Ventajas y riesgos

Ventajas y riesgos

Agilidad, economía y bajo mantenimiento son algunos de los motivos por los que muchos elegimos la moto para movilizarnos diariamente por la ciudad, las rutas y el campo. Basta con toparse con algún embotellamiento a la salida del comercio en pleno centro para comprobar que con un vehículo de dos ruedas es más fácil escapar de esa infernal fila de vehículos interminable que pelea por cruzar primero el semáforo.

Con una simple maniobra de cintura y golpe de acelerador estaremos en primera fila para picar en punta hacia un tránsito liberado, una vez que tengamos la luz verde de frente. Esa es una de las ventajas que permiten las dos ruedas, pero la moto  también es capaz de convertir a un educado conductor en un “infractor serial” que se permite ciertas licencias que pueden resultar peligrosas y enfrentamientos con el resto de los conductores que comparten la calle.

Con el tiempo, uno irá ajustándose al manejo, según lo indica la Ley de Tránsito. Las motos, las de baja cilindrada  (110 cc-125 cc) son baratas, de muy bajo consumo de combustible y, además, se puede compartir estacionamiento en una playa junto a tres o cuatro motociclistas. Esto abarata sustancialmente los costos para movilizarse para los que trabajan o estudian.

Además, son accesibles ya que los principales negocios dedicados a su venta ofrecen -sólo presentando su DNI y bono de sueldo- la posibilidad de salir andando en moto en unas pocas horas de trámite. Pero ojo, el riesgo es grande. Porque de golpe, un joven o un hombre grande sin experiencia o con pocas horas de manejo, se encuentra con un bólido de dos ruedas que pide andar cada vez más rápido por las calles a medida que tomamos confianza. Es ágil, rápida y si encima ese conductor está furioso por los atascos, el resultado puede tener graves consecuencias para su salud. Cursos de manejo de motovehículos, de manejo defensivo, de educación vial: esa es la parte que falta para que cierre el círculo y nos permita afirmar que la decisión de comprar una moto fue un éxito total.

Por las calles se ve que las motos más chicas son las que andan más rápido. Y sí, son las más ágiles, mientras que las de mayor cilindrada marchan al ritmo del resto de los vehículos. A la hora de encontrar una marcha relativamente segura en moto por las congestionadas arterias urbanas me parece que es muy similar a la de la bicicleta, tan solo unos poquititos (5) kilómetros más rápido.

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