Uso de inmuebles de las Fuerzas Armadas

El intento de la Nación de traspasar terrenos que son patrimonio de las Fuerzas Armadas puede resultar otro paso de debilitación.

Uso de inmuebles de las Fuerzas Armadas
Uso de inmuebles de las Fuerzas Armadas

En la edición del domingo 13 del corriente de diario Los Andes, nuestro columnista Rosendo Fraga, en una nota titulada "Entre gestos y economicismo", se refiere a decisiones y propuestas del gobierno nacional referidas a las Fuerzas Armadas. Señala gestos que han sido apreciados por los militares y otros que han producido el efecto contrario. Nos interesa en este caso una iniciativa de consecuencias muy graves y que atañe también a nuestra provincia. Dice Fraga que desde el Ministerio de Medio Ambiente se actualizó el proyecto de transformar 540.000 hectáreas de campos, que son propiedad de las Fuerzas Armadas, en parques nacionales.

Esas tierras están en Salta, Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, Chubut, Tierra del Fuego Santa Cruz, San Juan y Mendoza, encontrándose en estas dos últimas las más extensas. Son campos de instrucción de las unidades con asiento en Uspallata, Campo de los Andes y Tupungato.

La idea de dicho ministerio, según Fraga, sería la transformación en Reservas Ambientales de la Defensa y que pasen a depender del Ministerio de Ambiente. Ello permitiría explotarlo económicamente, al cobrarse entrada a turistas y visitantes.

Este argumento para el traspaso (y adjudicación a quizá el ministro menos avezado de todo el gobierno nacional) suena indefendible. Lo que existe es la intención de hacer un negocio inmobiliario en la línea de seguir quitando poder a las Fuerzas Armadas.

Negocios inmobiliarios a los cuales el gobierno nacional se ha mostrado proclive: hace poco vendió valiosos terrenos en la Capital Federal pertenecientes al Tiro Federal y ahora se dispone a hacerlo con el Centro Deportivo de Alto Rendimiento (Cenard), trasladándolo a otro lugar.

En esta columna nos hemos expresado contrarios a la posible venta de terrenos de Campo de los Andes. En la misma dirección marcha Rosendo Fraga, cuando califica estas iniciativas y la inexistencia de presupuesto este año para racionamiento (comida), como de sesgo economicista. Se puede agregar que esos campos en mucho casos son donaciones de afectación específica. por lo que no se pueden disponer de ellas. Es el caso de las instalaciones militares de la calle Boulogne Sur Mer, donadas por la provincia de Mendoza al Ejército.

Largas consideraciones se pueden hacer sobre el tema de los campos de las Fuerzas Armadas. Una de ellas es que ninguna de las generaciones actuales han adquirido una sola hectárea de esos campos. Ellos son un valioso patrimonio legado por nuestros antepasados. No tenemos ningún derecho, ni legal y menos moral, a liquidarlo en meras operaciones inmobiliarias. Son patrimonio de las instituciones militares,  no bienes mostrencos donde un Estado insaciable busque fondos en connivencia con la avaricia de empresarios a quienes sólo les importa su negocio, no el país.

Otra consideración es que esos campos, con instalaciones de gran magnitud, son testimonio palpable de un país que se organizó vertebrado por las Fuerzas Armadas, en particular el Ejército. Basta mirar un mapa del país para advertir el sentido estratégico de ocupación efectiva del territorio, base esencial de la existencia del Estado Nacional.

Aunque antes de la llegada de la democracia, en 1983, las últimas cúpulas militares hayan cometido gravísimos crímenes de lesa humanidad, ello no implica que se deba condenar a la institución en sí ni a su larga historia. Por el contrario, hay que reencontrar un modo definitivo de relación armónica entre defensa y república, vale decir Fuerzas Armadas al servicio de la democracia, dándoles a las mismas una misión, o recuperando aquellas por las que fueron creadas al inicio de la patria.

El ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena dice que debemos recuperar el control soberano de nuestro territorio y el primer paso para lograrlo es el control de las fronteras. Señala que para tener una idea de la magnitud del problema hay que saber que poseemos 10.000 km de frontera terrestre y fluvial y 5.000 km de frontera marítima. El control se concreta en 150 pasos internacionales habilitados, de los cuales 30 se consideran centros de frontera. Existen 820 pasos clandestinos por donde se produce diariamente ingreso ilegal de personas y mercaderías. Sin Fuerzas Armadas nada de eso se puede controlar y menos aún defender el territorio.

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