Venecia aguas adentro

La ciudad, levantada sobre un centenar de islas unidas por singulares puentes, permite un vistazo de sus tesoros desde el vaporetto, por el Gran Canal.

Venecia aguas adentro
Venecia aguas adentro

La primera vista al Canalazzo o Gran Canal le dice al viajero: ¡llegaste! como cierta felicitación por acceder a uno de los destinos más fascinantes del mundo. Como un bucle dibujado en la isla con sus 4 km de extensión, la arteria acuática divide la ciudad dando la posibilidad, a los puentes de estrecharla: Ponte degli Scalzi -junto a la estación de trenes-; el antiquísimo di Rialto y el dell’ Academia cumplen su misión.

El siguiente paso es abordar un Vaporetto -un autobús fluvial- a metros de la estación de trenes, justo donde comienza el espectáculo. El recorrido, de principio a fin da, en poco tiempo, un pantallazo de los tesoros de la urbe entre aguas.

Las conversaciones a viva voz de los locales se mezclan con el ruido del motor y los gritos de los que van en lanchas, y así todo nadie se distrae. Todas las épocas que vio pasar Venecia se agolpan a los lados y también sus curiosidades. Así con los pelos al viento se podrá ver el depósito de Mijo que trascendió la historia no por ser almacén sino porque Napoleón cuando invadió la ciudad le extirpó el león de San Marcos del frente. Ahora se ve su réplica. En frente el Palacio Vendramin Calergi, cuentan que fue última morada del célebre compositor  Richard Wagner quien murió allí en 1883. 

El vaporetto sigue su curso, Ca’ Pesaro -hoy la Galería Internacional de Arte Moderno- es una buena parada para los que tengan tiempo. Gustav Klim, Kandinsky, Paul Klee, Matisse, entre sus muros. Pero ahora no, al regreso.

Luego la Casa de Oro -del siglo XV- alberga a la afamada Galería Franchetti, enfrente más adelante, la Pescheira: mercado bulliciosos de  pescados y mariscos, para disfrutar si se queda en la ciudad. 

El canal dobla, se hace más angosto. Las orillas son una secuencia ininterrumpida de palacetes y muestras del modo de vida entre el agua y la lucha contra la humedad. Se aproxima el ponte de Rialto. Un paso antes, el Correo Central en un magnífico edificio que data de 1528, también conocido como Palazzo dei Canerlenghi. Una belleza. Claro, el mítico puente es más fotografiado, chiquito él, ve pasar los años por su estructura. Su construcción es de 1588 y allí sigue uniendo una importante zona comercial de la isla.

Continúa ante la vista la expresión de los siglos XV y XVI en fachadas prolijas y otras corroídas, aunque no dejan de sorprender.

La segunda gran vuelta se aproxima y a la derecha se destaca el Palacio Municipal denominado también Palacio Balbi. El sitio es famoso por ser el escenario desde donde parten las Regatas que se realizan desde 1315. A su lado, separado por un canal, está la Universidad de Venecia. Inmediatamente después el Palazzo Giustinian donde Wagner vivió y compuso parte de Tristán e Isolda.

El peregrinar sobre el agua continúa. La gente sube y baja, lleva su cotidianidad de orilla en orilla y apenas si nota la gran cantidad de turistas que se atraviesa en su camino. La próxima parada es junto al  puente de la Academia (ahora no, al regreso) y su listado de fachadas extraordinarias, aunque aquí lo extraordinario es corriente. Por la zona Monet, Whistler y Henry James, por nombrar algunos, se afincaron.

Venier dei Leoni aparece ante la vista. Es una casona que debió tener 4 pisos y se quedó en planta baja, se hizo popular porque fue adquirida por Peggy Guggenheim en los 40’ -la afamada coleccionista de arte que también allí montó un museo-.

La silueta de Santa María della Salute, atrae la mirada, y anuncia la Ponta della Dogano,  el final del trayecto acuático por el Gran canal. 
Ahora sí, de regreso, deberá elegir la parada para descubrir los vericuetos de la encantadora Venecia. Sabiendo que todo por allí tiene que ver con el agua, sus canales de diverso ancho y longitud, conectan la ciudad y los transportes públicos como particulares circulan  por ellos, incluso viviendas, puertas y ventanas dan a ellos.

Llegar a su casa en lancha con las compras y que la cortina roce el agua es común por allí. Pequeñas escalinatas que finalizan en un canal o barandas que conducen al agua son postales frecuentes mientras se desanda el interior de la ciudad levantada sobre cientos de islas, y siempre un puente que conduce a otra beldad.

Caminar hasta San Marco

La piazza de San Marco es el destino de ida o vuelta, pero siempre hay que pisarla. Custodiada por el  Campanile -que en una época divisaba los barcos a lo lejos- y la bellísima Basílica de San Marco, es el corolario de la ínsula.

El templo de patente signo bizantino, del siglo XI, cuenta en su fachada  los padecimientos y logros de su santo y en el interior, sus reliquias.

Entre los numerosos edificios se destacan el  Palazzo Ducale, la librería Sansoviniana, las procuradurías, la torre dell’ Orologio -cuyo reloj indica los días y el curso de los planetas y dos moros dan la hora golpeando una campana-.

