Usted no tiene escapatoria, señor Messi: es el cielo o el infierno

Toda la presión cae sobre Leo como en ningún otro jugador de la Selección. Lo sabe y se alista para jugar una final de Mundial, su Mundial.

Usted no tiene escapatoria, señor Messi: es el cielo o el infierno
Usted no tiene escapatoria, señor Messi: es el cielo o el infierno

Parece una frase hecha aquella que cita que es la calma que precede al huracán o el silencio previo a las tempestades, pero tales expresiones surgidas de la voz popular son las que pueden utilizarse sin temor a la exageración en estas horas a la espera de un hecho bisagra en el fútbol argentino. Ni más ni menos, se está frente a un duelo clave para la Selección, quizás el más tensionante que se recuerde desde hace cinco décadas en suelo sudamericano. Hoy no se trata de un clásico contra Brasil o Inglaterra y ni siquiera de la final de un Mundial, tanto las de 1978 y 1986 - ganadas - como las de 1990 y 2014, perdidas. La de esta noche, en la Bombonera, se convirtió en un paradigma de la estigmatización futbolística. Y ésto tiene que ver con el sentimiesto visceral del hincha, el cual no sabe de una lógica a la que le falte relación con la potenciación de su faz emocional. Es Argentina al desnudo. Caminando sin red. Y es el tiempo de resolver las urgencias. Es la hora. Y es ahora.

Imaginemos un espejo y delante de él al mejor futbolista del mundo. Esa misma imagen lanzando un mensaje de índole taxativa. 'Usted no tiene escapatoria, señor Messi. Es el cielo o el infierno'. Serán aplausos, el coreo de su apellido, camisetas revoleadas al viento con el número diez y alabanzas elogiosas en tono desmesurado si es que el resultado final frente a los peruanos es positiva. Se convertirán en silbidos estruendosos, burlas sarcásticas, ironías despiadadas y ridiculizaciones en forma de memes si la performance no finaliza con una victoria. No habrá término medio para juzgar a Leo. Quién mejor lo sabe es él mismo. Y le hace frente a la situación. Preparándose para una batalla definitiva en el campo de juego, su escenario único.

Más que nunca, la posibilidad de quedarse afuera de un Mundial sobrevuela el inconsciente colectivo argentino. Se palpa en las conversaciones de café, en el trabajo, en una mesa de amigos, en programas periodísticos especializados y también en sectores directamente involucrados como los dirigentes del fútbol nacional, el cuerpo técnico e inclusive los propios jugadores. El silencio de radio es una constante. La angustia se metió debajo de la piel del futbolero. Ocultarlo sería faltar a la verdad. Nunca antes le sucedió a esta generación, pero quien vivió el fracaso de 1969 sabe de qué se trata. Y encima, ante el mismo adversario y en la misma cancha, casi cinco décadas después.

Volvamos a situarnos en el plano imaginativo y de frente al mismo espejo, con otro mensaje de tono determinante. 'Usted no tiene escapatoria, señor Messi...pero será el cielo porque no habrá infierno'. Y es aquí donde radica la naturalización del concepto de crack. Porque Leo lo es y a una altura que sólo compartieron Pelé y Maradona, por arriba de otros tres extraordinarios futbolistas como Alfredo Di Stéfano, Johan Cruyff y Cristiano Ronaldo. Y es éste mismo excepcional referente del fútbol de este siglo XXI se prepara para jugar la gran final de un Mundial, su Mundial. Y en él confiamos. Siempre.

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