“Había que tener un lugar donde juntarse, pasar horas de esparcimiento y celebrar las fiestas de la zona”, explica Olga Rodríguez, quien a sus 80 años es la persona de la comisión que más proximidad tiene con los comienzos. “Aquí, mi hija Olga, que hoy tiene 57 años, celebró sus 15, y varios de sus compañeros y amigos se casaron entre estas paredes”, refirió la vecina.
El club San Roque fue fundado el 11 de febrero de 1933 y durante 40 años fue el punto de reunión de este pueblo del este de Maipú. Ubicado frente a la plaza y la histórica parroquia de San Roque, parte el alma ver al viejo club sin techo, con su piso maltrecho, las taquillas tapiadas y cubierto en la parte superior por una tela verde para cerrar baldíos. Los habitantes del lugar vienen peleando para cerrar la techumbre del establecimiento, de unos 600 m2 de superficie, y rehabilitar los servicios que lo hicieron tradicional y familiar durante décadas.
“Una entidad sin techo es como una pileta sin agua”, filosofó Raúl Camargo (55), presidente del Social Sport Club San Roque, que la población de ese distrito quiere recuperar y poner a andar otra vez.
Desde los años ‘30 y especialmente en los ‘50 y ‘60 fue escenario de las presentaciones de las compañías teatrales de antaño, como las de Oscar Ubriaco Falcon y “Lolo” Recabarren. Entre los socios pioneros, se destacan, entre otros, Antonio Monassa, Salvador Bautista, Abdo Chehin, Juan Domingo Coniglione, César Migliorelli y los hermanos Simón.
Juan Carlos Coniglione (64) evocó que el club fue sede, en alguna oportunidad, de reuniones de voces pioneras de la locución mendocina, como Julio Rafael Rojo, un muy joven Oscar López ‘Pájaro’ y Luis Héctor Carrizo, entre otros.
En tiempos más recientes, el club bien parado y sostenido por el accionar comunitario, fue escenario de bailes populares, amenizados por grandes orquestas. “Había trabajo en las fincas y chacras de la región y los fines de semana era un placer para la gente ir al club a bailar, escuchar recitales o a compartir largas tertulias”, reiteraron los veteranos de la comisión.
Cuando en los años ‘60 se instaló la televisión, al comerciante que administraba la cantina -Domingo Costanza- se le ocurrió la idea de instalar un televisor cerca del escenario para que los vecinos que no tenían, se reuniesen por las tardes a ver las telenovelas de la época por una mínima consumición.
Ni que hablar de los bailes para la fiesta de San Roque (cada 16 de agosto), que comenzaban el domingo a la noche, después de la procesión, y duraban hasta las primeras horas del día siguiente, aunque temprano hubiese que ir a trabajar. No está documentado, pero algunos memoriosos dicen que algún contrapunto se generó con el cura párroco de entonces, el recordado Pedro Gracia, que al parecer no le sentaba bien tanto ajetreo luego de la actividad religiosa.
El "Intocable"
Las evocaciones fueron surgiendo de a poco en el encuentro con los pobladores. Juan Ferreyra (67), que se casó y hasta vivió un tiempo en las instalaciones, trajo al presente las veladas boxísticas en el ringside del club. Por allí, hizo sus primeras presentaciones Nicolino Locche, que ya insinuaba el repertorio de fintas y esquives que lo harían famoso años más tarde.
El San Roque también fue sinónimo de fútbol. Tenía una cancha rodeada de eucaliptus, a unos 300 metros al oeste de la sede. Militó en la Liga Mendocina de Fútbol primero y luego en la Liga Rivadaviense (en 1987 el equipo local fue subcampeón del torneo), pero a principios de los ‘90 ese deporte cesó. El campo de juego, que fue vendido, también fue utilizado en ocasiones para domas y espectáculos ecuestres.
Para más referencias del movimiento y convocatoria que generaba el club, deben recordarse las carreras de motos en las calles circundantes, y también las de bicicletas y hasta de perros galgos.
Pero, en los ‘90 comenzaron los problemas. Otras formas de diversión, recurrentes crisis económicas y demás penurias hicieron que el viejo reducto quedara poco menos que abandonado.
Hoy, su imagen transmite tristeza. Queda el escenario, algo enclenque, los baños han sido reparados con el esfuerzo de los lugareños y el techo brilla por su ausencia, reemplazado por una precaria tela.
“Colocar el techo nos sale alrededor de $ 350.000. No los tenemos, pero el objetivo es llegar juntar la plata, cueste lo que cueste”, apuntó la vicepresidente, Margarita “Lali” Andrada (55).
Los emprendedores realizan rifas, bingos y diversas acciones para reunir el dinero. No es fácil llegar y por eso han solicitado que más habitantes del distrito se acerquen a colaborar en la cruzada, especialmente las grandes empresas de la zona. También necesitan de los jóvenes porque los directivos, aunque personas activas, van sintiendo las presiones de tantos esfuerzos. José Luis Vergara (38) está enlistado en las nuevas camadas. “Entre todos tenemos que poder”, resumió.
Esta militancia por un club abierto de nuevo arrancó en 2008. Pronto se cumplirá una década. Sostienen que no van a bajar los brazos, pese a los contratiempos. Un año antes de ese “renacer” a medias, un aviso del municipio dio cuenta que la organización tenía deudas pendientes y durante un tiempo un posible remate pendió de un hilo.
Pero, como en “Luna de Avellaneda”, la historia contada en el cine por Juan José Campanella, la gente se rehizo y los engranajes se pusieron otra vez en movimiento. Al amparo de una ley, una inquietud de la directiva es saber si podrán ser beneficiarios de la ley nacional por la cual las instituciones comunitarias sin fines de lucro, dedicadas al deporte y la cultura, pueden recibir auxilio económico de la Nación. La provincia adhirió a esa norma.
“Nos vendría muy bien un subsidio, nosotros aportaríamos el resto de nuestro bolsillo y nuestras manos”, apunta el presidente Camargo. Se refiere a que aunque se coloque el techo, habrá que efectuar muchos arreglos e innovaciones para apuntar la infraestructura general.
Si se logran los recursos económicos y se techan las instalaciones, es posible que retornen a la sede los bailes y hasta las reuniones familiares. Sin descartar esos usos, los dirigentes actuales quieren que la casa sirva prioritariamente para los niños y los jóvenes. Y también para la gente madura habilitando el espacio para todo tipo de gimnasia femenina damas y enseñanza de danzas modernas y folclóricas. Esta opción será posible trabando acuerdos con la Municipalidad de Maipú, a la que le pedirían el aporte de uno o más profesores.
Cena a la canasta y baile
Para festejar los 83 años del club, la comisión ha organizado una cena a la canasta en la sede del club. Será el sábado 20, a partir de las 21.
A la comida le seguirá un baile, “como en los viejos tiempos”, aclaran los dirigentes. Solo esperan que el tiempo los acompañe. “Las ilusiones son muchas, pero si no se ven resultados, el desánimo cunde y no queremos que nos pase eso; tenemos que reabrir las puertas de la entidad con todas las de la ley”, asegura ‘Lali’ Andrada.