La Fiesta Nacional de la Vendimia es, para la cultura popular mendocina el amanecer del año nuevo provincial, aquel en el que el tiempo de cosecha indica el final de 365 días de pujante y tenaz labor y el inicio de otro período en el que todo se vuelve a reiniciar con igual pero a la vez renovado espíritu.
Estos momentos de intensa festividad son aquellos en que el pueblo de Mendoza comparte con el mundo la buena nueva de sus frutos, en particular con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que nos honran con su presencia, compartiendo las alegrías.
La Fiesta Vendimial es el más espectacular proceso de cultura popular que ocurre durante todo el año en la provincia, que se inicia barrio por barrio y a partir de allí los pequeños festejos se trasladan distrito por distrito, municipio tras municipio hasta llegar a los estrados del gran Anfiteatro local donde los artistas exponen lo mejor de sí mismos y las reinas departamentales simbolizan con su belleza externa e interior una especie de monarquía cultural que nada tiene que ver con reyes o aristocracias, sino con los honores con que se homenajea la labor de los trabajadores de la industria del vino.
Nada que ver con la majestad de los oropeles y los faustos, todo que ver con la majestad del trabajo como forma de realización del ser humano y de las comunidades forjadas por el esfuerzo de sus manos y la inteligencia de sus mentes.
Mendoza, con sus festividades pretende mostrar un panorama de lo mejor de sí misma para que los visitantes difundan sus experiencias, sus sentires y se preparen para retornar otra vez a revivirlas y promoverlas a quienes mañana se agregarán a esta gran invitación, a esta gran convocatoria de los mendocinos a compartir lo propio con todos los demás, a hacerlo un poco de todos ellos también.
Mendoza no es sólo vitivinicultura desde el punto de vista económico, ya que su pujanza laboral se manifiesta en una importantísima estructura agroindustrial y otra energética que permiten un desarrollo integral de la provincia.
Sin embargo, la industria de la vid se fue transformando con el correr de los tiempos en la más cabal expresión de síntesis entre su naturaleza productiva y sus facetas espirituales. Se trata, en palabras bien simples pero precisas, de la cultura del trabajo que identifica a este pueblo.
Todo esto, que viene de tiempos inmemoriales, se ha magnificado en el siglo XXI con el desarrollo muy profundo de su actividad turística, la cual se ha internacionalizado como nunca, a partir de una proliferación de calles y plazas renovadas, de restaurantes de nivel internacional, de expresiones artísticas para satisfacer los más variados gustos y particularmente de toda una infraestructura relacionada con nuestra industria madre, donde bodegas, cultivos y todo lo que se relaciona con las maravillas de las artesanías del vino, ha devenido también un deleite turístico de altísima calidad.
Bienvenidos entonces, a esta tierra bautizada como del sol y del buen vino, de una Mendoza que se abre por entera al mundo.