Valle de Uco, el precio justo por Diego Stortini

Es legitimo que en una región como el Valle de Uco, donde el esfuerzo por invertir y transformar el sector productivo ha sido notable, el precio pagado por la uva sea suficiente no solo para cubrir los costos de producción agrícola, sino también para continuar este virtuoso proceso de transformación, perfilando a la industria hacia la calidad y competitividad internacional.

En estos días, se escucha que el mercado interno sigue deprimiendo el consumo, y que se presenta una cosecha mundial record que condiciona negativamente los precios de la uva por “exceso de stock”. No han pasado mas de 3 años desde que la industria importaba vinos, por “circunstancias de escases”. Definitivamente, el corto plazo de las circunstancias de mercado no permite la formación de precios justos.

Ciertamente el mercado domestico es el mas importante en volumen ya que representa el 75% de la producción vitivinícola. Pero también es una realidad que desde el 2008 hasta hoy el mercado interno se redujo en un 20% en volumen, especialmente los vinos de baja calidad, ya sea por una cuestión de salud, de hábitos o de economía familiar.

Las exportaciones, con idas y vueltas, en los últimos 20 años se han incrementado notablemente. Pasaron de 682.334 hectolitros en los años 2000 a 2 millones de hectolitros hoy. Un indicador mas alentador es el valor agregado exportado, con un aumento promedio d el 10% anual medido en dólares, durante el mismo periodo. De los últimos 10 años, hemos tenido 7 años con retraso cambiario y desincentivo a la exportación. Eso explica por que no hemos logrado los objetivos de exportar mas, especialmente en segmentos de bajos precios.

Todo indica que esforzarse en producir uvas y vinos de calidad mejora la competitividad ante la ya consolidada tendencia mundial de reducir el consumo en volumen, pero aumentar la calidad consumida. La vitivinicultura debe ver la calidad y el mercado externo como eje para su desarrollo a raíz de su crecimiento permanente. Asi, la vitivinicultura se transformaría en motor de crecimiento regional para la provincia de Mendoza.

Independientemente de la coyuntura, nuestros productores deben apostar a relaciones de integración productiva, con contrato o sin contrato, buscando un horizonte de mediano plazo para la producción primaria. Un modelo productivo tecnificado y de calidad es la llave para integrar a los productores, y la industria debe asumir su responsabilidad de cuidar el valor que le aporta la materia prima.

En cuanto a la cosecha 2019, en el Valle de Uco esperamos una cosecha normal para la mayoría de las variedades. Sin embargo, para el Malbec, lo que se veía al principio como año de buena cosecha probablemente no sea así. Los fríos y lluvias diezmaron la floración, y en general esta variedad viene con algunos problemas de cuaje con menos semillas en los granos y un crecimiento aletargado, consecuentemente racimos de menor peso.

En el Valle de Uco, nuestros productores deben apuntar a rendimientos equilibrados, buen potencial genético y tecnificación en los viñedos y tener como objetivo los 100 quintales por hectárea, o mas dependiendo el varietal, para ser rentables. Por el lado del costo, el mismo productor tecnificado y de calidad tiene un costo de U$ 5500 por hectárea, incluyendo cosecha y acarreo (U$D 0,55 por kilo en un buen viñedo).

El precio justo, será aquel que aliente a nuestros productores a emplear métodos productivos orientados a la calidad. Fijar un único precio bajo el rigor de las circunstancias, basándose en un cepage unico de calidad promedio baja, como esta sucediendo en el Valle de Uco se contrapone a la construcción de una estrategia de largo plazo para nuestra economía regional. Ineludiblemente, este camino orienta al productor hacia la producción de volumen y en un esquema mono varietal, desalentando su esfuerzo de inversión hacia la innovación, con el riesgo de perder la identidad y diversidad lograda con mucho tiempo y dinero .