La resolución de la Organización de Estados Americanos ha sido contundente: en Venezuela existe una "grave alteración inconstitucional del orden democrático" y exige al Gobierno de Nicolás Maduro a que restaure la plena autoridad de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.
Indica, entre otros aspectos, que a pesar de la revisión de algunos elementos de la sentencia del Tribunal de Justicia, es esencial que el Gobierno de Venezuela asegure la plena restauración del orden democrático".
La declaración del máximo organismo surgió luego de tres días intensos que se vivieron en aquel país y que comenzó con la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de avanzar sobre el Parlamento, retirando la inmunidad parlamentaria a los legisladores y establecer lo que muchos consideraron un autogolpe institucional.
El rechazo de la fiscal general y la reacción de la comunidad internacional, generaron que el Tribunal de Justicia diera marcha atrás en su decisión, pero esa actitud no logró convencer a los países de la región.
Venezuela es un país que se encuentra sobre un verdadero mar de petróleo. En su momento la industria se encontraba en muy pocas manos, lo que provocaba que no existiera una ordenada distribución de la riqueza, situación que fue aprovechada por Hugo Chávez para impulsar su ansiada "revolución bolivariana".
Mientras el precio del crudo fue importante, todo funcionó a la perfección e inclusive el ingreso de divisas permitió al líder fallecido utilizarlas para exportar la revolución. Según se afirma, los aportes venezolanos para financiar campañas políticas en países de América Latina fueron muchos.
Sin embargo, la caída del precio del petróleo determinó el comienzo de la debacle para la iniciativa chavista y comenzó aún antes de que el ex presidente sufriera su grave enfermedad. Con su muerte, el derrumbe se aceleró. Chávez tenía que decidirse entre dos personas: Nicolás Maduro, un hombre que siempre le fue leal y Diosdado Cabello, con mucha incidencia en las fuerzas armadas pero demasiado personalista.
Al fin se decidió a favor de Maduro. La decepción con el nuevo presidente no tardó en llegar, especialmente cuando comenzó a dar a conocer expresiones insólitas, como la aparición de un pajarito en lo que consideró la reencarnación de Chávez.
La debacle continuó y Maduro no pudo torcer la situación. El hambre y la pobreza ganaron espacios entre el pueblo y el desabastecimiento alcanzó inclusive a todas las capas sociales. A Maduro no le quedó otro camino que utilizar la fuerza para gobernar. Avanzó sobre las libertades individuales, incluyendo la prensa; procedió a la detención de políticos de la oposición y desconoció la decisión popular, reflejada en las firmas, para que procediera a un plebiscito. Y si algo faltaba para ratificar su modelo autoritario, decidió intervenir el Congreso Nacional, fijando que sea la Justicia la que asuma la competencia del Parlamento. Luego intentó despegarse de la resolución pero sus palabras no convencieron a nadie.
La resolución de la asamblea de la Organización de Estados Americanos es ejemplificadora y es el texto más duro aprobado por el organismo contra Maduro.
Plantea la plena vigencia de la Asamblea Nacional, mientras algunos países reclaman la liberación de los presos políticos y hasta la posibilidad de fijar un calendario que incluya los comicios regionales suspendidos indefinidamente el año pasado.
Los países de región deben continuar con la presión, hasta lograr que en Venezuela se imponga el necesario Estado de derecho.
