No se trata de un fenómeno nuevo, pero la realidad marca que han crecido de manera exponencial durante los últimos años. Se trata de los cuidacoches, ahora también denominados “trapitos”, que han ocupado las calles en los lugares de mayor concentración humana y que perciben “tarifas” de acuerdo con un criterio propio, que en muchos de los casos exceden cualquier valor lógico.
La situación se plantea con mayor asiduidad en el radio céntrico, en aquellos lugares que no cuentan con estacionamiento medido pero que concentran una importante actividad pero se repiten en otros sectores de la provincia, como es el caso de algunas zonas de Guaymallén, Las Heras, Godoy Cruz y Maipú, con las mismas características que las señaladas para el caso de la Capital.
En la gran mayoría de los casos, en estos lugares el “costo” del cuidado del vehículo se basa en la “voluntad” del automovilista pero hay casos excepcionales que generan preocupación. Es lo que sucede en los alrededores del estadio Malvinas Argentinas durante los días de partidos y a diario en la calle Arístides Villanueva y zonas aledañas; en las cercanías del Centro de Congresos y Exposiciones y en la avenida San Martín durante las horas de la noche.
En estos sectores, en la gran mayoría de los casos la tarifa mínima alcanza los 20 pesos y llegan a los 50 de acuerdo con la demanda. Al automovilista no le queda otra salida que abonar la tarifa ya que, de lo contrario, puede sufrir algún tipo de represalia, como daños en el vehículo. Con otro agravante, esa tarifa debe ser abonada por anticipado, lo que de ningún modo asegura el cuidado del vehículo, en razón de que en determinado momento -generalmente cuando los lugares han sido totalmente ocupados- los cuidadores desaparecen del lugar, dejando el auto librado al azar.
Cabría señalar que en la gran mayoría de los casos esos cuidacoches realizan su trabajo por necesidad, porque no cuentan con un trabajo fijo y estable y porque tienen una familia detrás a la cual sostener. Pero también se presentan algunos, que no son pocos, que se han tomado esa tarea como una actividad mercantil absolutamente rentable. Es más, son muchos los que se consideran dueños de los lugares y mantienen ese privilegio utilizando la fuerza física.
Expulsar a los “trapitos”, entonces, puede llegar a ser injusto en los casos de los más necesitados. De allí que resulte interesante el proyecto presentado por concejales del Frente para la Victoria, en la Capital, que impulsa la implementación del estacionamiento medido, en horario nocturno, en determinadas zonas del Centro. La propuesta sugiere que el municipio determine el horario de aplicación de la medida para cada día de la semana, aunque resultaría importante determinar quiénes resultarían “beneficiarios” de la misma, a los efectos de llevar algún tipo de solución laboral a quienes más lo necesiten y se encuentren actualmente desarrollando esa actividad.
La implementación de la medida puede redundar en importantes beneficios, más allá de lo económico, en razón de que quien deje su automóvil podrá contar con la seguridad de que será lo suficientemente cuidado; que tendrá una tarifa aplicada oficialmente, de acuerdo con los estudios respectivos, y no quedar a expensas del humor del cuidacoches y hasta permitirá establecer una mayor movilidad en la circulación y, por ende, la apertura de espacios para estacionar, como sucede actualmente con el estacionamiento durante el horario diurno.
