Vendimia, un balance con sensación agridulce

La de esta Vendimia fue una Fiesta distinta que permitió hacer un balance desde los planos político, económico e institucional. Hubo varios aspectos positivos, pero también es dable decir que quedó algo de gusto a poco.

Vendimia, un balance con sensación agridulce

No se trató de una Fiesta más; la Vendimia tuvo el condimento especial que se planteaba en el cambio de la gestión provincial, después de 8 años, y de la nacional, luego de 12 años de conducción del FpV. Las diferencias quedaron en evidencia en cada una de las actividades. No hubo presencia masiva de pancartas ni de militantes en los alrededores del palco oficial ni demostraciones políticas en el Acto Central.

Desde el plano político, si bien la presencia de ministros nacionales fue masiva, llamó la atención la ausencia del Presidente. Se adujo “problemas de agenda”, pero el mandatario debió medir la importancia que la Fiesta tiene para la actividad vitivinícola en general, trascendiendo los límites de la provincia. Tres o cuatro horas de presencia en los actos, partiendo desde el desayuno de la Coviar y terminando con el agasajo vendimial podrían haber cambiado la ecuación. No se puede hablar, por supuesto, de alguna diferencia con el gobernador, ya que Cornejo fue uno de los elegidos por Macri para su reciente visita al Vaticano.

El peronismo mendocino demostró que no es el kirchnerismo. Sus dirigentes asistieron a los actos y no adoptaron actitudes altisonantes; se limitaron a escuchar los discursos y a manifestar su oposición con el silencio, sin silbidos ni abucheos, como ha ocurrido últimamente en otros actos a nivel nacional. En el plano negativo sólo quedó la actitud desubicada y maleducada de una dirigente gremial, con fuerte incursión en la política, al agredir e insultar a las autoridades nacionales.

En lo económico, si bien no se esperaban grandes anuncios, en razón de que algunos de los planteos efectuados por las economías regionales ya fueron ejecutados con la implementación de un tipo de cambio más competitivo y la eliminación de las retenciones, hubo pedidos que no recibieron respuesta de parte de las autoridades. En este último plano podemos incluir la implementación de una ley para la derogación del impuesto al champán, lo que a algunos industriales les dejó la duda sobre la posibilidad de que se esté pensando a nivel nacional en una nueva norma legal para los impuestos internos. No hubo respuestas tampoco al planteo sobre la ley de uso de jugos naturales para la edulcoración de gaseosas, ni tampoco se hizo referencia a la necesidad de reducción del costo del transporte, esencial para las economías alejadas del puerto, como es el caso de la vitivinicultura, más aún cuando uno de los pilares del gobierno nacional se fundamenta en la renovación del ferrocarril Belgrano Norte, que beneficiará al noroeste y noreste nacional. Tampoco hubo respuesta a los planteos efectuados por la industria en relación con la necesidad de reducción de la carga impositiva.

En lo institucional, luego de los desplantes de Paco Pérez el año anterior, la presencia del Gobernador y de los ministros nacionales en el agasajo de Vendimia generaron que la reunión alcanzara la importancia que históricamente supo tener y que trasciende el ámbito meramente social. Fue el momento también para escuchar el discurso del ministro de Economía, Enrique Vaquié, quien se manifestó a favor de apoyar los cambios estructurales que la industria ha planteado y de la necesidad de refundar la alianza entre lo público y lo privado, para favorecer una vitivinicultura sustentable.
No fue una Fiesta más. Fue una Fiesta distinta. Y si bien no se puede criticar porque hubo muchos aspectos positivos, también es dable decir que quedó algo de gusto a poco.

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