El peor tiroteo en la historia de Estados Unidos reavivó nuevamente el clamor de quienes favorecen un mayor control en la venta de armas de fuego. Como las críticas se han vuelto un ritual tras cada tiroteo que regularmente conmociona a EEUU, el presidente Obama volvió a pedir leyes más estrictas sobre las armas.
“Esta masacre es un nuevo recordatorio de lo fácil que es para alguien conseguir un arma que le permite disparar a personas en una escuela, o en lugar de oración, o en un cine, o en una discoteca”, dijo el presidente. “Tenemos que decidir si ese es la clase de país que queremos ser”, agregó.
En el poder desde 2009, Obama fue bloqueado en su intención de frenar la violencia por un Congreso de mayoría republicana y por un poderoso lobby de armas que rechaza cualquier iniciativa para controlar el porte de armas en nombre de la Segunda Enmienda de la constitución estadounidense.
El lunes, la Casa Blanca pidió al Congreso aprobar nuevas leyes para impedir que extremistas tengan acceso a armas de asalto. Pero los expertos dicen que el bloqueo no está cerca de terminar, pues el control de armas es un asunto delicado en la elección, tanto para republicanos como para demócratas.
Un rifle fácil de conseguir
Omar Mateen, el estadounidense de origen afgano que el FBI cree que se radicalizó en línea y que fue investigado en años recientes por presunto extremismo, entró al club Pulse de Orlando temprano el domingo armado con un rifle de asalto AR-15 y una pistola.
El rifle de asalto AR-15 es el mismo que fue utilizado en la masacre de la escuela primaria Sandy Hook en 2012, en el tiroteo en un cine de Colorido el mismo año y en el ataque en San Bernardino en diciembre pasado.
Según Gun Violencie Archive, que lleva un inventario de las muertes por arma de fuego en Estados Unidos, 13.429 personas murieron en 2015 y 5.962 en lo que va de este año. Si a esta cifra se le agregan los suicidios, la cifra de muertos asciende a cerca de 30.000 por año.
El sitio de verificación de datos Politifact dijo que desde 1968 más estadounidenses murieron por armas que en todas las guerras de la historia del país. Y aún así, la paradoja: con cada nueva masacre, las ventas de armas suben por entusiastas que corren a abastecerse temiendo restricciones, en un país en el que portar armas es un derecho fundamental para muchos.
Según sondeos de la Universidad de Quinnipiac, entre 88% y 93% de los estadounidenses apoyan controles de historial de armas y más de la mitad apoya una prohibición de las armas de asalto.
Mientras el debate está en un punto muerto a nivel federal, algún progreso tiene lugar estatalmente, dice Laura Cutilleta, abogada del Centro Legal para Prevenir Violencia de Armas. Desde la masacre de la escuela Sandy Hook, varios Estados del país han restringido el acceso a armas a aquéllos que sufren de enfermedades mentales o tienen un historial de violencia doméstica.