polvo, luce de un rojo reluciente. A sus 60, la mujer conoce como la palma de su mano el truco para que el frente de su casa haga honor a la tan mentada tradición mendocina.

Con lampazo en mano, Ana asegura que disfruta del momento. Y no es para menos. Al igual que otras primaveras, el trino de los gorriones y los zorzales que llegaron a guarecerse en los árboles de su manzana son para ella, una grata compañía. "A mí ese momento me gusta mucho, es como desconectarme un rato, por eso lo disfruto", dice sonriente.

En las barriadas mendocinas, la costumbre de limpiar las veredas a fuerza de lampazo (siempre embebido en querosén) subsiste pese a los avatares de la falta de tiempo y el cansancio. Y de hecho, nunca falta un vecino que busque destacarse por tener el frente más lustroso. Es que incluso casi no hay provinciano que se jacte de tal que no sepa de qué se trata el infaltable elemento de limpieza que, según cuenta la historia, fue fabricado en estas tierras de clima seco para cumplir la misión de quitar el polvo sin tener que utilizar el tan escaso recurso hídrico.

Las redes sociales también han prestado atención a la arraigada tradición. En el blog denominado ?Entre Venus y Ninfas', por ejemplo, aparece un apartado que se titula "proyecto lampazo en el mac-procesos". Allí, sus autoras desarrollan un trabajo que pone el acento, justamente, en el lampazo y resaltan en un primer párrafo que "el brillo de la vereda es una de las claves estéticas de la ciudad de Mendoza". La información se acompaña de ilustraciones y habla de los diferentes usos que se le da al tradicional elemento.

Así el lampazo parece ser más que un simple objeto. No sólo porque en casi todas las casas hay uno, sino porque su uso da cuenta de una arista más compleja: la idiosincrasia mendocina.

Marcelo Albornoz es dueño de un negocio que comercializa productos de limpieza en Godoy Cruz. Dice el hombre que a su local, "La magia del sol", llegan las señoras a comprar brillapisos, lampazos, escobas y productos que permiten recuperar el color de las veredas, es decir, ?curarlas'. "La gente le sigue dando mucha importancia a la vereda. Les gusta mucho que esté permanentemente limpia", dice el comerciante.

Así, la importancia que para muchos representa mantener la vereda impecable, tiene tras de sí un componente cultural y patrimonial que hasta la actualidad persiste como una marca registrada de Mendoza. "Las veredas, junto a la fachada, la acequia, la calle y los árboles, forman parte del sistema patrimonial que primó desde la construcción de la nueva ciudad", explica la doctora en arquitectura especializada en patrimonio, Liliana Girini.

Una marca registrada

Fue justamente luego del terremoto de 1861 cuando comenzó a trazarse esta nueva identidad urbana, pensada desde lo colectivo como una forma de homogeneizar el entramado barrial.

Girini asegura que esa estructura se consolidó como una red de calles ortogonales, con acequias, veredas y árboles, que tuvo su auge a lo largo de los cincuenta años posteriores al terremoto. "Se trata de elementos que nos identifican", agrega la especialista, y aclara que en el presente la armonía que de antaño existía en el paisaje urbano local está sufriendo variaciones poco alentadoras.

"Si bien éste es un sistema patrimonial muy importante para la provincia, hay que decir que no está lo suficientemente valorado", advierte Girini, y ejemplifica que hoy las acequias no conservan el típico revestimiento con piedra bola, una característica fundamental, que las hacía únicas. "Con el arbolado pasa lo mismo; está en muy mal estado", sentencia.

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