Urgen soluciones para la olivicultura

Los planteos surgen desde la propia industria. De cuarenta plantas procesadoras de aceitunas y elaboradoras de aceite de oliva que existen en Mendoza sólo diez trabajaron en el último año. Los costos internos aumentan en forma permanente y el dólar perman

Urgen soluciones para la olivicultura

Las denuncias se han multiplicado pero las soluciones no llegan. Esencialmente porque quienes están a cargo de las decisiones a nivel nacional tienen un absoluto desconocimiento de lo que sucede con las economías regionales que no conforman la Pampa Húmeda.

Así entonces, el esfuerzo y las inversiones que se han implementado para mejorar los productos y poder hacerlos competitivos en los mercados internacionales, no están siendo correspondidos y se corre el serio riesgo de que se abandonen emprendimientos, con la importante cadena de desocupación que esa situación puede traer aparejada.

La realidad es una e incontrastable: los costos internos han aumentado considerablemente mientras el dólar planchado atenta contra aquellos que exportan los productos. Y los números encienden las luces rojas de peligro en razón de que, de 40 empresas olivícolas instaladas en la provincia, sólo 10 trabajaron durante 2012.

Los primeros llamados de atención surgieron desde los sectores vitivinícolas, donde se anunció que las empresas medianas y pequeñas, que no cuentan con suficiente espalda financiera para enfrentar la actual situación, han dejado de exportar.

Y ahora se refleja en la actividad olivícola afectando tanto a Mendoza como a San Juan, Catamarca y La Rioja, las principales productoras del país. Meses atrás, cuando una empresa riojana anunció el cierre por la caída de la rentabilidad, el gobierno de esa provincia efectuó el reclamo inmediato ante el Ejecutivo Nacional, pero la solución resultó meramente coyuntural, en razón de que, con el paso del tiempo, el problema volvió a repetirse.

Las autoridades nacionales deberán comprender que no resulta fácil realizar inversiones en el plano de la olivicultura. La rentabilidad demanda años -tanto como el crecimiento de la planta hasta alcanzar su máxima producción- y, si al final de ese período se trabaja a pérdida, la decepción es mayúscula.

No se puede hablar tampoco de desidia por parte de los productores. Se han adaptado a los nuevos requerimientos de los mercados internacionales y han invertido fuertes sumas en la reconversión varietal.

En el caso específico de Mendoza, las inversiones alcanzaron a las plantas fabriles, a punto tal que el nivel de calidad logrado por los aceites de oliva mendocinos han alcanzado niveles de exigencia internacional, lo que generó que fuera aprobada una ley de denominación de origen para ese tipo de productos locales.

Todo ese esfuerzo se da de bruces al momento de la comercialización. Con costos que alcanzaron en los últimos años al 260% en el plano laboral, al 280% en energía, al 270% en gasoil y al 222% en los agroquímicos, deben enfrentarse a precios de venta que registran los valores más bajos de los últimos ocho años.

Mendoza ocupó durante décadas un lugar preponderante en la olivicultura nacional. Fue la provincia que contó con mayor cantidad de hectáreas implantadas (llegó a tener casi 70 mil frente a las poco menos de 30 mil de la actualidad) y fue superada por La Rioja, Catamarca y San Juan, como consecuencia de los diferimientos impositivos. Políticas económicas erróneas generaron aquella fuerte erradicación de olivares y es de esperar que ahora no suceda lo mismo, porque las consecuencias son gravísimas.

Es por ese motivo que los gobiernos provinciales deben reclamar con la fuerza y presión suficientes para que quienes tienen a su cargo la toma de decisiones, modifiquen la peligrosa situación por la que atraviesa la olivicultura argentina en la actualidad.

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