Desde hace más de cuatro siglos, cada 25 de julio se celebra a Santiago Apóstol, popularmente conocido como el patrón de esta provincia, aunque oficialmente y desde la fundación de Pedro del Castillo en 1561, se lo nombró “San Pedro”.
Santiago, el patrono de España
Cuenta la historia que Santiago, Apóstol de Cristo, conocido como el “Hijo del Trueno”, tras predicar en España el Evangelio regresó a Palestina donde fue decapitado por Herodes Agripa, en el año 42 de la Era Cristiana.
Sus discípulos embarcaron su cuerpo y navegaron hasta Galicia, sepultándolo en el sitio donde más tarde se construyó la catedral de Santiago, que se convertiría en lugar de culto y peregrinación para la cristiandad.
En el año 859 (durante la ocupación árabe en España) un pequeño ejército cristiano se encomendó al Santo antes de entrar en batalla, y derrotó a un ejército árabe formado por miles de hombres.
Desde entonces, Santiago Apóstol se convirtió en el protector de las fuerzas cristianas en la reconquista de las tierras tomadas por los árabes. De esta reunificación, tras la lucha contra el Islam, nació más tarde el reino de España, del que Santiago Apóstol es Patrono y Protector.
La fiesta del Patrón Santiago, no solamente tenía carácter religioso sino también patriótico y de lealtad al monarca.
La tradición fue más fuerte
Si bien se festeja como patrono a Santiago Apóstol, el verdadero patrono de la ciudad es “San Pedro”. Cuando Pedro del Castillo llegó a estas tierras y luego fundó, el 2 de marzo de 1561, la ciudad que llamó Mendoza (en homenaje al gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza), enarboló una cruz y señaló el lugar donde habría de erigirse la primera iglesia o Iglesia Matriz.
Al fijar el sitio en que debía levantarse el templo, del Castillo nombró a San Pedro como su titular, por devoción al santo de su nombre y lo tomó “como patrón y abogado de esta ciudad”, según consta en el acta de fundación.
La pérdida de las Actas Capitulares de los primeros cinco años de existencia de la ciudad, no nos permite conocer el momento en que comenzó a honrarse al Apóstol Santiago como patrono principal.
Pero, aunque la ciudad cambió pronto de protector, la Iglesia Matriz continuó dedicada a San Pedro hasta mediados del siglo XVII, según consta en las visitas pastorales de los obispos de Santiago de Chile, a cuya diócesis pertenecía el corregimiento de Cuyo.
La figura de San Pedro comenzó a desvanecerse y la de Santiago fue ganando gran popularidad, hasta nuestros días.
Las primeras procesiones
Una de las primeras conmemoraciones del Patrón Santiago que se tiene registrada se remonta a fines del siglo XVI.
Por aquel tiempo, la pequeña población que existía se congregaba para celebrar la fiesta.
Por la mañana del 24 de julio, el Cabildo de Mendoza realizaba la ceremonia al enarbolar el Real Estandarte en la casa del Alférez Real, a la que se le montaba una guardia.
Luego, a la siesta, el pueblo y las autoridades se concentraban en la Plaza Mayor -actual Pedro del Castillo- además de todas las milicias.
Los militares iniciaban la formación y emprendían la marcha de la procesión desde el Cabildo, con el comandante de armas a la cabeza de toda la tropa y con un ayudante a su flanco, con espada en mano. Posteriormente se formaba la Infantería, al costado del Cabildo (lugar que hoy ocupa el Museo del Área Fundacional) y la Caballería.
Después, las tropas emprendían la marcha hasta llegar con el Estandarte Real a la entrada de la iglesia Matriz -esquina Ituzaingó y Alberdi- y con todos los acompañantes de pie, se realizaba un saludo de cinco tiros de una pequeña culebrina que tenía la guarnición militar.
Concluida la víspera y cuando salía el Real Estandarte, se presentaban las armas a la infantería y seguían hasta dejar al Alférez Real en su casa. Continuaban más tarde hasta el edificio del Cabildo y después se retiraban las compañías y demás formaciones. Este solemne acto, sucedía también el día 25, día del Patrón Santiago.
Finalizada la ceremonia, el pueblo festejaba con corridas de toros que se improvisaban en la plaza y bailes populares. Después de la independencia, la conmemoración fue interrumpida hasta que a fines del siglo XIX fue otra vez adoptada como tal.