Terminada la vorágine del G 20, volvimos a nuestros días normales. Con el cierre del mes de noviembre comenzaron las estadísticas que, en su mayoría son viejas, ya que reflejan las caídas operadas en setiembre y octubre. En estos casos escucharemos a muchas voces que prefieren quedarse mirando hacia atrás para repasar todo lo malo, que nosotros anticipamos en estas líneas. Nosotros miraremos hacia adelante.
El martes el Banco Central publicó el Relevamiento de Expectativas de Mercado, donde 53 consultoras y estudios especializados publican sus estimaciones para los próximos doce meses y, en este caso, se volvió a repetir una tendencia positiva, con una estimación de inflación a la baja. En este caso, el cálculo para los próximos doce meses (diciembre 2018-noviembre 2019) es de 28,6%, y para los doce meses de 2019 es de 27,5%, con una inflación núcleo de 25,7%.
Estas estimaciones son menores a las publicadas el mes pasado y muestran un cambio positivo en materia de expectativas y se acercan a las previsiones plasmadas en el Presupuesto 2019, que es del 23%. También confirman la estimación de una inflación total para 2018 de 47,5%, por la influencia de los aumentos del tercer trimestre.
Al producirse dos meses continuos de baja en las expectativas se abren las posibilidades de que el Banco Central revise las estrategias de la política monetaria, tal como se acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este cambio implica modificaciones en el manejo de la tasa y también en la actualización de las bandas de flotación.
¿Por qué hay inflación pendiente?
Es interesante tener en cuenta lo que está pasando ya que muchas personas se preguntan los motivos por los cuales subsisten impactos inflacionarios dado que hace meses que el Banco Central dejó de asistir financiamiento al Tesoro. Esto significa que no hay emisión monetaria y, por lo tanto, no debería haber presiones inflacionarias.
Pero esta es la película a partir del acuerdo con el FMI, pero hay que recordar que veníamos de una situación de déficit muy alto en 2017 y 2018 que, hasta agosto, se financió con emisión. Mucha de esta plata luego se absorbió a través de diversos instrumentos financieros del Banco Central (Lebac, Nobac, Leliq) y del Tesoro (Lecap, Letes, etc).
Cuando se comenzó a desarmar el tema de las Lebac comenzó a quedar mucha plata disponible en el mercado y por eso se generaron nuevos instrumentos para absorber los excesos de circulante. Desde que el Banco Central no financia al Tesoro, este usa las letras para captar pesos para financiar el déficit. Esto quiere decir que, claramente, el déficit y exceso de gasto público es lo que regenera la plata excedente que, si se la deja libre, puede provocar una estampida inflacionaria. Esta la gravedad de haber financiado déficit con emisión durante 15 años.
Esta situación de seguir demandando pesos excedentes para financiar déficit se mantendrá hasta diciembre, aunque sus secuelas se sentirán aún 4 ó 6 meses más.
Desde enero el Tesoro no debería tener más déficit y esa es la razón por la que el BCRA mantiene una estricta conducta de congelar la base monetaria, situación que ha sobre cumplido en octubre en $ 18.000 millones y en noviembre en $ 16.000 millones. Esto implica que hay menos base monetaria, de manera de hacer más restrictiva la situación de la demanda.
El excedente de pesos se ha mantenido porque el BCRA fijó una tasa de interés en la Leliq, que suscribe solo con los bancos, superior al 74% al comenzar la nueva política monetaria, y luego la fue bajando lentamente. Este nivel de tasas atrajo capitales especulativos que traían dólares para sorber pesos y colocarlos a plazo fijo en los bancos. Esto mantuvo a raya la cotización del dólar que, en algunos momentos, llegó a estar muy cerca del piso de intervención cambiaria.
No obstante, la inercia inflacionaria seguirá presionando ya que hay partes de los incrementos de precios que no se han podido trasladar por la caída del poder adquisitivo de los salarios y por el alto costo del crédito. Además, la cotización del dólar seguirá empujada por la actualización del piso de la banda de flotación, por lo que se espera un año donde todavía se sentirán las consecuencias de toda la masa de dinero emitida en años anteriores.
Las nuevas reglas y las expectativas
A partir de los nuevos pronósticos, el Banco Central decidió replantear sus estrategias para adecuarlas, aunque lo habrá con moderación para evitar saltos bruscos. En la autoridad monetaria son conscientes de la cantidad de pesos que aún están circulando en bonos y no es prudente, dada la sensibilidad de los inversores, dejar espacios libres que pueda impactar sobre el dólar y éste sobre la inflación.
En principio, el BCRA eliminó el piso del 60% que había fijado para las tasas de referencia que paga en las Leliq, a tal punto que en su primer día, el miércoles, ya bajó la tasa a 59%. Con las perspectivas de inflación debajo del 30%, lo lógico es que la tasa vaya bajando aunque, como dijimos, en forma lenta.
En las expectativas, las consultoras estiman a fines de 2019 una tasa de 35%. No obstante, el BCRA está tomando previsiones trimestrales o semestrales a fin de llevar un monitoreo cercano de la evolución de las variables. En la medida que la tasa vaya bajando, el costo del crédito acompañará, aunque en el área bursátil los descuentos de cheques avalados ya se negocia en un rango entre 35 y 40%, por lo que se aprecia que estos mercados e mueven con mayor rapidez.
Otro dato que tendrá modificaciones son las actualizaciones de las bandas de intervención. El BCRA anunció que la tasa de actualización mensual será de 2% mensual en el primer semestre, lo que es compatible con las expectativas de inflación.
Esto irá induciendo una actualización dólar que, aunque se mantenga en la parte inferior de la banda, seguirá los pasos de la inflación para evitar atrasos cambiarios. Respecto del valor del dólar, las expectativas lo ven en un nivel del $ 39 a fines de diciembre de 2018, mientras que avizoran un valor de $ 48,5 a fin de 2019.
Lo interesante es que el BCRA mantiene la postura de no dejar que se dispare la base monetaria. Por eso, en caso que el dólar perfore el piso de la banda, la autoridad monetaria se compromete a comprar no más de u$s 50 millones diarios, de manera de limitar la inyección de pesos. Al contrario, si el dólar supera la banda máxima, la intervención será comprando hasta u$s 150 millones diarios. De esa manera se retira mayor cantidad de circulante.
Respecto del comportamiento de la economía, el Relevamiento indica que las consultoras prevén una caída del 2,4% del PBI en 2018, pero para 2019 la proyección indica una nueva caída esta vez del 1,2%. En realidad se proyecta un año menos malo pero sin las mejoras necesarias. En esto no solo influyen las altas tasas de interés, sino también la fuerte carga impositiva impuesta para conseguir el equilibrio fiscal.
El único camino posible es bajar impuestos para que el sector privado se anime a invertir y para ello, es fundamental bajar el gasto público. Si no lo hacen, la economía no tendrá la dinámica necesaria para que se puedan crear empleos y bajar la pobreza en forma real.