Utopía de moneda común con Brasil

Los presidentes de Brasil y Argentina están pensando en crear una moneda común, pero previo a tal decisión es preciso avanzar mucho más.

Utopía de moneda común con Brasil
Utopía de moneda común con Brasil

En la visita presidencial a la Argentina del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, éste propuso analizar la creación de una moneda común entre ambos países. Se supo, incluso, que los ministros de economía habían acordado el nombre de “Peso Real”. No obstante, ante las primeras reacciones, ambas cancillerías le quitaron importancia y los bancos centrales adujeron no saber sobre el tema.

En la forma en que fue planteado no parece más que otra iniciativa adolescente latinoamericana, donde, a partir de un título que puede parecer atractivo, se formulan grandes fantasías sin pensar en los métodos ni en las consecuencias que tales decisiones podrían acarrear. Esta misma idea había partido, en su momento, del ex presidente Carlos Menem, quien puso el mismo entusiasmo que hoy le pone Bolsonaro, el que argumenta que sería un freno para el avance del socialismo.

En realidad, y tomando como antecedente lo que fue la gestación del Euro como moneda única europea, se requiere un gran trabajo previo. En principio, la aprobación de los Congresos de ambos países, pero hoy ambos mandatarios no tienen mayorías propias y la oposición no les daría esa posibilidad, aunque creyeran en ellas, si ni siquiera consiguen aprobar leyes básicas que, además, deberían ser presupuestos a lograr en el futuro, como las reformas impositivas, laboral y previsional.

Las autorizaciones de los Congresos deberían contener acuerdos previos relacionados a la búsqueda de una armonización de políticas macroeconómicas de ambos países para llegar, en un tiempo determinado, a confluir en situaciones similares y aquí hay un problema. Ambos países atraviesan una situación recesiva, pero Argentina tiene una elevada tasa de inflación. Mientras Argentina está llegando al equilibrio fiscal, Brasil sostiene un elevado déficit, aunque la tasa de riesgo país argentina está cerca de 1000 puntos y la de Brasil en los 300.

En realidad, una unión monetaria sería el último paso de un proceso de integración comercial mucho mayor, que requiere eliminar asimetrías en diversos aspectos, sobre todo en materia de impuestos y en regulaciones en cada uno de los países. Frente a estas necesidades cabe señalar que la integración comercial entre ambas naciones aún carece de realizaciones importantes ya que persisten sistemas proteccionistas por deficiencias macro, por elevados impuestos, baja productividad y una cultura proteccionista subsistente en ambos países.

Los especialistas sostienen que para llegar a estos objetivos primero hay que crear un área de libre comercio. Una vez consolidada se podría llegar a generar una unión aduanera, que implica libre circulación y un arancel común para todo lo que ingresa desde afuera del acuerdo. Si estas experiencias avanzan en forma correcta, se puede llegar a un mercado común, que implica, además de la circulación de bienes, el intercambio de capital y trabajo, que significa una asimilación de legislación laboral y financiera; mucho después viene la unidad monetaria, que demanda la creación de Banco Central supranacional, encargado de velar por la nueva moneda, mientras los países delegan en él  atribuciones en materia de política monetaria.

Por más  que sea una aspiración de sectores políticos en ambos países, la realidad es que una moneda única requiere una cierta madurez de las sociedades en cuanto a la filosofía de una integración, lo que supone un avance cultural que deje atrás viejas rivalidades y rencillas. Más allá delos actuales mandatarios hay que pensar que son pasos que requieren tiempo para consolidarse en lo comercial pero mucho más en los aspectos humanos y culturales.

Argentina y Brasil son aún sociedades inmaduras. La existencia de bastiones de corrupción sostenidos en el tiempo ha sido un obstáculo para que ambos países avancen y mientras no se erradique seriamente este flagelo nada se podrá hacer.

En estas condiciones no se ha podido avanzar con el actual modelo “unión aduanera imperfecta” y estaba claro que el camino era dar un paso atrás para consolidar una zona de libre comercio. Una vez que esta funcionara podría darse otro avance, pero entrar de lleno en una unión monetaria parece una decisión extemporánea, sin planificación y espasmódica.

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