Se inició en el difícil arte de los puños en 1931, bajo la dirección de Ginés Jorquera, pero luego fue Pascual Ana el director técnico que lo guio en su extensa trayectoria pugilística. Había dejado el reformatorio para dedicarse al deporte.
Podemos decir que fue una de las figuras brillantes del boxeo mendocino. El primer boxeador de nuestra provincia que participó de un certamen internacional representando a Argentina. Valeriano Mesa se clasificó para los Juegos Panamericanos de Dallas en 1937 tras superar al dos veces olímpico Juan J. Trillo y llegó a la final del certamen Panamericano, donde fue derrotado por un estadounidense. También fue campeón argentino mosca en un certamen que se disputó en Mendoza en 1938.
De acción estilada, veloz, luciendo excelente justeza en la colocación de los golpes, era fiel expresión del arte de la defensa personal. Siendo aún niño ya se distinguió con condiciones de excepción y ello le valió -con 16 años- integrar la delegación mendocina al torneo selectivo para formar el plantel para los Juegos de Dallas.
En peso mosca figuraba el porteño Juan José Trillo, un valor considerado imbatible, como campeón argentino y sudamericano, dos veces representante olímpico y con mucha experiencia, al que el mendocino enfrentó en la final. Más allá de que Trillo era el favorito, Mesa, con notable entereza y con su boxeo sutil, fue superando al campeón y en un pasaje del combate, con una izquierda, le provocó el primer KO a Trillo en su carrera.
Así ganó el pasaje para los Juegos Panamericanos de Dallas, siendo el primer mendocino en representar al país en un certamen internacional. Se le conocía como “El Pibe de Oro” o “El Pibe de Dallas”, ya que además fue el más joven de la delegación. En ese Panamericano fue subcampeón.
Fue luego campeón argentino de la categoría mosca en 1937 y 1938; campeón mendocino en 1934 y 1939 y titular de un torneo “Vendimia”.
Cuando fue a los Panamericanos también jugaba al fútbol en la quinta categoría de Gimnasia y Esgrima.
Cumplió cerca de 65 combates como aficionado.
En 1943 ingresó al campo rentado. En esa etapa protagonizó 44 peleas, también supo de halagos y sus reconocidas y destacadas condiciones le permitieron enfrentar a las principales figuras del momento en el ambiente nacional.
Fue fondista del Luna Park y en la larga lista de rivales figuran los nombres de Alfredo Prada, José María Gatica (ver aparte), Giménez, Carlos Beulchi, José Ríos y, en Chile, Salinas.
Alguna vez un periodista porteño aseguró que "hace moñitos en el ring y desconcierta a los rivales. Parece que bailara sobre un pañuelo", para graficar la variedad de recursos que sabía lucir Mesa.
Estilista auténtico, con velocidad y justeza en la colocación de sus manos, "soy admirador del verdadero arte de la defensa personal. Esa es la esencia del boxeo. Es factor principal del que desee hacer carrera, llevar una vida ordenada, con disciplina. Gracias a ello yo pude retirarme en perfectas condiciones luego de veinte años de actividad", contó en algún momento a Los Andes quien después de su retiro se dedicó a entrenar púgiles en el Club Luis Ángel Firpo, entre ellos Valeriano Núñez, de actuación destacada en Europa.
“Figura representativa de un estilo, de una época. Habrá que lamentar la irreparable pérdida de un grande del boxeo mendocino y nacional, pero por sobre todo, se extrañará la estampa de un tipo bueno que supo conquistar lo mejor, dentro y fuera de un ring: la amistad”, dijo Los Andes el día de su muerte.
Las cuatro peleas con el Mono Gatica
Fueron cuatro las oportunidades que chocaron el mendocino y el puntano. La primera vez que se enfrentaron fue el 13 de marzo de 1948, en Buenos Aires: el "Mono" Gatica ganó por puntos en 10 rounds. La pelea, según consignó Los Andes, fue de bajo nivel técnico y prevaleció en las tarjetas la idolatría del puntano.
La revancha se hizo el 29 de enero de 1949, en Mendoza, y allí Valeriano Mesa, entre su gente, logró un empate en 10 asaltos. Fue en el extinto Babilonia y se asegura que el combate se caracterizó por su desarrollo intenso. Además ese día se batió un récord de recaudación (47.527 pesos). En aquel combate Mesa dio 60,500 en la balanza y Gatica 64,550, por lo que el puntano tuvo que aceptar dar ventaja de una onza en los guantes.
Gatica hizo la pelea que más le convenía, es decir acortar distancias y entrar en el cuerpo a cuerpo, mientras que la acción defensiva del mendocino y su más empinada calidad técnica fueron lo que le permitió emparejar la lid.
Con la sangre en el ojo, Gatica quiso un nuevo combate, en el Luna Park. Y prometió al periodismo ganar por nocaut en el primer round, "para que no escriban ni digan giladas", señaló.
Pese a que le pidieron que lo dejara "durar" a Mesa, el 14 de mayo de 1949 Gatica lo durmió en apenas dos minutos. "Me equivoqué en no esperar el tiempo prudencial después de la primera caída", decía Mesa.
Pero para un desquite completo, un año más tarde, el 6 de mayo de 1950, Gatica peleó nuevamente con Mesa, pero en Mendoza, ganándole por nocaut en el octavo round. Y se terminó el pleito...
ídolo precoz
En sus comienzos, Valeriano se convirtió en un ídolo popular y se ganó páginas enteras de Los Andes, en un momento en que la fotografía no era muy común.