Pero si hay algo que el viajero no debe dejar de probar es el café, sentado en alguno de los prestigiosos locales centenarios. Dicen que la primera bodega de café se creó en 1638 en el perímetro de la plaza. Aún hoy,  el Florián es un clásico. De hecho es el local más antiguo de Italia, dicen allí los simpáticos mozos, que ofrecen la carta y muestran sus bandejas de plata. Adentro, la atmósfera de imágenes renacentista predomina.

El estilo de terciopelo y adornos dorados como las lámparas de figuras humanas transportan en el tiempo pero nadie quiere estar adentro. El atardecer muere en la plaza que se enciende, y un capuccino sabe mejor por allí, frente al Campanile mientras la orquesta toca. Quizá se sorprenda al notar que los músicos dejan sus instrumentos y se relajan, pero las melodías no cesan. Son los vecinos, la orquesta del Quadri que toma la posta. Ambas agrupaciones se turnan, jamás se interrumpen.

Precisamente el Quadri es el que compite por los transeúntes pero no los agobia tampoco, sólo sugiere un café alla turca, un aperitivo o un helado, simplemente mágico. Cualquiera que elija será el mejor. Piense que en esas sillas se sentaron grandes personajes de todos los tiempos: Rousseau, Proust, Lord Byron, Goethe, Wagner, Hemingway, Thomas Mann,  entre otros. 

Tras el recreo hay que perderse en las callejuelas apretadas entre canales y puentes. En los alrededores de San Marco se concentran hoteles de lujo, restaurantes y tiendas, el teatro de la Fenice y preciosos palazzos para seguir admirando. Las compras son una debilidad, un paseo por la calle Larga XXII Marzo, da todas las razones. Allí se alojan las tiendas de alta costura del mundo y en el medio casas italianas de lujo. Otra opción es la calle Frezzeria y la Mercerie,  que une la Piazza San Marco con el puente de Rialto, repleta de coloridos locales con todo tipo de chucherías. No faltan las máscaras ni los cristales.

Una serenata en el agua

Un grupo de gondolieri se reúne en un canal y entonan una romántica canción de amor. Minutos más tarde, los viajes afloran como por arte de magia. Los jóvenes emprenden los recorridos guiados con otro temita del repertorio, de esos que no fallan. Hay que decir que el soñado viaje parte desde los 85 euros.

Las elegantes góndolas también llevan sin aviso a otros días. De roble, con siete capas de fina laca,  asientos de terciopelo y brocato,  tienen 14 metros de longitud. En el extremo muestran el ferro con seis dientes metálicos que representan los distritos venecianos y de pie el caballero que mira el fondo, aunque lo conoce y habla de tesoros, aunque no existan.

Por los barrios

Cannaregio. Es un sestiere tradicional más alejado del turismo masivo, ése que va por un día, aunque por supuesto en él abundan alojamientos pequeños. En el barrio se encuentra la Madonna dell’Orto, una iglesia gótica con obras de Tintoretto; la Scola Vecchia della Misericordia en el Campo dell’Abbazia y Santa Maria dei Miracoli.

También se puede visitar el Campo dei Mori, con su curiosa estatua de los mercaderes moros y La Sacca della Misericordia, una ensenada artificial que se abre a la laguna y ofrece las mejores vistas sobre las islas de San Michele y Murano. El Ghetto, el barrio judío, el más antiguo del mundo según dicen, cuenta con su museo y su halo místico. También puede verse el palacio que se divisó anteriormente desde el vaporetto: Ca’d’Oro, que alberga la galería Franchetti.

San Polo y Santa Croce. En la zona de la curva más alta del Gran Canal tiene como epicentro al Campo de San Polo con su  iglesia. En tiempos de Carnaval la explanada se toma como pista comunitaria en la que todos juegan a ser otros por unos días. Es frecuente acceder al sestiere por el puente Rialto cuando se visita San Marco. Notará que el ambiente comercial no declina, pues esta zona es de mercaderes desde el siglo XI y no delega su misión a ningún vecino.

Castello. Puede abarcarse desde el Puente della Paglia, y así utilizarlo de mirador del famosísimo Puente de los Suspiros. Luego de atravesarlo comienza el paseo adoquinado de 600 años, llamado Riva degli Schivoni. Allí se ubican los pintores y artistas que retratan al que pasa.

Por la Riva está el Hotel Danieli, con su fachada rosada que fuera levantado hacia el siglo XIV. Allí se representó por primera vez una ópera en Venecia.  En los alrededores, la Estatua de Vittorio Emanuele II, primer Rey de la Italia unificada. Luego la iglesia de La Pietá, famosa desde los tiempos de Vivaldi por los espectáculos y conciertos que la tienen como escenario. Por la misma senda se arriba a la zona de Arsenale sitio en el que se alzaban los astilleros en los que se construyó la poderosa flota naval veneciana. Visitar el  Museo Storico Navale da cuenta del poderío de aquellos días.

La isla de cristal. Recorrer el centenar de islas es casi imposible en los tiempos del viajero. Por ello hay que elegir un par. La sugerencia es, sin dudarlo, Murano, que más que una isla se trata de varias unidas por puentes. Mundialmente conocida por sus cristales, cuenta con varias fábricas y talleres que abren sus puertas al turismo. El Museo del Cristal es un muestrario increíble de los trabajos que se realizan desde hace siglos.

En Internet

www.venezia.net

www.turismovenezia.it

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