El pasado 20 de marzo el presidente Alberto Fernández ordenó la cuarentena obligatoria para todos los argentinos como una de las acciones para combatir el avance del coronavirus en el país. Entonces, y más allá de las excepciones, unas 43 millones de personas están cumpliendo desde hace una semana con lo pedido.
Pese a aquellos que insisten en obviar este pedido relacionado con la salud pública, el aislamiento social preventivo dibuja en los hogares diferentes panoramas. "Vivo en El Challao, tengo la posibilidad de salir a caminar y no estar encerrado. Estoy haciendo actividades, limpiando, arreglando el jardín, buscando leña, hago de todo un poco para mantenerme ocupado", cuenta Jesús.
Y agrega que prefiere no llevar un conteo de los días y que está aprovechando el tiempo para estudiar. "Estoy preparando una materia para rendir en la mesa de mayo", dice indicando que está en el profesorado de Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo.
Organizada
Juliana tiene 27 años y lleva 12 días en cuarentena porque llegó de viaje de un país en riesgo y se aisló inmediatamente una vez que entró a su departamento. "El primer día me dediqué a limpiar y ordenar. Inventarié toda mi comida, así pude calcular las cosas que necesitaba. Mi hermana y mamá aún podían circular y me trajeron muchas cosas. Imaginá el impacto emocional después de 15 días afuera, ver a tu vieja y no poder abrazarla", le cuenta a Los Andes.
Los primeros 4 días mantuvo una rutina muy estricta. "Me levantaba a la misma hora que lo hubiera hecho en un contexto normal. Me organicé rutinas físicas de las mismas actividades que suelo hacer. El tema fue que agoté muchas actividades esos cuatro días. Me sobraban muchas horas por día", se lamenta.
La determinación que tomó fue relajarse pero al día 6 se empezó a sentir muy triste y cayó en un estado letárgico donde lo único que quería era estar acostada. "Voy por el día 12, hay momentos en donde me siento muy enojada o muy triste. Vivo una sensación permanente de querer hacer algo y no hacer nada a la vez", detalla y añade que le afecta mucho no poder estar cerca de otro ser humano. "Es una ñoñada, pero me gustaría que alguien me abrace un poquito", reconoce Juliana.
Un desafío
Néstor Fernando (32) cuenta que, hasta ahora, su cuarentena viene bien. "Normalmente a principios de mes hago la compra mensual así que tengo provisiones como para tener que salir lo mínimo e indispensable", explica.
Por otro lado, comenta que, como es periodista y comunicador, sigue trabajando; es una de las excepciones contempladas por la ley. "Estoy haciendo mí trabajo desde casa. Ya sean reuniones o subir material a la web. Eso me hace sobrellevar todo este aislamiento", señala.
Carla (18) explica que muchas veces es la primera en quejarse de que tiene que ir o venir en micro a todos lados, o tener que cruzarse con personas desconocidas y que son muchas las oportunidades en que necesita recluirse, pero siempre por elección.
"Ahora, el contraste con esta cuarentena me genera un malestar cotidiano que intento disminuir con distintas actividades, pero igual persiste. Creo que es un desafío que debemos hacer -sin lugar a cuestionamientos por ser de salud pública- y que nos muestra que existen otras herramientas y problemas en la convivencia con otres, así como lo vulnerables que somos y lo poco preparades que estamos para convivir con nosotres mismes", reflexiona.
Claves
Así como Jesús indicó al comienzo de la nota que la clave para él es mantenerse en actividad estudiando, para Juliana la clave que la mantiene conectada con la realidad es una familia amorosa que la llama todos los días. "Compartimos lo que hacemos durante el día y jugamos a alguno que otro juego. Está prohibido pensar en cuándo se va a terminar esto, ese pensamiento te desarma. Y otro de los factores claves para mí es que en el complejo hay muy buena onda, un vecino me hace las compras. Ponemos música, charlamos por las ventanas. Suma mucho", concluye la joven.
Mario es andinista y cada fin de semana lo encuentra escalando un cerro. Ante la consulta respondió que la situación está muy difícil, pero que trata de hacer “de todo” para no parar. Su clave fue reemplazar su vieja rutina por una nueva.
"Primero, igual, tengo bastante laburo porque trabajo administrando y dando soporte a la plataforma virtual de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo. Entonces como que el trabajo creció exponencialmente", aclaró, advirtiendo que le pongo horarios de atención para no sobrepasarse de tarea.
Otra de las claves de Mario es respetar viejos horarios: "Duermo las horas normales con siestita incluida. Me levanto temprano desayuno y trabajo, al medio día hago el almuerzo, trabajo otro poco y duermo una hora. Después media tarde, hago ejercicios siguiendo una rutina que encontré en YouTube y después agarro el mate y no lo suelto hasta la cena".
La cuarentena con niños
Antonella (30) convive con su pareja y su bebé León. "La llevamos bastante bien. Pero tenemos la suerte de que los dos tenemos trabajos en blanco y nos pagan por quedarnos en casa. Y también Internet, que nos ayuda a pasar el rato", admite y añade que tienen auto y eso les hace más fácil la cuarentena.
"Con el bebé se complica un poco más porque es muy inquieto y curioso; cuesta tenerlo encerrado. Pero tenemos suerte porque tenemos dos patios grandes, donde pueden jugar con los perros y con el barro", describe.
Antonella agrega que con el cuidado del niño se van turnando para poder hacer cada uno sus cosas sin saturarse. "Además, el arte y la creatividad nos mantienen en otra frecuencia. Mi pareja se pone a tocar música y nos ponemos a cantar un rato. También aprovecho para coser", concluye.