Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
El martes comenzaron los envíos de gas desde Chile a Argentina a través de dos gasoductos. El Norandino, que une Antofagasta con Pichanal (Salta), y GasAndes, que une Mendoza con la comuna de San Bernardo, en Santiago.
Estos gasoductos se construyeron en el gobierno de Menem, sin planificación alguna, creyendo que con el yacimiento de Loma de la Lata, en Neuquén, se podía abastecer el mercado interno y también exportar. Luego, en el gobierno los Kirchner, se congeló el precio a los productores y a los consumidores. Los primeros dejaron de producir y los otros se dedicaron a gastar sin límites.
El resultado fue que tuvieron que cancelar los contratos con Chile, cayó la producción local y hubo que importar gas de Bolivia y, como no alcanzaba, comenzaron a importar gas licuado para lo cual debieron construir plantas de regasificación para inyectarlo al sistema.
Durante 10 años Argentina ha importado gas a precio internacional, gastó divisas y lo regaló a los consumidores que tenían acceso a las redes. Pero no se construyeron nuevas redes, por lo cual casi la mitad de las regiones del país debían abastecerse con garrafas.
Con lo que se gastó en importar, más el subsidio, se podría haber llevado redes de gas a todas las localidades que, aún hoy, no tienen acceso a este combustible. Tanto los gobiernos de Menem como de los Kirchner, actuaron con un nivel de improvisación y de irresponsabilidad notables.
Hoy importamos gas de Chile regasificado más caro que el de Bolivia, pero más barato que el que importaba De Vido, al cual había que regasificar antes de inyectarlo. La gente se queja por los aumentos de las tarifas, pero el sistema no era sostenible. Ha sido una de las mentiras más caras de la historia argentina para sostener una fantasía de bienestar. Fue una fiesta cara y ahora hay que pagarla. Una verdadera vergüenza nacional.