Venezuela, un modelo para no seguir imitando

Todos los países latinoamericanos mantienen cordiales relaciones con el régimen bolivariano de Venezuela, pero son muy pocos los que internamente siguen los polémicos designios políticos y económicos del mismo. Entre ellos está la Argentina que, además, m

Venezuela, un modelo para no seguir imitando

El flamante presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, visitará hoy nuestro país como parte su primera gira por países de la región. Se reunirá con Cristina Fernández de Kirchner y luego participará de un acto político organizado por sectores oficialistas que buscarán apuntalar la creciente afinidad entre el modelo político chavista, que continúa a través de Maduro, y el del kirchnerismo.

La escala argentina del presidente venezolano no es casual. Desde su instalación en el poder, el actual gobierno fue aliado incondicional de Hugo Chávez y de su polémico modelo de gestión que ahora su sucesor pretende perpetuar. Por lo tanto, la actitud del kirchnerismo hacia el presidente de Venezuela no debe sorprender en virtud del mencionado vínculo que siempre ha existido entre los Kirchner y Chávez.
 
Pero lo que sí debe preocupar es que nuestro gobierno siga apostando a un modelo tan cuestionado en el concierto internacional y que ahora, a través de Maduro, deberá rendir cuentas de los desatinos llevados a cabo durante los largos años de conducción del extinto Hugo Chávez.

El proyecto chavista, desde ahora encabezado por quien el fundador del mismo eligiera como su continuador, se encuentra en estos momentos sumamente jaqueado por la delicada situación económica de ese país, que Chávez supo maquillar con su impronta caudillesca, a lo que se le suma un notable resquebrajamiento social y la crisis que en el plano político desencadenó la fuerte sospecha de fraude en las recientes elecciones presidenciales.

El régimen del país caribeño se fue sustentando en el tiempo mediante una ilimitada voracidad por los recursos, cualquiera sea su origen, y por el avasallamiento a las instituciones. Ambos aspectos resultaron vitales para poder justificar el elevadísimo nivel de gastos y endeudamiento con el que se ha venido moviendo durante más de una década. Un calco de lo que sistemáticamente el kirchnerismo ejecuta en los últimos tiempos en nuestro país.

En efecto, la repudiable reforma judicial que el Congreso argentino está a un paso de sancionar constituye la más peligrosa herramienta con la que pueda contar el kirchnerismo para prolongar su estadía en el poder y, de paso, ocultar la desenfrenada corrupción con la que pretende seguir conviviendo.

El espejo venezolano en el que el gobierno nacional continúa mirándose ha comenzado a resquebrajarse, detalle que parece no querer ser advertido o admitido aquí. El menor apoyo popular que experimentó el chavismo en la reciente elección de Maduro puede constituir una respuesta de la ciudadanía de ese país a la ola de inseguridad, a la desmadrada corrupción, a la altísima inflación y a la desaceleración económica que han caracterizado al régimen bolivariano en todos estos años de democracia autoritaria sustentada en el desprecio a las instituciones republicanas.

Sin duda, un modelo que no es aconsejable que siga imitando el kirchnerismo gobernante, también azotado en los últimos meses por el descontento de amplios sectores de nuestra sociedad y por una debilidad política propia cada vez más manifiesta que ha comenzado a poner en evidencia las irregularidades y desatinos que le permitieron construir el poder que ahora pretende mantener a toda costa.

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