Viajé a Ushuaia como parte de una sorpresa que le hice a mi sobrina de 18 años, Sofía, que nació en aquella capital. El motivo era festejar su título de la escuela Secundaria.
Fue un viaje de una semana, inolvidable. Al llegar a Tierra del Fuego, lo primero que advierte el visitante es el reiterativo marketing alrededor de la frase "El Fin del Mundo"; está el "Café del Fin del Mundo", "El supermercado del Fin del Mundo", "El pancho del Fin del Mundo", etc.. Sin embargo, a pesar de la redundancia, ésta es una frase ciertamente sincera.
Apabullantemente real. Por ejemplo, al finalizar la Ruta 3, que atraviesa de punta a punta la isla, frente al Canal de Beagle, uno tiene la sensación que realmente está en el extremo del continente. Más adelante no hay nada. Se termina la tierra bajo tus pies y dos océanos helados lo abarcan todo. Un cartel te hace acordar que, a partir de allí, todo lo que está más arriba, es el Norte: "Buenos Aires: 3.063 km y Alaska 17.848 km".
Me maravillé porque mirara por donde mirara los paisajes me interpelaban, me fascinaban por su espectacularidad, por su descomunal tamaño y su belleza.
Entre otras localidades me encantó Tolhuin, un pueblo que no tiene más de veinte casas en las cercanías de la cabecera del Lago Fagnano pero tiene un gran atractivo turístico que es la panadería "Unión", también conocida como "El parador de las estrellas". Sus paredes están recubiertas de fotos de famosos que pasaron por ahí: Piñón Fijo, Graciela Alfano, René Favaloro, Juan Ramón, Víctor Heredia, Valeria Lynch, León Gieco y más. Me reí mucho mirando los retratos. La estética es bien Almodóvar.
Con el paso de los días me interioricé sobre la rutina diaria de los habitantes. Cuesta creer que en invierno trabajen todo el día con cuatro horas de sol. Realmente ellos están haciendo Patria.
Hay muchas cosas por hacer. Quizá se necesite más de una semana para conocer los lugares más emblemáticos.
De todas maneras, no hay que volverse sin un paseo en catamarán. En el circuito de seis horas para la pingüinera conocí el Faro Les Eclaireurs, la Isla de los Pájaros, la Isla de los Lobos hasta la Isla Martillo.
Tampoco hay que perderse de un paseo de día entero por el Parque Nacional Tierra del Fuego donde el visitante toma contacto directo con la naturaleza a pleno, con los animales y los árboles. La experiencia es como estar dentro de un cuento infantil de Disney. Sólo falta que se te aparezca Bambi (aunque el paraje que lo inspiró está más al Norte).
Frente al edificio del Correo de Ushuaia, hay un dibujo en la pared del Petiso Orejudo, el célebre asesino del también famoso presidio de la ciudad, ahora museo.
En el dibujo, los presos que están a su lado están en fila y van perdiendo el rostro hasta convertirse sólo en trajes vacíos. Me pareció toda una alegoría de la pérdida de identidad de los prisioneros.
Unos años después, mi sobrina se vino a estudiar a Mendoza y el jueves pasado se recibió de abogada.