Explorar a pie las ruinas de Machu Picchu, beber un café en las costas de Barranquilla o meterse en las cálidas aguas del norte brasileño son vacaciones soñadas para cualquier turista. Pero hay otro tipo de aventura que puede hacerse en los mismos países y que cada vez más jóvenes mendocinos eligen. Son los voluntariados internacionales, una propuesta que está desde 2008 y que suma cada vez más adeptos.
Una de las organizaciones globales que lo propone es AIESEC. Su representante local, Iván Márquez, explica que "durante 6 semanas jóvenes participan en administración de organizaciones sociales, educación, proyectos de ecología y medio ambiente", por mencionar algunos. Cada uno de los proyectos depende del lugar que se elija y los países más pedidos son Colombia y Brasil, seguidos por Perú, Uruguay y Chile.
El requisito que se pide es tener de 18 a 30 años y ser estudiante universitario o recién graduado (hasta dos años). La tendencia ha crecido cada año y Márquez la ilustra con las cifras: en total durante seis años han viajado 150 chicos, de los cuales 40 son de este verano. "Casi se va duplicando cada año, para el próximo tenemos un cupo de 110", detalla el presidente de la sede mendocina.
Un voluntario del verano pasado fue Franco Cambría, que con ganas de ser un viajero en vez de un turista partió a México. Hospedado con una familia del lugar, dio clases sobre medio ambiente a chicos de entre 5 y 14 años "desde la perspectiva mexicana primero, después desde nuestros respectivos países y finalmente desde una perspectiva global", además de compartir con brasileños, italianos, belgas, entre otros.
"Es un proyecto accesible, pensado para los jóvenes, que te permite potenciar tus habilidades, conocer otras culturas, divertirte, hacer amigos, y ayudar a construir de a poco una sociedad mejor", sintetiza.
En cuanto al verano actual, la mayoría de los viajeros ya está en su lugar de destino con actividades y algunos pocos aún están en Mendoza contando los días para salir. La fecha que se elige tiene que ver con que la mayoría son estudiantes y se aprovecha esta época sin clases, así como también habrá otra tanda disponible para las vacaciones de invierno.
En el caso de Lucía Fernández, estudiante de Administración en la UNCuyo, ella escribe desde Fortaleza, Brasil, mientras trabaja en un proyecto de deportes con jóvenes de bajos recursos.
"Realmente este tipo de intercambios es una forma de viajar muy diferente ya que cada uno descubre el lugar al que va desde adentro con todas sus caras y la verdadera realidad social que tiene", asegura esta joven de 22 años. Ella también destaca un crecimiento personal al tener que afrontar situaciones a las que uno no está acostumbrado y lo gratificante de conocer a personas de diferentes partes del mundo haciendo lo mismo.
Uno que viajó a fines de 2014 fue Augusto Bernasconi, para quien "fue una oportunidad para poder aplicar la parte de servicio y de asesoría, poner a disposición mis habilidades y conocimientos en otro lado del mundo con una cultura diferente." Lo especial de este recién recibido es que después de terminar su voluntariado decidió quedarse en Colombia.
"Estoy en una zona muy complicada por la violencia pero donde se aplican proyectos sociales para impactar en la comunidad. Más que como vacación lo recomiendo como forma de vida, es toda una experiencia pero depende mucho de la disposición, se disfruta más que unas vacaciones", reflexiona desde Bogotá.
Aquellos interesados en participar pueden saber más en www.aiesec.org.ar/SeUnCiudadanoGlobal. Además de cumplir los requisitos, la persona debe pagar su viaje, un seguro y $5.600 a cambio de alojamiento en casa de familia, logística, seguimiento y seminarios de preparación.
En el país, AIESEC cuenta con cerca de 500 miembros en 16 oficinas locales distribuidas en 15 ciudades del país. En diciembre de 2015, el mendocino Imanol Martínez fue elegido como presidente y asumirá ese cargo en julio para concluir en junio de 2017.
Si bien ahora vive en Buenos Aires, dialogó con este medio para contar su emoción y el desafío que le representa esta responsabilidad. "Para mí una oportunidad de AIESEC es que me hizo ver de lo que yo era capaz y de lo que los jóvenes somos capaces. Me dio las herramientas, el lugar para trabajar, confundirme, errar y aprender, y sobre todo la confianza de saber que los jóvenes tenemos una fuerza, un empuje gigante para cambiar todo lo que queramos".