Luis Abrego - labrego@losandes.com.ar
Como sus antecesores radicales Roberto Iglesias y Julio Cobos, a sólo veinte días de asumir Alfredo Cornejo ya inscribió una pelea de proporciones con el Poder Judicial.
A diferencia de aquellas cruzadas, esta vez no se trata de una embestida en pleno contra la corporación judicial; sino de la implosión de una de las tantas internas de la Justicia por la que el Ejecutivo se sintió condicionado en la polémica acordada con la que la Suprema Corte pretendió poner límites a las detenciones indefinidas y así agilizar ese cóctel de burocracia y desidia que suelen beber a diario muchos funcionarios judiciales.
“Encima que recibimos un gobierno sin plata, sin obras, que tiene que vivir de prestado, y a cuyos servicios es difícil meterle mano, si nos atan las manos en seguridad, estamos al horno….” se sinceran en el cuarto piso de Casa de Gobierno. Pero tal vez lo que más llame la atención de los funcionarios radicales es que la polémica los agarró por sorpresa.
Confiesan que un día antes uno de los ministros de la Corte pidió una audiencia y que a sólo dos horas de que fueran notificados, ese mismo supremo le blanqueó a Cornejo el tenor de la acordada garantista.
Tal vez eso explique la reacción virulenta del Ejecutivo, casi sobreactuada, pero de alguna manera desesperada. Es que los consejeros políticos del nuevo gobernador no tienen un buen concepto de la actual composición de la Corte. Entienden que en términos generales es un organismo avejentado y sin demasiados incentivos profesionales para su tarea.
Pero con una particularidad según la visión oficial: Alejandro Pérez Hualde y Omar Palermo -especulan- se han transformado en especie de machos Alfa de la Corte. Son los que guían y orientan al resto. Son los más respetados desde lo profesional y lo intelectual y quienes se preocupan por mantenerse actualizados. En ese contexto, que la acordada hubiera sido firmada por ambos prendió todas las luces de emergencia del cornejismo.
Especialmente, llamó a la desconfianza no sólo no haber sido consultados durante el breve trámite para su firma, sino que tampoco y teniendo en consideración que se trataba de un tema tan socialmente sensible como la inseguridad, y que deja víctimas a diario, que en la Corte nadie hubiera planteado la posibilidad de -por ejemplo- una audiencia pública. Una instancia que esta misma composición ya usó en algunas ocasiones e insinuó usar en otras como herramienta de legitimación de sus futuros fallos.
En los pasillos de Tribunales, y en el propio Gobierno, nadie niega que la acordada tenía un destinatario claro: el procurador de la Corte, Rodolfo González. Un veterano funcionario, propuesto en su momento por el gobernador Arturo Lafalla, pero que pese a su origen peronista supo resistir los durísimos embates que en su momento le propiciaron tanto el superministro de Celso Jaque, Alejandro Cazabán, como posteriormente el entonces gobernador Francisco Pérez, quienes incluso amagaron con iniciarle juicio político. Las acusaciones siempre fueron parecidas.
Se le achaca a González poca ductilidad a la hora de impulsar reformas que permitan un accionar más eficiente de la Justicia, en especial en materia penal. Pero a sus 78 años, ahí está González, por estos días tranquilamente alejado de la ruidosa discusión tras haber logrado la suspensión de la acordada al pretender apelar ante la Corte Suprema nacional, y disfrutando del sol del Atlántico en Miramar.
Lo cierto es que la operación del magistrado Omar Palermo para lograr una resolución del máximo tribunal en consonancia con el hábeas corpus colectivo que presentó la ONG Xumec, detonó en diversos sentidos. Y no fue González quien se diera inicialmente por aludido, sino el gobierno provincial que entrevió una conspiración que pudiera hacer naufragar su política criminal en uno de los que fue su eje de campaña: la inseguridad.
“Está claro que lo de Palermo es ideológico, pero lo cierto es que también es político en relación a sus vínculos con el kirchnerismo, con Xumec, y con la estructura de más de 40 personas que él mismo creó en el ámbito de la Corte para fundamentar este tipo de posturas. El piensa así, sus socios de Xumec piensan así, él opera en la Corte el fallo y él lo firma. El hace todo: tira el centro, cabecea, festeja, le tira la camiseta a la tribuna y cobra el gol…” grafican en el Ejecutivo. Pero se preocupan al advertir que, en todo caso, “Pérez Hualde no la vio…”.
