Ventas mayoristas y minoristas

La brecha en los índices de venta entre comercios mayoristas y minoristas crece día tras día. Un proceso de recesión económica y la inflación creciente son las causas de este fenómeno.

Ventas mayoristas  y minoristas

Los Andes ha reflejado en sus páginas un fenómeno económico interesante, el diferente comportamiento de las ventas en el comercio minorista y en supermercados mayoristas. La situación captada señala que las ventas en comercios minoristas registran una baja generalizada de 6% en el primer semestre, en tanto los supermercados mayoristas registran un incremento de 30% de sus ventas a las familias. Debe prestarse atención a este punto, se trata de compras que esos mayoristas consideran que no se hacen para revender. El fenómeno descripto en las notas, que recogen muy interesantes comentarios de los protagonistas, comerciantes tanto minoristas como mayoristas, da lugar a diversas reflexiones tanto sobre el funcionamiento de la economía como sobre el comportamiento de los consumidores. La economía argentina ha entrado en un proceso recesivo desde el último trimestre de 2013; este hecho expresa un descenso en el nivel de actividad económica estimado en 2%, considerado una recesión moderada. Esa disminución implica y explica la disminución de las ventas.

A su vez, la recesión ocurre en un contexto de inflación muy alta y creciente, que viene desde al menos la segunda mitad del año 2006. Las estimaciones son coincidentes en que la inflación se está ubicando en torno de 35 - 40% anual, con porcentajes más altos aún para rubros como alimentos, bebidas y limpieza. En síntesis, la economía se encuentra en una grave situación, recesión con inflación que se traduce en una pérdida del poder adquisitivo del ingreso, especialmente de los trabajadores por cuenta propia, informales y jubilados. La situación de caída de ventas está cuantificada en el informe de la Federación Económica de Mendoza y otras entidades empresarias, con la variación por sectores donde, como es de esperar, la baja es más fuerte en los bienes que resultan prescindibles temporalmente. También se advierte sobre el fuerte incremento de costos y los efectos sobre negocios que se ven obligados a cerrar. “La gente compra lo que está más barato o lo que está en oferta y paga con tarjeta de crédito”. El comportamiento de los consumidores se adapta a la realidad económica que explica el desplazamiento de compras de las familias a los negocios mayoristas. Este fenómeno no es nuevo, ya se había producido en las décadas del ’70 y ’80 del siglo pasado.

Los períodos largos de alta inflación generan distorsiones en materia de precios relativos y márgenes de comercialización. Estos últimos aumentan porque los agentes económicos, para cubrirse de los efectos inflacionarios, tratan de preservar su capital de trabajo. Cuando la inflación alcanza niveles como los actuales, si un negocio no maneja adecuadamente sus stocks puede en poco tiempo quedarse con las estanterías vacías y sin recursos para reponer. Estas situaciones explican que los mayoristas puedan vender a precios significativamente más bajos que los supermercados y comercios en general, en particular en rubros como alimentos no perecederos, bebidas, productos de limpieza y tocador. Se señala que el ahorro para las familias puede alcanzar hasta 30%; obviamente con ese margen, si pueden acceder al mayorista lo hacen. Es una respuesta racional adecuada a la situación que se está viviendo. En nuestra provincia existe además una importante red de comercios mayoristas, sobre todo en el Gran Mendoza, localizados en lugares que facilitan el acceso de los nuevos compradores sin grandes costos de desplazamiento. El fenómeno económico que se ha descripto en nuestras páginas ayuda a comprender la intensa discusión que existe en la vitivinicultura sobre los altos márgenes que quedan en la intermediación y lo poco que reciben los productores de uva y vinos. Hechos similares se encuentran en muchas otras cadenas productivas. El “enemigo” no es el comerciante, es la inflación.

Precisamente, el fenómeno contrario al actual se produce en situaciones de estabilidad de precios, sostenidos en el tiempo, como ocurrió durante la Convertibilidad. Los márgenes de comercialización se reducen considerablemente, la estabilidad hace previsibles las compras tanto para los comerciantes como para las familias. Mientras la alta inflación perdure, seguirán las distorsiones.

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