Las vacaciones y el verano requieren no dejar de lado el cuidado del menú de los niños. Sin embargo, muchas veces sucede todo lo contrario.
El estado de relajación en que se encuentran las familias hace que se elijan alimentos más calóricos, de fácil preparación, comidas rápidas o compradas con más contenido de grasas y azúcar. En estos casos, el valor nutricional de lo que los pequeños ingieren en el día pasa a un segundo plano.
La pediatra y miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición, Delia Escobar, contó lo que observa en sus pacientes: “Hay niños con trastornos de obesidad, metabólicos o hiperinsulinemia que llevan un año en mantenimiento porque habían logrado modificar hábitos, pero ya tienen turno para la primera semana que empiezo a atender y eso es porque se desordenaron durante las vacaciones”. En este sentido, consideró que “el problema no es del niño, sino de toda la familia”.
En el otro extremo, la nutricionista María Luz Vargas contó que muchos papás, especialmente mamás, aprovechan el verano para bajar de peso o al menos cuidar la línea; por eso prefieren comer ensaladas. Explicó que éstas aportan agua, vitaminas y minerales, pero es bastante común que sea el mismo menú que dan a sus hijos. Desde su punto de vista, la gran presencia de estos platos en la dieta de los niños no es buena si ocurre en detrimento de otros. “Para un adulto está bien, pero para un niño no porque necesita tener otros nutrientes, proteínas de pollo, carne, lácteos y de hidratos de carbono, por ejemplo, a través de fideos”, comentó.
-Menú variado. Lo ideal es que al igual que el resto del año, éste incluya frutas, verduras, proteínas de carnes y lácteos e hidratos de carbono. En la elección, priorizar que no tengan demasiado aporte de grasas ni azúcares.
“Las comidas compradas, una tortita o un heladito que no me hace nada, son habituales. Si no se van de vacaciones a otro lado, se juntan, se pasa tiempo al aire libre con mucha comida comprada que tiene un alto contenido graso porque la hace más rica, como agregado de mayonesa”, explicó Escobar.
-Comidas simples. Un churrasco con verduras es el ejemplo que la pediatra dio de un plato de este tipo al explicar que es más fácil su proceso digestivo.
Frutas y verduras cuentan para favorecer la digestión. En el otro extremo se encuentran las grasas que son lo último que se digiere y motivo por el cual puede ralentizarse el proceso.
-Horarios. Es otro de los aspectos que adquieren laxitud durante el verano. Levantarse y acostarse tarde es bastante habitual, así como estar fuera de la casa por lo que es fácil saltarse comidas.
Desde la perspectiva de Vargas, “está bueno que tengan sus vacaciones como un momento recreativo y de descanso; no se les puede imponer que tengan la misma organización”. Pero asimismo es importante que tengan una mínima cantidad de comidas diarias que sean adecuadas para su desarrollo. La más importante sigue siendo el desayuno, aunque sea un poco más tarde.
“Los que salen de vacaciones y tienen su vida organizada por el lugar donde van, si tienen comidas incluidas están mejor porque tienen que levantarse a un horario para desayunar y así al menos respetan esa comida principal”, dijo Escobar. De todas formas, subrayó que hay que tener cuidado con las mesas que ofrecen los restaurantes u hoteles para esas ocasiones porque son muy abundantes, sin restricciones y con alimentos menos saludables. Por ello, hay que saber elegir y limitarse.
-Escuelas de verano. La nutricionista señaló que el tema de las colonias de verano influye mucho en la ingesta ya que para la merienda algunos papás envían snacks, galletas rellenas o gaseosas que no son un aporte nutricional que permita recuperar el gasto energético que implican cuatro horas de actividad física.
Precisó que uno de los obstáculos que se presentan en estos lugares es que no suelen contar con artefactos para conservar frescos los alimentos por lo que no pueden enviarse lácteos ni productos que requieran refrigeración.
Mencionó la opción de las barritas de cereales que son prácticas todo el año y sugirió preferir el agua como medio de hidratación.
-Hidratación. Éste es un aspecto fundamental en el verano, especialmente entre los más chiquitos. Muchas horas de actividad física y bajo el sol exigen priorizar este aspecto. Las frutas de la estación son un aliado ya que tienen un gran contenido de agua, en particular el melón y la sandía que, además, tienen muy poco contenido de azúcar lo que las posiciona bien para niños con sobrepeso.
-Calidad de los alimentos. Es un punto muy importante a tener en cuenta especialmente en épocas de calor en que las bacterias proliferan y la comida se deteriora fácilmente.
Escobar dijo que “hay que tener mucho cuidado con la contaminación bacteriana. En una hora que algo pase fuera de la heladera, ésta se multiplica muy rápido”. Por otra parte, aclaró que una comida simple tiene menos riesgo de contaminación que una elaborada.
Recomendaciones
Las profesionales señalaron algunos parámetros a tener en cuenta y sugirieron propuestas:
Frutas y verduras de estación son preferibles todo el año por sus aportes adecuados a las necesidades.
Comidas presentes, pero no copiosas.
Actividad física.
Buen aporte de agua que disminuye los atracones porque el estómago está más completo y mantiene los niveles de hidratación.
Evitar excesos de azúcar y grasas.
Opciones
Ensaladas de frutas con una cucharadita de miel en vez de azúcar. La miel tiene fructuosa, que es más fácil de digerir, es muy nutritiva y endulza con poca cantidad. Además, tiene poder conservante y antioxidante. Se le puede poner variedad de frutas.
Acompañar ensaladas con frutas.
Pizzas más livianas con verduras y menos grasas.
Gelatinas varias: tipo postres con yogurt o frutas, son una buena colación, porque a los chicos les gusta y aporta agua. Si no tiene colores como la de manzana verde o ananá, es mejor porque no tiene tantos colorantes y eso las hace más sanas. También se puede remplazar agua por jugo de naranja u otra fruta.
Tacos: son una buena opción para incorporar verduras, huevos, con algún trocito de pollo y granos frescos.