A veces juega bien, en otras oportunidades no tanto; le hicieron el 50% de los goles en el arranque de los segundos tiempos pero responde en los epílogos donde anota casi siempre y ayer no fue la excepción. Lo único concreto es que suma. Siempre suma. Muchas veces menos de lo que mereció y otras tantas se quedó en su haber con puntos por los que hizo poco.
La constante es que avanza. A gran velocidad en una parte del torneo (llegó a acumular siete partidos seguidos sin derrotas) y hoy acelera a velocidad crucero (una derrota y dos empates es la última seguidilla). Ayer, en Posadas, trepó una unidad más en los promedios y quedó un sabor amargo de boca.
Crucero del Norte fue, por escándalo, el rival más pobre que enfrentó. Sorprendió, desde un inicio, la tremenda pasividad del local a la hora de presionar por la recuperación del balón. Independiente trasladaba, trepaba metros en el campo de juego, casi sin resistencia hasta el borde del área grande.
Algo inaudito. La Lepra movía la pelota a lo ancho, entraba sin inconvenientes por las bandas y Encina hacía estragos encarando hacia adelante sobre todo porque la marca era tibia. En un momento parecía uno de esos partidos homenaje o despedida de un jugador. Hasta Independiente estaba atónito de lo que veía de Crucero y sabía que en cuanto acertara un par de pases abría el marcador.
Pero en una jugada sacada totalmente de contexto, Crucero cruzó la línea media y en la primera que tuvo la cambió por gol. Sin hacer casi nada, el local ganaba. Golpe que el Azul iba a dar acuse de recibo. Le dolió. Hacía mella en la autoestima porque la Lepra no llegó más en la primera parte.
Y para el complemento el escenario no cambió. Crucero se aferró a defender con uñas y dientes ese tesoro que había encontrado. Hasta pudo sentenciar la historia en una contra que terminó en un disparo al travesaño de Váttimos. Ya al Azul le era complicado meterse en la zona caliente porque el local acumulaba gente hacia atrás.
Era eso, amontonar gente. Porque seguía defendiendo mal. Era el rival más pobre y está bien que Crucero sea el colero de la B Nacional. Hasta que llegaron esos últimos minutos de partidos que son una bendición para la Lepra. Y en una polémica jugada, a un minuto del final, Dolci metió un zurdazo para el 1-1.
Sí, vale seguir sumando pero los paupérrimos argumentos del Colectivero le quitan valor a la unidad. Independiente sabe que debe conseguir el 50% de los puntos para soñar con la permanencia. Está cerca de lo que necesita. Por eso Astudillo puso velocidad crucero.
¿Le alcanzará?