Por Jorge Sosa -Especial para Los Andes
No sé qué haríamos sin Las Heras para ir hacia el mundo, porque Las Heras tiene las dos formas de sacar personas y productos hacia el resto de los países: la ruta siete, túnel de por medio, para acceder a los mercados del Pacífico, y el aeropuerto para volar de aquí.
Ambos lugares tienen sus problemas. Los del túnel son ampliamente reiterados y conocidos. Cuando no son las nevadas, son los derrumbes, o los aluviones, o son los arreglos, o son los chilenos que no le prestan (ni le venden) la atención que se merece. Ahora el aeropuerto está en situación precaria, necesita ser adecentado.
La pista está deteriorada, a tal punto que solo pueden aterrizar en ella aviones cuatro por cuatro. La torre de control es un descontrol y faltan servicios esenciales. Recuérdese el caso de la autobomba inutilizada hecho que nos impulsó a pedir una a Córdoba la que vino rápidamente, a velocidad de cuartetazo.
Para solucionar estos problemas hay que cerrar el aeropuerto por tres meses, al menos, y eso implica una extensa serie de inconvenientes. Los aviones no podrán aterrizar en nuestra provincia, van a tener que usar los aeropuertos de San Luis o de San Juan, lo que implica una duplicación en el tiempo para llegar a la tierra del sol y del buen vino. El vuelo que une Buenos Aires con nosotros dura, tiempo promedio, una hora cuarenta y cinco minutos. Pues ahora va a durar cuatro horas y media (el último tramo sin azafatas).
Esto ha de repercutir en todo, en los negocios, en algunos fletes, en la salud (ya ha salido Claudio Burgos a explicar el problema que ha de suscitar con los trasplantes), y fundamentalmente el turismo. Los operadores turísticos de la provincia están dejándose crecer las uñas porque durante tres meses se van a rascar a dos manos. Los dueños de los hoteles están pensando en promociones para los mendocinos: “Cambie por unos días, su casa por nuestro hotel. En el precio está incluido el cambio de cónyuge”.
La necesidad de arreglar el aeropuerto es más evidente que embarazo de bailarina y no existe más solución que la mendocina: agua y ajo, a aguantarse y a joderse. Porque no podemos hacer una pista de alternativa, podría haberse hecho mientras la actual se deterioraba, pero bueno, perdimos la oportunidad y no tenemos cerca otra pista que sirva como la afectada. Se podría ampliar la del aeropuerto de la Puntilla pero habría que voltear parte de Palmares y no creo que eso sea posible.
A lo mejor la solución llega del mismo cielo porque si llega a soplar en agosto un zonda pulsudo puede que pueda correr nuestra provincia hacia San Luis y entonces la distancia a recorrer por tierra sería mucho más corta. Hacer otra pista no sería muy costoso con algo de ingenio. Se debería consultar a los funcionarios que hicieron descargos mínimos en sus declaraciones de bienes. Si han declarado un auto con valor de un peso, o un lote con valor de 117 pesos tal vez ellos puedan conseguir hacer una nueva pista por mil mangos. Sería toda una ventaja.
La cuestión es que desde setiembre hasta diciembre, posiblemente y si el cemento fragua a tiempo, vamos a estar desconectados con el mundo por aire y como mar no tenemos (cosa que el gobierno debería tratar de conseguir), nuestra conexión con el exterior va a ser exclusivamente en base a ruedas y como está el precio de los combustibles muchos van a optar por venirse a Mendoza caminando desde el aeropuerto de San Luis.
Hablando de modificaciones ¿No deberíamos poner El Plumerillo más cerca de Polvaredas, ah?