Casi sin despeinarse. Así pasó Gutiérrez la serie de cuartos de final ante Trinidad de San Juan. El dominio del Celeste fue abrumador. Desde el pitazo inicial hasta el minuto 94, cuando el árbitro cordobés señaló la mitad de la cancha y dio rienda suelta para el festejo de los más de dos mil hinchas del Perro que coparon su estadio de calle Boedo.
¡Y cómo no hacerlo! Si este equipo juega muy bien al fútbol. Le otorga un trato al balón casi elegante. Como si se jugara con frac. Cada vez que la pelota pasa por los pies de Nico Arce o Joselito Ortiz, este Celeste parece una sinfonía. Ojo, ayer, no fue un lindo partido.
Es más, en varios pasajes la pelota fue de un lado al otro sin destino. Como si se la prestaron los defensores de ambos equipos. Por ello, varias veces los jugadores nombrados más Facundo Cobos se mostraron fastidiosos. Algo andaba mal en el libreto. Pero, en el balance general predominó el juego bonito, coordinado y efectivo.
Todo arrancó con una pegada fenomenal de Ortiz, que mientras todos esperaban el centro desde el sector izquierdo, el número 7 le pegó al palo derecho del arquero Evangelista, que nada pudo hacer. Golazo. Así se simplificó el trámite del juego.
Trinidad no tuvo ni fútbol ni físico para dar vuelta la historia. Le faltaron argumentos de todo tipo. Tiró dos o tres centros, pero en todos, respondió con creces el “Pity” Aracena. En el complemento, el trámite del juego no varió demasiado. Gutiérrez fue muy superior al elenco sanjuanino. La historia se definió con un gol de Fernando Abba.
Ahora, a pensar en Independiente de Villa Obrera.