Vasos comunicantes de la economía mundial

La crisis de Grecia y de China nos muestra un sistema de interconexión para el que hay que estar preparados ya que siempre hay consecuencias, a veces positivas.

Vasos comunicantes de la economía mundial

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

El proceso de globalización llevó a que todos los mercados estuvieran interconectados y que algunas situaciones desfavorables para unos fueran positivas para otros. Esta suerte de sistema de vasos comunicantes se experimentó en 2001, cuando la recesión en EEUU llevó a una brusca baja de la tasa de interés, una devaluación del dólar y la consecuente revaluación de los precios de las materias primas y de las monedas del resto de los países.

En esa ocasión, el euro llegó a 1,50 ante el dólar y se mantuvo bastante tiempo, suficiente como para poner en crisis a la mayoría de las economías europeas que habían perdido competitividad y tenían caídas en los niveles de actividad, que financiaban con deuda.

Esta historia se cerró después de la crisis de las hipotecas en EEUU en 2008. En esa ocasión hubo una grave crisis bancaria mundial y una caída profunda en la economía norteamericana. Esta crisis afectó al sistema crediticio mundial y eso hizo eclosión en Europa en 2009 y estalló en 2010 en Grecia, Portugal, España e Irlanda, principalmente.

En la actualidad estamos viviendo una circunstancia similar, aunque con varios jugadores involucrados. Uno nunca sabe cuál es el punto de partida, pero suele ocurrir que a veces, como en este caso, se juntan varios desequilibrios y hacen saltar chispas al sistema.

Nuevos actores, iguales miedos

El mundo venía preocupado por Grecia, pero era una crisis acotada porque su economía es pequeña. Pero silenciosamente se arrastraba la caída de los precios de las materias primas por un doble efecto de caída de la demanda (básicamente por China en granos y EEUU en petróleo). Pero la baja del crudo había beneficiado a los países europeos al bajarles sus costos y la caída de los granos permitía mantener a raya los precios de los alimentos. Se había devaluado el euro y eso ayudaba a mejorar el nivel de actividad de varios países en problemas.

En silencio se preparaban varias circunstancias. Por un lado, en China, los operadores se endeudaban para comprar acciones, haciendo subir sus valores a niveles poco sustentables pero, incluso, muchas familias hipotecaban sus casas para tener recursos para subirse a lo que se transformó en una burbuja. Ahora, las acciones comenzaron a caer porque la economía china se está ralentizando y todos los que se habían apalancado con deudas están saliendo en forma urgente para perder lo menos posible.

En el medio, la economía de EEUU no sólo no se recupera sino que está en riesgo de recesión, por causa de la caída de ventas a China y porque perdió competitividad ante Europa, mientras los países emergentes, sobre todo los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tienen sus problemas, no ayudan a la economía mundial sino que dependen de ella. De todos, al que más miedo le tienen los mercados es a Brasil, donde se combinan problemas económicos con graves denuncias de corrupción que han llegado a poner en duda la continuidad de la presidenta Dilma Rousseff.

El impacto sobre Argentina

Argentina está en el mundo y, a pesar de todo esto, todavía hay viento de cola, sólo que algunos en el gobierno se empeñan en poner ventiladores de frente. La crisis actual hizo caer algunos precios pero la mayor limitación para nuestras exportaciones es la pérdida de competitividad del tipo de cambio por efecto de la inflación.

Es real que hay posibilidades de algunos problemas si China baja su demanda de alimentos y si Brasil no mejora su desempeño pero, en el medio del panorama, han mejorado aspectos como la valuación de las monedas de la región, que se revaluaron al volver a devaluarse un poco el dólar en el mundo al diluirse la posibilidad de una pronta suba de tasas de interés en EEUU. El sistema está inestable pero sigue avanzando y Argentina debe despejar una cadena de distorsiones acumuladas para poder aprovechar. Si al mundo le fuera muy bien, nosotros tendríamos serios problemas para competir pues nuestra economía es muy ineficiente y con muy bajos niveles de productividad.

Para poder competir hay que mejorar hacia adentro y estar siempre preparado para afrontar situaciones complejas ya que el mundo muestra una grave pobreza a nivel dirigencial, que es la causa principal de las crisis.

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