Un ring, dos contrincantes de peso y un resultado aún incierto. Así se cristalizó ayer el devenir de la industria vitivinícola y quedó plasmado en dos eventos, con distinta tónica, pero totalmente enfrentados entre sí y en donde los golpes fueron de ida y vuelta.
Es válido preguntarse cómo una cadena que se puso como ejemplo de integración, llegó hasta acá. Probablemente, tras una serie de eventos desafortunados, en donde nadie quiso ceder y pocos quisieron intervenir para bajar las tensiones cuando el conflicto comenzó a escalar.
Las internas y peleas gremiales entre ambos bandos, llevan años, más de los que se pueden contar en estas página. Sin embargo, tras la creación de Coviar, en los temas de largo plazo puertas afuera se podía visualizar un frente “medianamente” unido, con un discurso claro y constructivo.
Pero como dicen varios dirigentes de los más “negociadores” y que tienen zapatillas gastadas en el sector, “los consensos se tienen que construir y trabajar todo el tiempo, porque el día que te alejás de la mesa, se caen”. Gráficamente describe lo sucedido aquí. Si bien puertas adentro las discusiones eran importantes, hacia afuera se mostraban unidos. ¿Cuándo el conflicto se les fue de las manos? Con el acuerdo Mercosur-UE.
Sin un consenso unánime, los mensajes entre unos y otros fueron dinamita. Y la grieta se cristalizó. Desde Bodegas de Argentina apoyaban un acuerdo de libre comercio con la UE irrestricto. Mientras, desde otros sectores se mostraban con más reparos a la firma del tratado. A partir de allí el conflicto comenzó a escalar y ya fue imparable. Terminó en febrero con la ruptura y salida de Bodegas de Argentina y otras entidades. A Coviar le reclaman más apertura, autocrítica del PEVI 2020, revisión de la asignación de recursos del presupuesto, entre otros temas. Mientras, desde Coviar aseguran que la crítica es infundada, los argumentos son engañosos y apuntan contra la cúpula de Bodegas.
En esta pelea hubo “veedores” que podrían haber trabajado para cerrar la grieta: los gobiernos provinciales y nacional. Pero la participación fue escasa, prefirieron comportarse como meros espectadores, algo que parece haber cambiado con las nuevas administraciones. Hay ahora una participación activa en el conflicto. De hecho, ayer se vio que ni a las autoridades provinciales ni a las nacionales la situación les es indiferente. Sin embargo, fue otra oportunidad perdida.
El gobernador, Rodolfo Suárez, se ofreció como mediador en el conflicto, pero poco pareció interesar entre los dirigentes que siguieron enfrascados en la pelea. Allí no hubo distinción.
En Bodegas de Argentina, la situación no dio para mucho más, Suárez llegó al predio de bodega Trapiche con un anuncio para los exportadores. Sin embargo, la falta de respeto que mostraron los asistentes al evento, terminó dejando a los bodegueros sin conocerlo.
Qué sigue ahora. Algunos referentes creen que hay posibilidades de negociación, mientras que el ala dura de ambos lados asegura que no hay vuelta atrás. Entonces, si ésta fuera la situación final, las entidades disidentes tienen dos caminos: uno es conseguir aval legislativo nacional, buscar consensos y cambiar la ley. Esto requeriría sí o sí el apoyo del PJ y del kirchnerismo. La otra opción es judicializarlo. Por ahora, no hay puentes ni lazos tendidos para lograr que se solucione en una mesa de consenso privado. Es la política la que deberá zanjar la situación.