Úrsula K. Le Guin: adiós a la dama de la ciencia ficción

Creó la saga de Terramar y también son suyos clásicos como “La mano izquierda de la oscuridad”.

Úrsula K. Le Guin: adiós a la dama de la ciencia ficción
Úrsula K. Le Guin: adiós a la dama de la ciencia ficción

No es extraño que a los 11 años enviara su primer relato a una revista de ciencia ficción. Desde que nació, Úrsula vivió rodeada de los mitos y leyendas de los pueblos originarios.

Su padre, Alfred Kroeber, fue un apasionado etnólogo cultural, fascinado por los arapaho (el pueblo del bisonte), por las lenguas amerindias de América del Norte y por Ishi, el último de los indios yahi de California.

Su madre, la antropóloga y escritora Theodora Kroeber, de hecho escribió la historia de “Ishi in two worlds” y recopiló la tradición oral de varias culturas originarias.

Ese cuento precoz fue rechazado. Pero 63 años después, Ursula K Le Guin se convirtió en la primera mujer distinguida como “Gran Maestra” de la SFWA (Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos).

Tampoco es extraño, pues, que la creadora de la Saga de Terramar haya leído con avidez la Trilogía de los Confines, obra de una sudamericana que relataba la Conquista en modo fantasy.

“Yo quería preguntarles por la escritora argentina Liliana Bodoc, cuya Saga de los Confines me parece que trae, por primera vez, una voz y punto de vista realmente sudamericano a la Fantasía puramente imaginada (a diferencia de la Fantasía Borgesiana, y la histórica e irónica semi-fantasía de los realistas mágicos). ¿Ha sido su trabajo bien recibido? Yo lo encuentro hermoso y perturbador a la vez”, dijo.

En un terreno dominado por hombres, Úrsula K. Le Guin se convirtió en referente del género en los ‘60. Feminista y taoísta: así se consideraba.

Murió el lunes pasado en Portland, a los 88 años.

Ligadora de Mundos

Estudió lenguas romances en Harvard y viajó a Francia en 1953, tras obtener la beca Fullbright. Allí conoció a su esposo, Charles Le Guin. De vuelta en Estados Unidos, se radicó en Portland, donde comenzó a escribir ciencia ficción.

El género, entonces, brillaba con las obras de Ray Bradbury, Isaac Asimov, Theodore Sturgeon y Philip K. Dick. Y, del otro lado del océano, con las de la Nueva Ola inglesa, que impulsaban autores como J. G. Ballard y Brian Aldiss.

Úsula, en 1966, lanzó su primera bomba ficcional: “El mundo de Rocannon”, una fascinante novela de viaje a través de un obsesivo paisaje metafórico.

Mientras se gestaba la saga de Ekumen, esta novela se convirtió en un hito por un hallazgo que luego se expandiría en el género: el ansible, un aparato capaz de transmitir instantáneamente, a una velocidad mayor que la de la luz, y que luego aparecerá en obras de autores como Elizabeth Moon y Orson Scott Card.

En el ciclo Hainish, Úrsula imagina una federación intergaláctica. Parte de la idea de que hace milenios una pacífica raza, los hainitas, colonizaron diversos planetas, haciéndose modificaciones genéticas para poder sobrevivir en los diversos mundos, como en el caso del planeta Invierno de “La mano izquierda de la oscuridad”.

De hecho, esta obra le valió el Premio Hugo, máxima distinción en inglés para el género e impulsó debates sobre los cruces entre sci-fi y feminismo.

“Escribiré mi informe como si contara una historia, pues me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación”. Así comienza su relato Genly Ai, enviado al planeta Gueden, también llamado Invierno por su gélido clima, con el propósito de contactar con sus habitantes y proponerles unirse a la liga de planetas conocida como el Ekumen.

Los guedenianos tienen una particularidad que los hace únicos: son hermafroditas, y adoptan uno u otro sexo exclusivamente en la época de celo, En Invierno, Ai conoce a Estraven, un alto cargo que le mostrará cuán diferente puede llegar a ser una sociedad donde no existe una diferenciación sexual. “Escribí el libro desde el punto de vista de un hombre, prisionero de su virilidad”, contó en una entrevista.

“La ciencia ficción no es algo menor. Y no es sólo, ni especialmente, la Enterprise, Star wars o las tropas del espacio. Significa experimentar con la imaginación, responder preguntas que no tienen respuesta. Implica cosas muy profundas, que cada viaje es irreversible”.

Otra de las cimas que alcanzó fue la del fantasy (término inglés para diferenciar obras ambientadas en un mundo ficticio del relato fantástico), especialmente a través de Terramar. “Creo que la imaginación es la principal facultad de la mente humana.

La fantasía, la habilidad, el arte de usar y controlar la imaginación en narrativa es el mejor y el más feliz ejercicio en el uso de esa facultad, junto con la ciencia, que la usa para conectar hechos que parecen no relacionados”.

La autora estuvo vinculada a dos escritoras argentinas. Diana Bellessi, la poeta santafesina, tradujo en 1991 “Días de seda”, un libro de poemas de Le Guin. Cinco años más tarde publicaron juntas el libro “The Twins, the Dream: Gemelas del sueño”. Además de traducir a Angélica Gorodischer, Le Guin apoyó a Liliana Bodoc.

"Poderosa generosidad"

Liliana Bodoc se conmueve y agradece la oportunidad de dedicarle unas palabras, a pocos días de su fallecimiento.

“Ursula Le Guin leyó los dos primeros libros de La Saga de los Confines gracias a Diana Bellessi, que se los hizo llegar. Ellas tenían una gran amistad que se tradujo en un libro común. Los leyó en español, porque tengo entendido que leía y hablaba muy bien el idioma. Luego mandó un email a la editorial. El editor, al principio, pensó que era una broma. Un correo de semejante nombre era algo extraordinario. Las suyas fueron palabras de muchísimo cariño y respeto por la obra, que luego ella reiteró varias veces a lo largo de estos 18 años que lleva la saga. Tuvimos algún contacto esporádico, algún saludo. En una oportunidad me dijo que le hubiera gustado mucho traducir la Trilogía pero que ya no se animaba a esa tarea porque estaba demasiado grande. Por último -y hace muy poco tiempo- antes de que saliera el libro “Venado” que ilustró Gonzalo Kenny, nos atrevimos a mandárselo. Ella lo leyó en PDF y envió un comentario muy precioso en inglés. Pero llegó tan sobre el pucho de la edición, justo el mismo día que entró a la imprenta, que decidimos no traducirlo. Así que ahí está, acompañándonos en la primera página, como último regalo de su poderosa generosidad”.

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