La definición tradicional del travestismo es la de una persona que se excita o estimula al utilizar ropas del sexo opuesto, aunque esta no sólo es una conceptualización burda sino también limitada al aspecto físico y sexual, cuando en realidad, muchas veces, estas formas de vivir replantean los preconceptos socialmente dados de la funcionalidad, atributos y conductas asignadas y/o impuestas a un determinado género.
Las diferentes formas de vivir el travestismo pueden ir desde el mero fetiche sexual (que puede practicarse públicamente o en privado), hasta la inclusión en la vida diaria de modos y conductas que combinen lo femenino y lo masculino.
Según la psicologa Georgina Burgos, citada por el sitio webconsultas.com, desde la psicología y la sexología, esta forma de vivirse como seres sexuados no es un trastorno o enfermedad mental y por consiguiente no precisa ningún tipo de tratamiento; el elegir vivir la sexualidad desde el travestismo no es una enfermedad, pero debido a la incomprensión social el proceso de aceptación por parte de familiares o amigos puede requerir la ayuda de un sexólogo o psicólogo que oriente al entorno.