Valencia: ciudad en llamas

Con las fallas arden los muñecos gigantes en las esquinas y los corazones de los habitantes que, entre verbenas, desfiles y ofrendas a la Virgen, pasan 5 días de jolgorio ininterrumpido.

Valencia: ciudad en llamas
Valencia: ciudad en llamas

No hay época más bella en Valencia que los días previos a la fiesta de San José. Todos apuraditos corren para tener en orden los ninots, los vestidos de las falleras, las flores para la Virgen. En las casas y en el mercado los productos autóctonos vuelan al fuego porque la gastronomía es parte de la fiesta. Las fallas (llamas en Valenciano) son la causa de tanto alboroto, y cómo no.

Desde aquellos días en el Medievo, cuando los carpinteros sacaban los trastos para hacerlos cenizas el día del patrono hasta hoy, (todos los habitantes), la región entera perfeccionó los arreglos y los momentos clave que durante 5 días -desde hoy hasta el 19- mantienen a todos en pleno jolgorio.

Pólvora, fuegos artificiales, estruendos, gritos de alegría y brindis, la acústica de la celebración. La cremá es el mágico momento en el que todas las fallas estallan en llamas, exactamente a las 12 de la noche del Día de San José. En cada calle de los barrios céntricos los ninots, muñecos gigantes, generalmente sátiras de personajes que han sido relevantes en el año, se confeccionan con dedicada paciencia y también con la ilusión de que el suyo sea el votado por el público para ser salvado del fuego y así habitar el Museo de las Fallas.

Todo comenzó hoy por la mañana cuando con la plantá van tomando lugar, con sus vallas para protegerlos, los grandes monumentos falleros. Cerca del medio día la mascletàs, que se repite cada jornada, una desopilante batería pirotécnica que desde el Ayuntamiento se dispara haciendo temblar los cimientos. Luego hay verbenas, desfiles, eventos de fuegos de artificio hacia el río y por el Paseo de la Alameda.

Lo mejor es ver a familias enteras compartiendo chocolate caliente por la mañana, cañas y bocadillos y buñuelos, como horchata por la tarde y todo tipo de delicia con arroz, las famosas paellas de mar o de monte, que hasta compiten por el mejor sabor. Las ofrendas a la Virgen, el nuevo manto de flores que se renueva año a año es uno de los momentos célebres. Todo hasta que el 19 por fin, las llamas se apoderen de la ciudad.

La evolución del fuego

Desde mediados del siglo XVIII hay testimonios de esta celebración cuando, con humildes muñecos que representaban a algún vecino o personaje popular, se celebraba al patrono poniendo todo al fuego.

Cajones, viruta, maderas alfombras, maniquíes vestidos con ropas viejas y caretas de cartón apasionados por las llamas y toda la barriada colaborando. Los pequeños pedían a los vecinos ropa viaja para vestir a los muñecos y todo lo que fuera para quemar.

Ya hacia 1900 se organizó la fiesta; habían comisiones falleras que contrataban artistas para diseñar los ninots; así nacieron los primeros especialistas o Artista Fallero.

Papel maché y pasta de piedra, hasta los materiales de nuestros días sintéticos que se moldean con facilidad y dan gran colorido a los muñecos, la empresa de las fallas sigue acomodándose a los tiempos. Hay ejemplos de hasta 30 metros de alto, y otros cuya perfección hace entristecer a los visitantes cuando los ven arder.

Lo que no ha cambiado es esa sensación de libertad, eso de tirar todo al fuego como para un nuevo empezar, como para dar otra oportunidad al año, de la mano de la primavera.

Curiosidades

El manto de flores que cubrirá a la Virgen de los Desamparados está inspirado en un dibujo del siglo XVI. Se formará con los ramos de flores que depositarán los falleros los días 17 y 18 de marzo durante la ofrenda de flores a la patrona de Valencia.

Católicas y paganas. Dicen que las fallas fueron creadas algo casualmente por el gremio de quienes queman, en la víspera del día de su patrón, San José, en una hoguera purificadora, las virutas y trastos viejos sobrantes, haciendo limpieza de los talleres antes de entrar la primavera.

Además, quemaban sus "parots" (estructuras de las que colgaban los candiles que les daban luz). Sin embargo otros aluden a tradiciones paganas mucho más antiguas que también hablan de purificación ante la llegada de la época fértil, también del fuego que extingue las penas y de fiesta sin fin.

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