River Plate y Boca Juniors, los dos equipos de mayor convocatoria de Argentina, que cada vez que se miden paralizan al país, reeditaron una noche especial, una noche de película, una noche superclásica, nuevamente por la Copa Libertadores, en esta oportunidad por la ida de los octavos de final, en un estadio Monumental de Núñez repleto y teñido de rojo y blanco.
Mucho se habló de este partido, mucho más luego de la victoria del último domingo de Boca por 2-0, en La Bombonera, por la 11ma. fecha del torneo de fútbol de Primera División, que dejó -en un principio- mejor parado al equipo "xeneize".
Justamente ese superclásico, en el que ambos técnicos jugaron más al ajedrez que al fútbol, de esquema contra esquema, pensando más en el juego ajeno que en el propio, marcó el inicio de una "trilogía", que siguió hoy en la cancha de River y que finalizará dentro de una semana en la de Boca, con el pase de uno u otro a los cuartos de final de la Copa.
Y esta noche en Núñez, al igual que el domingo y que el próximo jueves en La Boca, solo con público local, lamentablemente por cuestiones de seguridad, tanto Marcelo Gallardo, DT "millonario", como Rodolfo Arruabarrena, DT "xeneize", volvieron a jugar una nueva partida ajedrecística, al menos desde los esquemas de juego. Y los hinchas la suya con la pasión desde las tribunas.
Es que los más de 60 mil simpatizantes de River, que dejaron más de 23 millones de pesos en las boleterías, jugaron su propio partido, uno que va en contra de la historia, ya que su equipo quedó eliminado en las dos veces que definieron mano a mano en la historia de la Libertadores: en los cuartos de final del 2000 y en las semifinales del 2004.
Pero ellos quisieron apRiortar su granito de arena, sin importarles los antecedentes, y confiando en su fervor, con el recuerdo aún fresco -y tal vez el que el potencia la expectativa en esta serie en el público riverplatense-, el de las semifinales de la Copa Sudamericana 2014.
Es que hace menos de seis meses, el equipo de Gallardo dejó en el camino al de Arruabarrena con un emotivo 1-0 en el estadio Monumental de Núñez, tras una insulsa igualdad sin goles en La Bombonera, aunque en la actualidad todo es diferente, por el nivel futbolístico de uno y otro equipo.
Más allá de eso, cada superclásico genera ansiedad y tensión -en igual medida-, tanto en los futbolistas como en los hinchas, y se vive siempre de una manera especial, dentro y fuera de la cancha, y poco importa el presente deportivo de ambos.
Y cuando la pelota empezó a rodar la historia también quedó lado y los 22 jugadores que están en el campo de juego se convirtieron en los únicos protagonistas y escribieron un nuevo capítulo en la historia del mejor clásico del planeta.
A partir de ese momento solo hubo que disfrutar de uno de los espectáculos deportivos más lindos del mundo, a disfrutar de una noche especial, una noche de película, una noche superclásica.