Poco más de diez años pasaron desde la IV Cumbre de las Américas. Un hito que, juntamente con la III Cumbre de los Pueblos -conocida como la Anti Cumbre- y el “no” al ALCA, definió lo que sería la política internacional de América Latina para la década que le siguió. Estos hechos, de un fenomenal peso político, también marcaron la suerte de la relación bilateral con el país del norte durante la década kirchnerista.
Poco más de diez años pasaron desde la última visita oficial de un jefe de Estado norteamericano a estas tierras. Como se suele decir en la lengua popular “mucha agua tuvo que pasar debajo del puente” para poder dar vuelta la página. Fundamentalmente, tuvo que darse un cambio de gobierno o, mejor dicho, un cambio político.
En este sentido, la llegada de Barack Obama a la Argentina simboliza la consagración de ese giro político. El corolario del cambio impulsado en materia de política exterior por el gobierno de Mauricio Macri. Ello habla del enorme sentido político que tuvo la visita.
Con un Brasil replegado sobre sí mismo como consecuencia de la profunda recesión y crisis política que atraviesa y un eje bolivariano debilitado, Washington busca reafirmar su liderazgo en la región. Para ello necesita de aliados. En esta clave cobran sentido las palabras de Barack Obama que colocaron a la gestión de Mauricio Macri como “un ejemplo a seguir” en la región. La crónica de un fin de época por estas latitudes.
El desembarco de Obama en la Argentina también se da en medio de la difícil situación económica que atraviesa nuestro país como parte de la herencia que dejó el gobierno kirchnerista, cuyo reflejo más acuciante es el de una economía sedienta de inversiones y dólares.
Estos días fueron testigos del inicio de un nuevo capítulo en la relación con los Estados Unidos. Un nuevo capítulo que empezó a escribirse bajo el paraguas de una agenda que incluyó temas como la educación, el intercambio comercial, el narcotráfico, la defensa y seguridad internacional, el medioambiente y los derechos humanos.
Sobre este último punto, Obama anunció la apertura de archivos ligados a la dictadura militar. Estos incluyen archivos militares y de inteligencia. Un gesto que busca traer luz sobre el papel que tuvo Washington en el capítulo más oscuro de la historia argentina.
En algo más de quince años pasamos de las relaciones carnales de Menem al antiimperialismo folclórico kirchnerista.
El desafío que tenemos por delante es el de repensar la relación con los Estados Unidos, de diseñar una estrategia de inserción internacional en el marco de un mundo globalizado y multipolar. Un mundo en el que la ciencia y la tecnología, el conocimiento y la innovación, la sustentabilidad y los temas medioambientales, son la nueva divisoria de aguas entre el desarrollo y el subdesarrollo.
Es difícil aventurar el curso que tomará este nuevo capítulo que se inicia en la relación con los Estados Unidos.
La relación bilateral debería apoyarse en una agenda propositiva que defina puntos de encuentro y de cooperación, cuya base sea el respeto a los principios soberanos, en los que el peso de la historia sea el cimiento para construir un puente hacia el futuro y no una amarra que nos ate al pasado. En esta línea, hay que destacar que la llegada de Obama a la Argentina se da luego de su histórico paso por La Habana y el principio del fin de la Guerra Fría.
El mundo está cambiando a pasos acelerados. Es por ello que no podemos seguir pensando el mundo del siglo XXI con categorías del siglo XX. Justamente, porque ese mundo ya no existe.