Lorena Delgado acudió hace poco al consulado de Venezuela en la capital de Colombia con la esperanza de renovar su pasaporte, se encontró con que las puertas de metal del edificio estaban cerradas.
Días antes, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había roto lazos con la vecina nación andina a la que huyeron más de un millón de compatriotas en los últimos años, retirando a todos los diplomáticos y cerrando el consulado y la embajada.
Juan Guaidó, hombre que desafía la presidencia de Maduro, había nombrado a un nuevo embajador, pero él no sabía cómo ayudarla. Aunque Colombia reconoce a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, el embajador designado por el presidente de la Asamblea Nacional no tiene acceso al consulado ni capacidad para renovar pasaportes. "Te sientes encerrado", dijo Delgado, de 32 años, que necesita viajar al extranjero para solicitar una visa de trabajo. "Estamos como en un limbo".
Sin estructura
Mientras la lucha por el poder en Venezuela se prolonga, surgió una disputa paralela por el control de las embajadas en los países que reconocen a Guaidó como presidente de Venezuela. Aunque los nuevos diplomáticos nombrados por la oposición son reconocidos en todo el mundo, Estados Unidos es el único país en el que controlan un edificio consular. En las demás naciones, los enviados de Guaidó no pueden desempeñar tareas básicas como emitir un pasaporte ya que el Registro Civil de Venezuela sigue controlado por Maduro.
La disputa diplomática dejó a los alrededor de 3,4 millones de venezolanos que se estima que viven en el extranjero estancados entre dos gobiernos. En la mayoría de los países, los empleados consulares siguen realizando tareas como el registro de nacimientos en el extranjero mientras los embajadores de Guaidó permanecen al otro lado de los muros de las legaciones diplomáticas, un símbolo del lento avance del movimiento.
La batalla por el reconocimiento diplomático se libra, en gran medida, a puerta cerrada, pero en algunas ocasiones saltó a la luz pública.
En febrero, la embajadora designada por Guaidó para Costa Rica, María Faría, anunció que tomó el control de la sede diplomática en San José y publicó en Twitter una fotografía en la que aparecía ante una bandera venezolana en el interior del edificio. En el exterior se intercambiaron gritos cuando los representantes del gobierno de Maduro intentaron acceder.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Costa Rica, pese a reconocer a Faría como la embajadora de Venezuela, emitió un comunicado condenando sus acciones y señalando que incumplió el protocolo establecido que da al equipo de Maduro 60 días para irse.
El pasado lunes, el embajador de Guaidó en Estados Unidos anunció que estaba tomando el control del consulado en Nueva York y de dos edificios propiedad del ejército en Washington, donde las imágenes de Maduro fueron sustituidas por retratos de Guaidó.
El canciller venezolano, Jorge Arreaza, acusó a Washington de violar los artículos de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas que requieren que los países anfitriones protejan las embajadas extranjeras aunque no exista relación.
Washington retiró a su personal diplomático de Caracas por motivos de seguridad luego de que Maduro cortó relaciones con la Casa Blanca por su respaldo a Guaidó.
Gustavo Marcano, un alcalde venezolano exiliado que trabaja para la embajada de Guaidó en Estados Unidos, señaló que la adquisición del inmueble forma parte de los intentos para garantizar que los activos de Caracas en el extranjero están protegidos. Washington trabaja también para transferir otras preciadas propiedades, como Citgo, una filial de la compañía petrolera estatal Pdvsa con sede en Houston, a Guaidó.
Aunque no pueden emitir documentos como pasaportes, la legación diplomática busca soluciones para ayudar a los venezolanos que no tienen una identificación válida.
La necesidad manda
En otros países, los embajadores de Guaidó adoptaron un enfoque más amable optando por trabajar lentamente para asumir el control de los consulados junto con el Ministerio de Exteriores de la nación de turno, o evitando el tema por completo.
Humberto Calderón, embajador designado para Colombia, apuntó que está centrado en ayudar a los migrantes venezolanos y consideró que la ocupación de los inmuebles es una potencial fuente de problemas que podría dañar a los colombianos que residen en Venezuela.
En otras naciones, algunos empleados de Maduro se mantuvieron en sus puestos esquivando cautelosamente un enfrentamiento político de alto voltaje.
En Perú, cinco enviados nombrados por Maduro permanecen en su cargo desempeñando tareas consulares. Tras conversaciones con el Ministerio de Exteriores peruano, se alcanzó un acuerdo que les permite seguir en el país y continuar trabajando en la embajada, aunque la nación reconoce al enviado de Guaidó.
Este es un escenario que podría repetirse: pese a que más de 50 jefes de Estado declararon su lealtad a Guaidó, inevitablemente, la necesidad los obligará a aceptar mantener una serie de lazos con el ejecutivo de Maduro.
“En última instancia, no está en el interés de ningún país mantener una embajada que esté gestionada por personal que no tiene capacidad para promover intereses comerciales o consulares”, apuntó Geoff Ramsey, investigador para Venezuela en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos.