Una serie de terremotos sacude desde el jueves el suroeste de Japón dejando al menos 41 muertos, aunque los servicios de urgencia temen nuevos temblores y que el balance se agrave con las personas sepultadas entre los escombros.
La región de Kumamoto, en la isla de Kyushu, fue golpeada en las últimas 72 horas por una serie de terremotos y réplicas que provocaron cuantiosos daños, incendios y corrimientos de tierra.
Una gigantesca corriente de lodo y piedras se llevó por delante casas, cortó una autopista y dejó aislado del resto del mundo a un millar de habitantes en Minami-Aso, una zona montañosa de la isla.
“Sabemos que hay personas bajo los escombros en muchos lugares. La policía, los bomberos y las fuerzas de autodefensa (nombre del ejército japonés) hacen todo los posible para socorrerlas”, declaró el portavoz del gobierno, Yoshihide Suga.
Alrededor de mil personas resultaron heridas, 184 de ellas de gravedad.
“La prioridad es salvar vidas. Debemos actuar rápidamente”, dijo el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien canceló su visita a la zona y convocó una reunión de crisis. “Está previsto que el clima se deteriore, por lo que tememos deslizamientos y otros desastres”, advirtió.
El gobierno envió a la zona del siniestro 25.000 soldados y 1.000 rescatistas además de los bomberos y otros servicios locales.
La agencia meteorológica japonesa, que prevé fuertes lluvias para hoy, advirtió de la posibilidad de que se registren nuevos corrimientos de tierra en un suelo fragilizado por los sismos.
La localidad de Misato aconsejó a unos 10.000 residentes que evacuaran la zona por precaución.
Más de 65.000 habitantes que se quedaron sin casa encontraron refugio en albergues, mientras que decenas de miles de hogares seguían sin agua, electricidad y gas.
Un hospital de Kumamato tuvo que ser evacuado durante la noche, y el aeropuerto fue cerrado.
El temblor más potente, de magnitud 7,0, según el Instituto Geológico de EEUU (USGS), ocurrió a las 1.25 local del sábado (13.25 del viernes en Argentina), a sólo 10 km de profundidad. La agencia meteorológica japonesa lo evaluó en 7,3 y precisó que el sismo del jueves fue un "precursor".
"El terremoto me despertó. Mi cuerpo rebotaba encima de la cama. El televisor se cayó", cuenta un fotógrafo de una agencia internacional.
Los habitantes de la prefectura de Kumamoto descubrieron con estupor ayer el alcance de los daños en esta región poco acostumbrada a los sismos que sacuden regularmente el archipiélago.
Numerosos edificios resultaron dañados, un puente de 200 metros se hundió, un santuario secular se derrumbó y las carreteras estaban reventadas o con fisuras.
Además de las numerosas réplicas que ponían a prueba los nervios de los habitantes de la zona, se registró una pequeña erupción del volcán Aso, en la isla de Kyushu, pero el nivel de alerta no aumentó ni se pudo establecer una relación formal con los sismos.
La primera sacudida del jueves dañó el castillo de Kumamoto, de 400 años de antigüedad, y destruyó numerosas casas en la localidad vecina de Mashiki. Una niña de ocho meses fue rescatada viva de entre los escombros, seis horas después del sismo.
Japón, situado en la intersección de cuatro placas tectónicas, sufre cada año más del 20% de los sismos más fuertes del planeta. En 2011 un tsunami mató a unas 18.500 personas y provocó un grave accidente nuclear en la central de Fukushima.