Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
La semana que terminó venía cargada de expectativas. Por un lado, comenzaba el Foro de Inversiones, convocado por el Gobierno nacional, al que acudieron más de 1.600 ejecutivos de las más importantes empresas del mundo y de la Argentina. Lo segundo, era la publicación del índice de precios de agosto y, finalmente, la presentación del Proyecto de Presupuesto 2017 en el Congreso.
El cuarto evento debe estar aún en desarrollo, y es la audiencia pública para discutir las tarifas del gas, que fue ordenada en su momento por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cuando suspendió los aumentos anteriores.
Temas dominantes en el Foro
El denominado “mini Davos” de Argentina generó una gran expectativa en materia de interesados concretos en invertir en proyectos energéticos, sobre todo los vinculados a energías renovables, a infraestructura y a producción de alimentos. También pasó el interés por producción petrolera y otras ramas vinculadas al turismo.
Pero más allá de los intereses, con muy pocos anuncios concretos, la mayoría de los visitantes querían conocer el pensamiento de los funcionarios respecto de temas macro que pueden influir en sus inversiones. También les preocupaba la seguridad jurídica y la posibilidad de continuidad de las políticas en caso que haya un cambio de gobierno en 2019.
Los temas dominantes en la preocupación de los asistentes fueron, entre otros, la inflación, sobre la cual los funcionarios hicieron anuncios de que en 2017 no sobrepasará el 17%. La estrategia es no emitir moneda para financiar el déficit sino hacerlo tomando deuda. Lo cierto es que el déficit, otro gran interrogante, no buscará el objetivo de 3,3% del PBI como se había anunciado. Por el contrario, podría llegar al 4,2%.
El ministro Prat Gay explicó que era la forma de dar gradualismo al ajuste, pero en esta concepción, habrá que emitir mucha deuda y, si bien aún la relación de deuda/PBI no es muy alta, no se puede seguir acumulando si la economía no crece. Aquí nos encontramos en un verdadero callejón sin salida.
Es que el problema argentino es el volumen de gasto público. Es tan grande (más del 45% del PBI) que es una limitante para el crecimiento y, además, es generador de inflación, más allá de cual sea su fuente de financiamiento. Este tamaño del Estado también requiere de altos impuestos y esto es algo que quita competitividad a la economía.
Respecto de los impuestos, los funcionarios admitieron que son altos y que algunos deberían eliminarse y, en tal sentido, se mencionó el impuesto al cheque, que va en contra de la intención de bancarizar operaciones que pretende el gobierno. Hoy, por el sistema financiero sólo pasa el 14% del PBI argentino y el resto se maneja de manera informal.
De todos modos, y entendiendo que el déficit no bajará porque no se ha podido sacar subsidios a los servicios públicos como sería deseable, tampoco contribuye a esto la rebaja que se hará del impuesto a las ganancias mediante la corrección de escalas, aunque se hará lentamente para no afectar la situación de las provincias, ya que es un impuesto coparticipable.
Otro caso en el que los elevados impuestos deberían retocarse para mejorar la competitividad está vinculado en los que afectan al transporte, tanto público como de cargas. Una forma sería bajar los impuestos internos que gravan a los vehículos y los neumáticos, así como bajar a la mitad el ITC (impuesto a los combustibles) que grava al gasoil. De esta manera se podría colaborar para bajar el costo de la logística y mejorar la competitividad.
En el medio quedó la sensación de que muchos tienen ganas y parece que se fueron contentos. Sobre todo algunos que, en reuniones menos difundidas, se encontraron con Sergio Masa, el líder del Frente Renovador quien les habría confirmado que, pese a algunas diferencias, lo esencial se mantendría si accediera a la presidencia en 2019. ¿Qué otra cosa podría decir?
La inflación
Los índices de precios informados por el Indec mostraron el efecto de la baja de las tarifas del gas ordenada por la Corte. La medición fue de 0,2%, pero sin el efecto tarifas el crecimiento habría sido cercano al 1%. Este índice es sustancialmente menor a los que se venían registrando y comienza a reflejar un proceso interesante.
Por un lado, los productos estacionales han comenzado a mostrarse en forma razonable después de los fríos extraordinarios que entre mayo y julio los hicieron crecer en forma desmedida. Por otra parte, muchas empresas que, en su momento aumentaron para cubrirse de la devaluación y luego aumentaron también con ella más los aumentos por la dudas, ahora han visto caer en gran forma sus ventas.
Ante ello, y la baja del gas que habían computado, han comenzado a bajar sus precios en forma de promociones, por lo que hay un proceso de estabilidad en los valores de alimentos y bebidas, mientras en indumentaria los aumentos de cambio de temporada no serán tan grandes.
El gobierno promete que seguirán bajando los índices. Si bien habían prometido un 1,5% promedio mensual, ahora piensan que pueden ser más bajos. En ese aspecto, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, afirmó que “una inflación del 1% mensual no sirve” y es una gran verdad, pero para que la inflación baje deberán disminuir el gasto ya que los artificios monetarios como las tasas de interés son herramientas de corto plazo.
El nuevo Presupuesto
El gabinete económico presentó las pautas de gastos e ingresos para el año que viene, que como ya dijimos, prevé un déficit de 4,2% del PBI justificado en la imposibilidad de bajar mucho los subsidios a los servicios públicos y por el pago a los jubilados en el plan de Reparación Histórica.
Las pautas principales siguen siendo una tasa de crecimiento del 3,5% y una de inflación del 17%. Dados los planes de expansión del gasto, no sería descartable que la tasa de crecimiento esté por encima de los niveles previstos, pero también que la tasa de inflación puede estar levemente por encima del 20%.
La misma previsión prevé un dólar promedio de $ 17,92, lo que implicaría que podría terminar el año cerca de $ 18,50, si no cambian las reglas en EEUU que hagan subir las tasas internacionales. En ese caso se modificarían todas las ecuaciones, ya que el dólar subiría pero bajarían los precios de las materias primas.
Ahora viene la discusión en el Congreso, mientras los argentinos esperan una reactivación que permita comenzar a recuperar niveles de empleo y cambiar el humor social.