Validez de la figura del arrepentido

Haber legalizado en la Argentina la figura del arrepentido para los delitos de corrupción ha sido un hecho de significativa importancia.

Validez de la figura del arrepentido
Validez de la figura del arrepentido

Pese a que la figura del arrepentido viene a cubrir un gran vacío legal, era lógicamente esperable que, en especial, aquellos implicados en la corruptela generalizada que tuvo lugar en el Estado entre políticos y empresarios, pusieran el grito en el cielo tratando de desmerecer la ley que autoriza hacer valer las confesiones de los implicados.

Sostienen que quien admite tales delitos no lo hace por voluntad propia sino forzado por la amenaza de su detención inmediata, que lo hace dejarse llevar por lo que le pide el juez o fiscal, con lo cual su testimonio carece de validez por tratarse de algo forzado, orientado.

Sin embargo, no es así. Esta figura jurídica se aplica en casi todos los países desarrollados, en ninguno coartó la libertad de declarar y sus resultados la mayoría de los veces fueron contundentes para esclarecer delitos de muy difícil resolución de no ser por estas alternativas.

Ocurre que el arrepentido, si bien puede obtener una rebaja de pena o la exención de prisión hasta el juicio si declara de modo tal que aporte nuevas pruebas para implicar a las cabezas de la corrupción, por el otro lado, en el caso de que se descubra que lo que dijo es falso el castigo que le espera será incluso mayor al que le corresponde por sus delitos, ya que se le agregarán las penas por falso testimonio.

El reciente pero ya célebre caso de los cuadernos del chofer Centeno marca un antes y un después en la lucha contra la corrupción, porque es la punta del iceberg desde donde se comienza a desnudar la trama de la corrupción que durante el gobierno anterior se efectuó con el tema de la obra pública. Su importancia estriba en que el entrecruzamiento de datos que se dio a partir del análisis de tales cuadernos, pone en escena una macabra asociación ilícita para delinquir desde el Estado, compuesta por personajes públicos y privados. Algo que si bien se presumía desde mucho antes, ahora se verifica con pruebas contundentes que, no obstante su indudable valor, son apenas el inicio de una catarata de secretos que salen a la luz con reflejos que resultan insoportables para los malvivientes.

En este contexto, los arrepentidos, que cada día son más, significan un aporte muy valioso no sólo para testificar contra los delincuentes mayores a cuyas órdenes sirvieron, sino para ayudar a descubrir la ruta del dinero con el cual el poder político hizo uso y abuso de los privilegios que otorga la función pública para la acumulación ilegal con finalidades privadas, partidarias o de facción.

La increíble precisión con que coinciden todas las múltiples y crecientes declaraciones de los arrepentidos hablan de una maquinaria sistemáticamente armada para el despojo, que fue mucho más allá del mero financiamiento espurio de las campañas políticas. Acá, desde las principales cabezas del poder político emanaron las instrucciones por las cuales se montó toda una operatoria de corrupción, donde prácticamente no se dejó fuera a ningún empresario del sector. Algunos aceptaron participar en los delitos por la insoportable presión sufrida, pero no son menos los casos donde el empresario fue cómplice directo y voluntario porque era la forma más sencilla de acceder al dinero fácil.

Ese dinero que nunca fue de los corruptores sino del pueblo todo, la verdadera víctima de esta colosal exacción ilegal, lo que además la hace moralmente intolerable.

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