Una multitud movilizada por las organizaciones sociales y sindicatos de la CGT reclamó ayer la aprobación de la ley de emergencia social y laboral que desde esta semana tiene media sanción del Senado, pero que el Gobierno nacional se opone a tratarla en la Cámara de Diputados en lo que resta de las sesiones ordinarias que finalizarán el miércoles 30.
El reclamo de esa ley, que beneficiaría a unos cuatro millones de trabajadores informales, se unificó en la manifestación con el pedido de terminar con los despidos y las suspensiones, como también con la apertura de las importaciones, que este año significaron unos 130 mil desocupados más.
Pero no hubo en cambio mención alguna de parte de la CGT sobre la postergación gubernamental hasta marzo próximo de los prometidos cambios al impuesto a las Ganancias que pagan los asalariados, como había trascendido esta semana.
Tampoco a una posible convocatoria a un paro general, tal lo que reclaman sectores de la propia central unificada y algunas organizaciones sociales, aunque sí una referencia a un diciembre de “mayor conflicto” si la ley de emergencia social fuera sancionada y luego vetada por el presidente Mauricio Macri.
La multitudinaria concentración que llenó con creces más de la mitad de la amplísima Plaza de los dos Congresos y que desbordó por las avenidas Callao y Entre Ríos a lo largo de las cuatro cuadras hasta las transversales Corrientes y Belgrano, fue la primera movilización conjunta entre la CGT reunificada a fines de agosto y las organizaciones sociales CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), Barrios de Pie (BP) y Corriente Clasista y Combativa (CCC).
El discurso de cierre estuvo a cargo de uno de los secretarios generales de la CGT, Juan Carlos Schmid. Se había acordado que iba a ser el único orador por la central, pero al final tuvo que compartir cartel con su par Carlos Acuña (el tercer triunviro, Héctor Daer, massista como Acuña, no asistió por estar fuera del país), a cargo del de apertura. Entre ambos se sucedieron los de los dirigentes de las organizaciones convocantes: Daniel Menéndez (BP), Juan Carlos Alderete (CCC) y Esteban Castillo (CTEP), en ese orden.
“El deterioro económico está golpeando la puerta de nuestros hogares y nada permite asegurar que vamos a tener en el futuro inmediato una solución: los indicadores económicos no dan ninguna tranquilidad”, afirmó Schmid.
Después le reclamó al Gobierno nacional que “abandone la excusa de la herencia recibida y trabaje por una Argentina nueva para todos los argentinos”; del mismo modo que a los empresarios para que “terminen con los despidos y las suspensiones”. En el medio retomó la consigna de “tierra, techo y trabajo” postulada por el papa Francisco.
Pero en ningún momento Schmid hizo alusión alguna a un paro general, medida que reclamaban carteles de las organizaciones sociales y que definitivamente la CGT ha desechado para este año.
La mayor expresión de enfrentamiento con la Rosada estuvo dada cuando afirmó: “El Consejo Directivo (de la CGT) no tiene un balde en la cabeza. Estamos acumulando el poder social que nos permita torcer el destino, negociando, pero también confrontando, si fuera necesario”. Por lo demás se cuidó de no repetir ante la multitud lo que poco antes había dicho en declaraciones periodísticas: que habrá "un escenario de mayor conflicto" si el Gobierno llegara a vetar la ley de emergencia social en caso de que sea sancionada.
Desde el escenario montado de espaldas al Congreso, los oradores de las tres organizaciones sociales coincidieron en advertir que si hay un veto presidencial a la eventual ley de emergencia social, “el pueblo ganará las calles todo diciembre” en repudio. También convocaron a movilizarse el jueves próximo cuando en Diputados se intentará tratar el proyecto en una sesión especial.
La magnitud de la concentración (200 mil personas, según los organizadores), equiparable a la que el 29 de abril reunió por la emergencia laboral a los distintos sectores en que estaba dividida la CGT y a las dos CTA, que ayer sólo adhirieron, contrastó con hechos que marcan diferencias internas en la conducción cegetista.
De los 37 miembros del Consejo Directivo, sólo pudieron contarse unos 15 en el palco, con ausencias notables como las de los jefes de sindicatos del transporte (La Fraternidad, UTA y Aeronavegantes), comercio y construcción, aunque estos últimos hayan movilizado afiliados. También de Pablo Moyano, secretario gremial de la central, que prefirió quedarse a la cabeza de unos diez mil camioneros que movilizó, para marcar diferencia respecto del triunvirato.
Las diferencias también alcanzaron a legisladores nacionales e intendentes que asistieron. Al pie del palco quedaron el senador Juan Manuel Abal Medina, coautor del proyecto de emergencia social, al igual que los intendentes bonaerenses Verónica Magario (La Matanza), Gabriel Katopodis (San Martín) y Juan Zavaleta (Hurlingham) y el titular del PJ bonaerense, Fernando Espinoza.
Triaca: "Se fueron sin reconocer la pobreza"
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, emparentó la marcha de ayer con “una manifestación política” y chicaneó a algunos de los convocantes y participantes porque “muchos de los que avalaron esta ley se fueron del gobierno sin reconocer la pobreza”.
“A muchos debería ponérsele roja la cara”, reflexionó el ministro, por “apoyar este proyecto cuando un año atrás decían que en el país había menos pobreza que en Alemania. Deberían estar avergonzados y plantear porque no lo hicieron antes”.
“Hubieran ayudado a su candidato a presidente si lo hubieran hecho antes”, subrayó, apuntanto a legisladores y dirigentes del Frente para la Victoria.
En declaraciones a radio Mitre, Triaca consideró que “todos sabíamos que iba a ser un año difícil pero hubiese sido un año mucho peor si este gobierno no hubiese tomado alguna de las decisiones que tomó”.
En ese plano, mencionó las asignaciones extraordinarias y la devolución del IVA para jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.
Agencia Télam