Una nueva política económica

A partir de la asunción del nuevo gobierno nacional, presidido por Mauricio Macri y conforme a la prometido en la campaña electoral, se están comenzando a vislumbrar los aspectos básicos de una nueva política económica.

Una nueva política económica

La política económica del nuevo gobierno difiere sustancialmente de los criterios del gobierno anterior, caracterizados por una sumatoria constante de medidas discrecionales, arbitrarias a veces, sorpresivas casi siempre. El resultado de todo eso ha sido el mayor desastre económico desde la hiperinflación de fines de los ’80. Por la inflación y la intervención del Estado el sistema de precios relativos está destruido. El atraso del tipo de cambio y el exceso de intervención dieron como resultado la pérdida de competitividad de toda la economía.

En consecuencia la economía está desquiciada, débil, precaria, los últimos cuatro años estancada, con claro retroceso del ingreso por habitante. Si algo está claro es que el mentado “modelo de desarrollo con inclusión social” ha sido un relato, un cuento, una patraña.

Las muestras del daño son las heridas de las economías regionales, gravemente deterioradas. Al final del kirchnerismo no hay un solo indicador económico que muestre resultados económicos positivos. Desde la inflación, el crecimiento económico, la pobreza, el empleo (salvo el desborde del empleo público), las cuentas públicas y déficit fiscal, la caída del comercio exterior. Todo de mal en peor.

Mientras tanto va quedando esbozada con bastante claridad la nueva política económica, a partir de un diagnóstico, con amplio consenso profesional, de la gravedad de la situación heredada. Es oportuno recordar que tanto entre economistas como entre los políticos, se discutió mucho en período electoral si la situación económica ameritaba la aplicación de políticas de shock o graduales.

Como siempre quienes se ubicaron en los extremos, por caso quienes pensaban que si ocurría un cambio de gobierno lo que no se hiciera en los comienzo después resultaría difícil de aplicar y aquellos, con larga experiencia, que aconsejaban una combinación de shock y gradualismo. Esta posición parece ser la que se está imponiendo y el propio ministro de Hacienda y Finanzas así lo ha expresado con ejemplos concretos. Así ha dicho política de shock en el caso de levantamiento de cepo cambiario y baja gradual de la inflación y del déficit fiscal.

Un caso muy interesante es el Banco Central donde una conducción idónea expresa que el objetivo del organismo para este año es combatir la inflación, ampliar el sistema financiero y mejorar la bancarización. “No importa el dólar, importa el valor del peso”, ha dicho el presidente del Central. El levantamiento del cepo lleva ya un mes sin que se hayan producido sobresaltos ni intervención del gobierno en el mercado.

A su vez el Banco ha realizado una fuerte absorción monetaria con Letras y Notas; en las últimas fue bajando la tasa de interés que paga por estos instrumentos. El ministro de Hacienda ha enunciado un “Programa Fiscal y de Metas de Inflación 2016-2019”, definido como “convergencia gradual hacia la normalidad”.

En inflación se arranca este año con objetivo de 20% a 25% para ir reduciendo gradualmente hasta lograr una meta del 5% para el último año de gobierno. En política fiscal el ministro ha dicho que recibieron un déficit del 7,1% del PBI (algunos economistas lo dimensionan en 400.000 millones de pesos) y con reducción gradual se proponen llegar con 0,3% en 2019. Se ha anunciado que se trabaja en un programa de reducción de los subsidios a la tarifa de electricidad y gas, especialmente para Buenos Aires.

Debe recordarse que con la eliminación de las retenciones a los granos, gradual en soja y derivados, eliminación de la restricciones a las exportaciones, baja gradual de la limitaciones para importar, ha quedado definida la política comercial externa.

En fin, si bien faltan precisiones, los agentes económicos cuentan con el marco de una nueva política económica.

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