Nicolás Maduro tomará posesión hoy para un segundo mandato como presidente de Venezuela, a pesar de que la mayoría de sus vecinos regionales, incluido Estados Unidos, anunciaron que emprenderán una ofensiva diplomática contra el cúpula chavista para forzar la celebración de elecciones democráticas.
El 10 de enero es el día fijado en la Constitución venezolana para dar comienzo al período presidencial. Normalmente, el ascenso al Palacio de Miraflores se escenifica con una ceremonia celebrada en la Asamblea Nacional ante una nutrida representación internacional. Esta vez, será muy distinto.
Controversia
La clave son las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo. Según resultados oficiales, Maduro ganó con un 67 por ciento –más de seis millones de votos–, la peor asistencia a las urnas desde que el chavismo llegó al poder.
Maduro concurrió casi en solitario. Sólo rivalizó con Henri Falcón, que ha sido chavista y opositor por épocas, y con el pastor evangélico Javier Bertucci, con un 20 y un 10 por ciento de los votos, respectivamente.
La Mesa de Unidad Democrática (MUD), coalición disidente, no llevó candidato porque sus principales partidos y líderes fueron inhabilitados o estaban encarcelados.
La falta de una verdadera competencia electoral hizo que gran parte de la comunidad internacional –el Grupo de Lima, Estados Unidos o la Unión Europea– no reconociera estos comicios que el Gobierno, en cambio, defiende como el punto de partida para resolver la crisis política que Venezuela arrastra desde la muerte del comandante Hugo Chávez, hace casi cinco años.
Cuestionamientos
La Asamblea Nacional, en manos de la oposición desde su imponente victoria en las elecciones parlamentarias de 2015, se negó a albergar la toma de posesión de Maduro –que tendrá lugar en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)–, debido a la crisis institucional que estalló tras los comicios de dicho año.
La oposición consiguió una súper mayoría que le permitía renovar instituciones clave e interpelar al presidente y a los ministros.
La MUD perdió tres diputados por supuestas irregularidades en su elección, pero finalmente decidió incorporarlos al hemiciclo ante la tardanza de las autoridades electorales para resolver el caso.
Desde entonces, la Asamblea Nacional está en "desacato" por orden del TSJ, al que a su vez el Parlamento considera ilegítimo, porque sigue integrado por los magistrados chavistas que los diputados venezolanos sustituyeron por otros.
Maduro convocó a elecciones a una Asamblea Constituyente en 2017, según argumentó, para recuperar la normalidad en la vida política venezolana, si bien la oposición –respaldada por la comunidad internacional– optó por no participar por considerar que el proceso era un fraude.
El resultado fue una Asamblea Constituyente netamente 'chavista' que, aunque debía situarse en la cúspide del Estado para elaborar una nueva Carta Magna, funciona como un Parlamento paralelo que da libre albedrío a Maduro y al TSJ oficialista, mientras la Asamblea Nacional permanece anulada y los magistrados designados por ella están en el exilio.
Oposición externa
Además, no habrá mucha presencia de mandatarios extranjeros. De momento, en el ámbito regional, sólo han confirmado asistencia los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega; Cuba, Miguel Díaz-Canel; Bolivia, Evo Morales; y El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, el eje bolivariano, que se ha desintegrado por el cambio de signo político de América latina.
Trece de los 14 países que forman el Grupo de Lima, creado 'para buscar una solución a la crisis en Venezuela", ya anunciaron que no asistirán.
Se trata de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía.
México, el otro integrante del Grupo de Lima, enviará al encargado de negocios de su Embajada en Caracas, marcando distancias, aunque sin romper lazos, con Nicolás Maduro, que sí fue a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, celebrada el 1 de diciembre en Ciudad de México, donde fue recibido a gritos de "dictador".
Estados Unidos y Canadá, alineados con el Grupo de Lima, tampoco estarán, mientras que la Unión Europea no lo ha decidido todavía .
Situación insostenible
Más de tres millones de venezolanos huyeron en los últimos años por la escasez económica que ha vaciado de comida los supermercados y de medicamentos los hospitales y por la inseguridad, que ha convertido a Venezuela en el país más peligroso del mundo en 2018, con 23.047 muertes violentas, de acuerdo con datos de el Observatorio Venezolano de Violencia.
La previsión de Naciones Unidas es que, si la crisis continúa, en 2019 el éxodo venezolano alcanzará los cinco millones de personas.
Maduro culpa del malestar interno al supuesto complot internacional para echarle de Miraflores. Según ha denunciado, incluso habrían intentado acabar con su vida en un atentado el 4 de agosto en Caracas.
Así las cosas, el pulso entre Maduro y sus detractores amenaza con escalar hasta una lucha titánica, con resultados imprevisibles, a partir de hoy.
En ese marco, la oposición ha pedido al pueblo venezolano " estar alerta para respaldar a la única institución legítima, la Asamblea Nacional", y el presidente ha instado a la milicia chavista para "defender la patria con las armas en la mano".
Inflación: más de un millón y medio por ciento
Venezuela registró en 2018 una inflación récord de un 1.698.488 por ciento, según el cálculo realizado por la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, ya que el Gobierno de Nicolás Maduro no publica datos oficiales sobre el estado de la economía desde hace tres años. Los precios subieron un 141,75 por ciento en diciembre.
Es unas de las tres inflaciones más altas en la historia del mundo.
Venezuela sufre desde hace cinco años una recesión económica que ha dejado sin productos de primera necesidad a los venezolanos.