La Vendimia: más que un suceso cultural

Dejando de lado el hecho artístico, la Fiesta Mayor de los mendocinos genera pasión, solo adhesiones y también rechazos. Folclore, carros y Reinas son parte de la esencia de la provincia.

La Vendimia: más que un suceso cultural
La Vendimia: más que un suceso cultural

La Fiesta Nacional de la Vendimia es, sin dudas, uno de los íconos más representativos de la cultura de Mendoza. Desde hace 75 años, esta fiesta que celebra el fin de la cosecha ha sido y es uno de los momentos más esperados del año. Al igual que el vino, festejado en el mundo entero, la celebración local es una de las más importantes del planeta. Aunque suene exagerado afirmarlo, ninguna de las fiestas que se realizan en otras ciudades del mundo celebrando la llegada del vino nuevo trasciende como lo hace la que se vive en el Frank Romero Day.

"Las multitudes llenan las calles para ver un desfile de reinas de belleza", aseguraba la revista National Geographic el año pasado, cuando la eligió como el segundo mejor festejo de cosecha del planeta. Quizá decir que es un atractivo para miles de turistas que llegan para poder ver con sus propios ojos este fenómeno sea una obviedad, pero en los últimos años nos acostumbramos a compartirla con los miles de argentinos y extranjeros que llegan a la provincia para disfrutar de esa semana de marzo.

Pero más allá de lo que genera en los visitantes, la repercusión que tiene entre los mendocinos es un fenómeno en sí mismo. Ya la primera vez que se realizó, en 1936, la multitud que se acercó al Parque General San Martín dio el puntapié inicial para lo que se convertiría en un sinónimo de Mendoza.

Con voces a favor y otras en contra, durante los últimos días de febrero y los primeros de marzo en la provincia no se habla de otra cosa que no sea de "la Fiesta". Es que este hecho artístico trasciende las fronteras de la cultura y atraviesa todos los sectores de la sociedad. Los actores de la política y la economía regional también se ven involucrados en este tema que, una vez al año, une hasta a los que piensan distinto. En las oficinas, en las calles y hasta en los bares, personas de distintas edades critican, apoyan o dan simplemente su opinión sobre la Reina elegida, la organización para la venta de entradas o la velocidad en la que pasaron los carros durante el Carrusel.

Pasión de multitudes

Nos asombramos cada año con los miles de visitantes que llegan desde temprano a las principales calles céntricas para conseguir un "buen lugar" que les permita ver de cerca a las Reinas que desfilan en la Vía Blanca o en el Carrusel.

Preparados con sus canastitas que reciclan cada temporada, y con la garganta lista para gritar, los más chiquitos se cuelgan de sus padres para atrapar aunque sea una manzana. Los grandes tampoco pierden oportunidad y "luchan" por atajar un pesado melón lavallino o, si tienen suerte, un buen tinto.

Los más organizados reservan varios días antes mesas en los bares y cafés sobre avenida San Martín y sus veredas se transforman en una suerte de espacios vip. Sin embargo, hay muchos que no gustan de este tipo de espectáculos. Carrusel y Vía Blanca no son para todos los gustos, claro, y hay quienes suman comentarios diciendo lo difícil que estuvo el tránsito ese día o la suciedad que quedó en las calles.

Pero no hay una situación en la provincia que genere más debate que la elección de la Reina Nacional de la Vendimia. Las uniones vecinales que buscan a las más lindas de sus zonas para candidatearlas por los distritos, las jóvenes que se autopostulan en las redes sociales y hasta las consagradas en la Fiesta Central, todo es cuestionable.

"El padre trabaja en la municipalidad", "La Virreina es mucho más linda", "¿Esa chica no fue Reina de otra cosa?", son algunas de las frases que resuenan cada vez que en el diario aparecen las soberanas. Si ganó fue por alguna razón no muy santa. Si perdió fue porque hubo acomodo. Pocas veces una Reina conforma a su pueblo y Mendoza no es la excepción. Para nada. Las preferimos rubias para que parezcan extranjeras.

Al año siguiente le debe tocar a una morocha, para que represente a la mujer argentina. "Lo que es esencial es que sepa idiomas, para mostrar Mendoza en el mundo", dicen otros. "No tiene porte de Reina", aseguran con firmeza las señoras, aunque todavía nadie explicó qué significa esa frase.

Para muchos aún no está claro si es un concurso de belleza o una elección en la que se premia la simpleza, la dulzura, la cultura o el intelecto de las chicas. De las primeras Reinas cosechadoras nada quedó. Las fiestas entre los surcos en las que se elegía a la más linda de la cosecha ya son parte de la historia. Algunas de las nuevas soberanas no conocen ni siquiera las cepas que se producen en nuestras tierras. Pero todas posan con la copa de malbec en la mano.

Cuando creíamos que la polémica por unas fotos subidas de tono, un video comprometedor, el todavía no aclarado conflicto con los artistas que obligó a suspender la repetición del año pasado, y otros "bochornos" que conmocionaron a la opinión pública iban a quedar en la historia como los escándalos que casi opacan la Vendimia, nada pudo minimizar la trascendencia de la Fiesta Máxima de Mendoza.

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