La reacción -tal vez desproporcionada pero efectiva- de Cornejo y sus funcionarios, en todo caso sirvió como señal de alerta en la agenda pública sobre la base de consignas de alto impacto social, como aquellas con las que repiqueteó el gobierno, tales como que la acordada “consagra la puerta giratoria” que permitiría que los delincuentes entren y salgan sin más trámite.
El desplante hacia Cornejo con el que los firmantes del fallo parecieron agrandar la grieta entre el Ejecutivo y el Judicial en la reunión de mediación del lunes, hizo recordar aquellos inolvidables cruces de las épocas de Iglesias y Cobos.
Allegados a Cornejo confirman que minutos antes de ese cónclave, el presidente de la Corte, Pedro Llorente, llamó al gobernador para anoticiarlo del faltazo de los firmantes y ofrecerle suspender la reunión. Cornejo se negó. Sostienen sus asesores que no le quedó más remedio que escalar el conflicto pues la disyuntiva era entre quedarse callado y de brazos cruzados en un tema como el de la inseguridad o el de enfrentar a los mandamás del Poder Judicial.
“Es que este fallo impacta sobre el Ejecutivo” repiten los funcionarios. Y agregan: “Todo este tiempo Lavado y Salinas (Xumec) no quisieron construir cárceles porque creen que no son necesarias, y si bien compartimos algunas quejas sobre el funcionamiento de la Justicia, entendemos que es la Corte la que tiene la superintendencia de los jueces, la que debería corregir y sancionar y no lo ha hecho…”, se descargan los cornejistas.
Aplacados los fuegos de artificio, y tras el contraataque de González que planchará la polémica durante enero (y tal vez indefinidamente), podría decirse que en todo caso (por intuición o casualidad) Cornejo logró hacer cabalgar el conflicto en el plano de la interna judicial, con lo que de hecho no sólo dividió aguas en la propia Corte sino que además se vio beneficiado con la presentación de González que podría abrir una instancia de negociación en términos que hasta podrían convencer al Ejecutivo.
Allí esperan que tras la vista a Xumec y el posterior análisis de la Corte, el recurso de González para dirimir la cuestión en la Corte nacional sea aceptado por unanimidad, lo que ratificaría los efectos suspensivos que de hecho generó su sola presentación.
Preocupa que tras la polémica el gobierno pueda quedar asociado a cierta postura conservadora como en la que resiste González (lo que le merece incluso críticas desde el propio peronismo) pero también lamentan la posibilidad cierta de “haber perdido un aliado” como todos los analistas imaginaban el rol de Pérez Hualde.
Como saldo positivo creen que la postura oficial ha quedado en sintonía con lo que piensa mayoritariamente la ciudadanía, que no duda sobre quiénes son las víctimas. “La gente quiere que el que cometió un delito violento esté preso mientras espera su juicio” dicen en el Ejecutivo y contrastan: “La postura de Palermo es muy difícil de explicar, sostener y defender ante la opinión pública”.
En ese golpe por golpe que planteó el conflicto esta semana, Cornejo parece haber triunfado en base a la firmeza, pero también a la intervención de un socio inesperado y decisivo como fue González. Pero no quieren abusar del azar: creen que esta composición de la Corte y este procurador serán los que lo acompañen durante el resto del mandato, por más que las especulaciones sobre supuestas salidas se hayan incrementado en estos días.
De hecho confiesan que ni en el punto más crítico de la disputa se evaluó la posibilidad de iniciar el proceso de juicio político contra los magistrados que firmaron la acordada, aunque admiten que si para implementar cambios como los que aspiran en materia de seguridad, el “cargo clave”, en el que desearían influir es -justamente- el del procurador González.
A veces los caprichos de los posicionamientos en las peleas poco tienen que ver con los deseos de los guerreros. En todo caso, lo que impera es la lógica que habilita que los enemigos de mis enemigos bien pueden ser los mejores amigos.