Finalmente la Selección argentina pudo cantar victoria en Mendoza, tras su tercer debut consecutivo en nuestra provincia en la Liga Mundial de Voleibol, al superar a Cuba en tres sets, en un partido disputado en el estadio Torito Rodríguez de San Martín frente a 3 mil espectadores. Hoy a partir de la 21, vuelven a jugar.
Con un plantel netamente nacional integrado por jugadores de la Liga Argentina, a excepción de Cristian Poglajen (juega en Brasil), el equipo de Julio Velasco cumplió largamente con lo prometido al romper la racha de cuatro derrotas consecutivas.
Argentina arrancó sin margen de error y fundamentalmente con una recepción prolija que le permitió por momentos a Demian González abrir el juego por las puntas con un inspirado Martina, que le provocó constante problemas al bloqueo de los caribeños. Cuba de alguna manera sintió el pesado viaje hasta llegar a Mendoza, dado que perdió el vuelo del martes y recién llegó el jueves en la noche.
P pero más allá de algunas desinteligencias del equipo cubano, fue Argentina el que forzó el error también desde el primer saque y rápidamente se puso 6/3, para cerrar el primer tiempo técnico 8/3. La diferencia fue notable y la soledad Cepeda y largo y pesado brazo no fueron suficiente para doblegar el bloqueo o la defensa albiceleste, donde Closter se afirmaba en defensa y Bruno resolvía todo lo que le proponía González.
El receptor punta que alguna vez jugó en el Mendoza Voley junto a Nico Uriarte sacaba pecho y cerró el 25/18. Se veía venir de alguna manera, los cubanos sumaban gotas sumaban, aunque regalaron muchos puntos por error de saque y ataque, no había manera que se afirmaran y Argentina seguía creciendo y aparecía Poglajen y Martina y otra vez en el inicio del segundo set la diferencia fue e 8/4.
Después de ese tiempo técnico se vio lo mejor del partido o al menos más parejo de todo hasta el segundo tiempo técnico 16/1, porque de ahí en mas fue todo para los chicos de Velasco, que cerraron el segundo parcial 25/19 de manos del dueño de casa, Pepe González.
El resultado estaba prácticamente puesto frente a un equipo cubano sin alma, que hasta tuvo que comprar un juego de camisetas para jugar, porque no le llegó la indumentaria oficial. El cierre del partido fue un monólogo de Argentina festejando a lo grande con los chicos de la Liga
