Narrar lo que hemos vivido en estos últimos años, es imposible. Tanta corrupción que nos ha despertado y sorprendido que hasta nos hemos ya acostumbrado. Ni el mejor libreto de Francis Coppola, ni las series de Netflix , se animaron a tanto. Y así nos sumergimos en la mirada del mundo que nos llevan a las portadas, con titulares de la gran corrupción en Argentina.
Y de ahí surgen las preguntas que a uno le hacen cuando no pueden entender que este ser siniestro y calculador y con tantas causas esté ocupando una banca de senadora cuando ya debería estar entre las rejas. En un país serio, ella estaría no solo dando explicaciones sino devolviendo todo lo robado de las arcas de la Nación por haberse enriquecido sin límites y sin tapujos.
Ha sido tan grande el robo que hoy ya verlos desfilar por Comodoro Py se transforma en una verdadera pasarela parisina, con la diferencia que estos son ladrones. Con sus manos con esposas, sus egos y su poderío, pasan quebrados ante la mirada de todos nosotros.
Y así estamos intentando despegar y no volver a mirar atrás con estos baldazos que nos dejan helado de no haber dimensionado los millones y millones que han circulado entre los poderosos y el cachetazo en el país inundado en la pobreza y la desazón. La injusticia social.
La Divina comedia se cae a pedazos, y ella, como siempre, desfila por el Senado con su arrogancia y soberbia que siempre la caracterizó. Sin embargo, ahora deberá hacerlo sabiendo que no podrá caminar nunca más tranquila por la calle porque no hay peor castigo que la condena social y la estupidez y la ignorancia del fanatismo que ella misma alimentó.
Calles y monumentos, terminales de ómnibus, centros culturales y tantos más, llevan el nombre del ya difunto que fue el pionero de este vaciamiento que hizo el kirchnerismo y dejándole los rieles a su cómplice y socia.
Ella no solo se endulzó de robar sino que se enfermó con el Complejo de Hubris, el síndrome del poder y que todo lo puede.
Ecuador ya decidió sacar el monumento de este innombrable, porque para ellos es sinónimo de corrupción. Deberíamos imitar a nuestros hermanos ecuatorianos y despertar de una vez. Borges, Sabato, Favaloro, el Ara San Juan o tantos seres que han llevado nuestros colores a la cima del mundo sin ensuciarlo con escándalos, robos o corrupción, son los que se merecen una distinción. Ejemplos que enorgullecen a los argentinos.
Anestesiados de esta vorágine de cuadernos, bolsos y valijas. Leyendo tantos nombres de empresarios y políticos que ya nos mareamos. Un ex vicepresidente preso, ministros y esta ensalada de corrupción que da repulsión.
Que devuelvan lo robado y la ley de extinción de dominio sea una realidad para todos los argentinos que queremos justicia y verdad. Que se cambien los nombres de toda institución o calle o escuela que lleva su nombre... ¡Basta de fueros a los corruptos!
Nunca olvido cuando la jefa dijo: - ¡Vamos por todo! Y casi lo logra.
Fernando Falchi
DNI 4.234.996