El gobierno y la oposición de Venezuela volverán a medir fuerzas mañana en elecciones de gobernadores, en un país golpeado por cuatro meses de violentas protestas y hundido en una severa crisis económica y política, sin visos de solución.
Unos 18 millones de venezolanos están llamados a elegir, para un período de cuatro años, a las máximas autoridades de los 23 estados del país, entre denuncias de irregularidades y la frustración de muchos que exigieron en las calles comicios generales, con la expectativa de sacar al presidente Nicolás Maduro.
Pero el gobierno no salió ileso de las marchas y de la cuestionada elección de una Asamblea Nacional Constituyente -totalmente oficialista- que, no obstante, aumentó su poder.
Más aislado internacionalmente, incluso con sanciones de Estados Unidos- y acusado de “antidemocrático”, se vio presionado a convocar estas elecciones regionales, que debieron efectuarse en 2016.
Buscando legitimidad en Venezuela y en el exterior, Maduro presenta estos comicios como la validación de su Constituyente, desconocida tanto por la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como por varios países de América y Europa. Aunque la oposición arrasó en las parlamentarias de 2015 su poder fue anulado por la justicia -acusada de oficialista-, por lo que algo similar puede ocurrir esta vez a los gobernadores ante la Constituyente.
Los opositores, muchos molestos con los dirigentes de la MUD por participar en estos comicios tras las protestas, se debaten entre votar para no dejar el camino libre al gobierno o abstenerse para no legitimarlo.
El oficialismo tiene 20 gobernaciones. Con una impopularidad del 80% de Maduro, las encuestas de Datanális y Delphos dan a la oposición de 11 a 18 estados, según sea la abstención, que tradicionalmente se ha ubicado entre 30% y 40%.
Contra reloj, la oposición multiplicó sus llamados a votar contra el gobierno para -dice- sacar al país de una de las peores crisis de su historia. El FMI calculó una caída del PBI de 12% y una inflación de 652% este año.
“Sí voy a votar, necesitamos un país mejor”, dijo Kandy, estudiante de 25 años. Su novio, un músico de 24, terció: “No me interesa votar”. Ambos planean emigrar, como muchos en los últimos meses.
La MUD tiene el reto de vencer el desánimo de sus seguidores, pues luego de las protestas que dejaron unos 125 muertos entre abril y julio, Maduro sigue firme y con su Constituyente.
Al desaliento se suma la desconfianza de los opositores en el Consejo Nacional Electoral (CNE), al que acusan de servir al gobierno.
“Yo también quería que la protesta cambiara al gobierno. Las elecciones no son una transacción. Salgan a votar”, pidió el ex candidato presidencial Henrique Capriles, gobernador saliente de Miranda, principal estado en disputa.
Expectativa por el diálogo poselectoral
Aunque de gobernadores, la elección, opinan analistas, incidirá en la crisis política y en el nivel de presión internacional.
Los contactos para un diálogo que se reanimaron tímidamente en setiembre en República Dominicana, quedaron congelados al considerar la MUD que el gobierno incumplió condiciones. “Esperarán el resultado para ver qué pasa” y decidir si avanzarán en un diálogo, opinó el articulista Francisco Suniaga.
Para la analista Colette Capriles, si la oposición vence cómodamente podrá presionar “una negociación seria que fije las condiciones” de lo que no se consiguió en las calles: las elecciones presidenciales de 2018.